31 julio 2011

Las aventuras de Ton y Lola (Perdidos en el desierto capítulo XIV)

...Ha llegado el vuelo de Vilanova i la Geltrú…Ha llegado el vuelo de Vilanova i la Geltrú.  Los altavoces del aeropuerto repetían como un eco rayado  la información mientras atravesaba el largo pasillo de la terminal  en dirección a la zona de esparcimiento. Allí me debía encontrar con mi primer contacto en Alejandría, quien a su vez debía ponerme en contacto con Johann Van Graajal, alias Octavio Caraguapa.  No sabía quién era, solo conocía el santo y seña y la contraseña que Carter me facilitó.  El santo y seña era: ¿Chupito y cerveza…y uno rapidito? La contraseña: ¿Y por qué no… uno larguito?
Llegué a la oficina de alquiler de coches. El movimiento era continuo. Gente de todas las razas y de todos los colores. Malgaches, vietnamitas, libios, sirios, españoles, americanos, japoneses, australianos, catalanes, y algún egipcio. Me quité las gafas de sol Ray-Ban modelo aviador para inspeccionar mejor esa marabunta incesante que caminaba por las inmediaciones de la oficina de Europcar.  Entonces vi una mujer, parada, vigilante, escudriñando la escena. Parecía esperar algo o alguien.  Su aspecto era cuidado. Mi intuición me decía que debía ser mi contacto.
Me acerqué sonreí y le dije: 
-¿Chupito y cerveza…y uno rapidito?

Ella me miró con cara de cabreo, como cuando llama a la puerta un vendedor de enciclopedias (aunque ahora eso ya no ocurre…ahora todo es digital), y me soltó un guantazo que retumbó en todo el aeropuerto. También me llamó depravado.
Mi intuición ya no era la misma que en mi juventud. Había envejecido como yo, y renqueaba en algunos momentos. Seguí mirando a mí alrededor buscando otro indicio, otro detalle, otro guiño que me descubriera a mi misterioso o misteriosa contacto. Con lo fácil que hubiera sido que Carter me diera una foto-pensé-. Y entonces, de repente...Como surgida de la nada, apareció una mujer, como una estampa celestial tras un halo de luz. El fulgor del sol que llenaba el hall del aeropuerto la hacía  parecer una pintura maravillosamente atractiva, y permitía ver con cuánto esmero había sido concebida aquella Venus.
Apenas tuve tiempo de captar más que unos cuantos detalles. Unas piernas bronceadas por el astro rey, un hermoso rostro trigueño con ojos color negro azabache muy brillantes, unos labios pintados en un rosa intenso,  y una cabellera morena que volaba al compas de sus caderas...Su piel brillaba. Avanzaba hacia mí, ágilmente, con expresión traviesa, llena de vida y una sonrisa en sus labios. Tenía ese aire de lozanía y de impertinente satisfacción que tanto me gustaba. Tenía que ser mi contacto –pensé para mí-. Dibujé en mi rostro mi mejor sonrisa de  seductor. Saqué mi mano del bolsillo, y cuando la tenía medio extendida para ofrecérsela en señal de presentación -convencido esta vez de no equivocarme- vi como pasaba de largo, rozando mi hombro, y se lanzaba a los brazos de un hombre joven apuesto y musculado que estaba justo detrás de mí, sosteniendo un ramo de violetas. Volví a meter mi mano en el bolsillo rápidamente,  con la rapidez de la cobra del desierto cuando ataca a una liebre del Nilo… y silbé para disimular. ¡Qué iba a hacer, eh!
Cansado de esperar, me senté en un banco próximo, cuando oí a mis espaldas una voz grave y atractiva, decir:

- ¿Chupito y cerveza…y uno rapidito?
 
Me giré, y vi un ángel. En ella todo era torneado y caliente, desde las ondas del pelo, hasta su escote vaporoso y proteico. Tenía esa belleza singular y a la vez plácida que tanto me gustaba.

-¿Y por qué no… uno larguito? –contesté-.
-Yazmina Noredine-dijo tendiéndome su mano-.

Me dirigió una mirada indagadora y advertí que una corriente cálida inundaba su figura. Casi pude oír su respiración excitada y percibir el perfume de su cabello.

-Tony García, pero aquí soy Joan Puntdecreu-contesté- .

Luego hizo una pequeña pausa, consultó su reloj de pulsera  y dijo:

-Encantada Tony. Vámonos ya, este aeropuerto es un auténtico nido de espías. Coja un taxi y le espero en el hotel Rashid el magnífico. No conviene que nos vean salir juntos, ya sabe…
-Sí, claro. Hasta luego Yazmina-dije mirando como  dirigía hacia la puerta de salida a pasos lentos.
 
El suelo se estremeció, y yo también, al ver su tentador deambular.   
Salí a la zona de taxis del aeropuerto, y antes de levantar la mano, oí:

-¿Taxi señol?
-Sí, gracias.
-Bienvenido a Alejandría señol.

El taxista era chino. Me extrañó, debo reconocerlo, pero con la globalización y el flujo migratorio inundando el mundo, no le di importancia. 

-Gracias…Gracias-repetí mientras me sentaba en la parte trasera del automóvil.

El taxi arrancó, y enfiló una carretera, luego otra, y otra…. Después de diez minutos, viendo que íbamos por un camino de tierra pedregoso y solitario, le dije: 

-Por aquí no se va al hotel…creo.

Miré el retrovisor, y vi sus ojos encendidos y  amenazadores. Intenté abrir las puertas traseras... Estaban cerradas...esto es una emboscada-pensé para mí-.
El chino paró el vehículo, sacó un revólver y me dijo:

-Calesé y no se mueva, ustél …mató a mi helmano en la cálcel de shliek hijam bei,   Señol Tony…y va a molil.
-¿Como dice?-pregunté sin comprender nada de lo que me decía el amarillo.
-Ustél mató a mi helmano en la cálcel de shleik hijam bei,  …y va a molil. Salga del coche y vaya delante. Le voy a matal, señol Tony.
-¿Su hermano?-dije sorprendido mientras caminada hacia unos matorrales.
-Zi mi helmano en la cálcel de shrlek hijam bei,  ….y va a molil.

Entonces, en una falta de control imperdonable en mí, se me escapó una sonora carcajada.

-Jajajajajajaja….
-Le palece glacioso como hablo…¿se lie de mi polque soy chino?
-Que no… he vivido mucho tiempo en la cochinchina, adoro todo lo chino. Soy un fan de Confucio, - mire le dije sacando mi cartera, para enseñarle un calendario de bolsillo que siempre llevaba conmigo- mire hasta llevo su foto.
 -Este no es Confucio, es Lao-Tsé. Es ustél un desastre señol Tony. Adiós… va a moril-dijo apuntándome al corazón-.
Finalmente, cerré los ojos (la verdad es que los apreté con toda mi fuerza), y oí un disparo. Pasaron un par de segundos, y no sintiendo ningún dolor, los abrí lentamente. Me palpé, y no noté nada extraño. No me interpreten mal, quiero decir que no estaba herido, y muerto tampoco. Luego vi al chinito en el suelo boca abajo, más tieso que un fuet sacado del congelador, y al mismo tiempo oí una voz que me decía:

Jajajaj, sube al coche Tony.

Miré a mi derecha, y a veinte metros, dentro de un  deportivo descapotable vi a Bill, un viejo amigo que había conocido en El Cairo, justo antes de instalarme en Vilanova i la Geltrú. Trabajaba para la C.I.A.

-¡Que oportuno! -exclamé-.  Mi viejo amigo Bill. En plena espalda. Le has dado en plena espalda.
-Lo has visto. Sigo teniendo puntería, eh! Dime viejo amigo, ¿tienes algún problema con los chinos?
-Con los chinos, no,  en absoluto. Creo que me ha confundido con otra persona. Para ellos, todos nosotros nos parecemos.
-Jajaja, en eso tienes razón.
-¿Y tú qué haces aquí Bill? ¿La C.I.A está ahora interesada en acabar con los amarillos?
-Eres bueno Tony, siempre tan divertido,jajaja. Uff que puta calor, venga sube. ¿Te gusta mi coche?
-Los coches modernos parecen todos maquinas de afeitar. Bromas aparte, ¿porque me sigues Bill? –pregunté al abrir la puerta para sentarme.
-¿Por qué no me lo dices tú? ¿Qué estás haciendo aquí cabrón? ¿Qué estas tramando?
-Estoy tramando  unas vacaciones ni más ni menos-le contesté.
-Corta el rollo, te conozco Tony. Si estás aquí es porque hay algún tipo de problema, o que sigues buscando a Lola.
-Pues no Bill, Lola ya no me interesa – mentí yo- solo he venido por las mujeres,  el desierto y el Nilo. Ya sabes cómo me gusta ver los atardeceres en el Nilo.
-Y una mierda...pero, lo que tú digas. Venga, cierra la puerta, que te llevo a la ciudad.

Llegamos al Hotel Rashid el magnífico, y bajé del coche.

-Gracias viejo amigo-le dije-.
-Toma mi tarjeta Tony,  llámame cuando recuperes la memoria.
-Te llamare Bill, si la oficina de turismo está cerrada-contesté con ironía.
-Jajaja, cuídate mucho amigo.

Entré al hotel. La riqueza ya se evidenciaba en la decoración de sus jardines exteriores, aunque me quedé sin palabras cuando crucé las puertas del hall. Allí, me encontré entre inmensas paredes construidas en color oro e iluminadas por mil lámparas de araña cubiertas de cristales multicolores. Por si esto fuera poco, la cúpula del hall del hotel era más alta que la de la Basílica de San Pedro en Roma. En el hall me esperaba Yazmina. Le dije que me esperara en la cafetería, y subí a mi habitación para dejar mi equipaje. El botones del hotel me acompañó, me abrió la puerta y depositó mi maleta en el descansillo. Le di una propina, y me dirigí al enorme ventanal para abrir las cortinas. Los adornos de pasamanería eran muy vistosos sin ser demasiado recargados. Las recogí con los alzapaños formados por dos cordones y un borlón., para dejar entrar la luz del día, luego deposité la maleta encima de la cama para abrirla. Entonces, desde la otra punta de la suite, oí:

-Bienvenido a Egipto Ton.

Esa voz. Esa voz celestial. Había en ella yo no sé qué cosa, que en mis fibras penetraba y penetraba como espada sorda. Entonces giré la cabeza sin apenas mover mi cuerpo. Y la vi. En su mirada las montañas podían entrar. ¡Sí amigos, así era ella! Generalmente la mujer mata lo que ama. Como decía Oscar Wilde: unas, con mirada cruel; otras, con palabras amorosas; las cobardes, con un beso, y las valientes, con la espada…Lola lo hacía con su presencia.

(Continuará…)

30 julio 2011

Las aventuras de Ton y Lola (Perdidos en el desierto capítulo XIII)

…Vilanova i la Geltrú, año2011. Embajada británica, diez de la mañana del mismo año. La noche pasada había sido intensamente sorprendente. Mi charla con Carter de lo más entretenida e interesante. La información inesperada e inaudita que me había pasado sobre Lola era más de lo que mi mente abierta y pseudoprogresista podía soportar. Pero lo soporté. Hicieron falta dos botellas de Rioja Viña esmeralda cosecha del 82, dos whiskys de malta de  15 años, con sabor potente y de mucho carácter, y unos cuantos  chupitos de tequila, es verdad… pero lo soporté. Y ahora, duchado y afeitado, limpito como un bebé recién lavado con jabón nenuco, estaba aquí, sentado en un sillón vintage orejero de piel de camello, esperando las últimas instrucciones de Jimmy Carter.

-Buenos días Tony, me alegro de verte, ¿Después de lo de ayer te puedo tutear, no?
-Ya lo has hecho, Carter.
- Bien, tengo ya el plan de la misión para ti. Mira, dijo encendiendo su ordenador portátil Packard Bell, y girándolo hacia mí. Este hombre es Johann Van Graajal, un ex mandatario del FMI. Actualmente se hace llamar Octavio Caraguapa y organiza combates de lucha de escopiones por todo Egipto. Será tu contacto allí.
-Ya, muy hábil.
-Sí, y ha decidido traicionar sus principios neoliberales dándonos información sobre la localización de Palmira, a cambio de un abono anual para ver torear a José Tomás.
-¿Es  que no se ha enterado que en Vilanova i la Geltrú ya no hay toros?  Los nacionalistas lo prohibieron el verano pasado…
-Bueno en todo caso debes ir a Alejandría y comprarle la información. Aquí tienes el abono anual para ver a José Tomás que debes entregarle.
-¿Y por qué yo? Para eso se podría haber enviado a un mensajero de MRW, o DHL, o…
-Lo sé Tony, pero Octavio Caraguapa no se fía de ellos, dice que no siempre son puntuales, y que a veces pierden cosas.
-Comprendo. Tratándose de un abono anual para ver torear a José Tomas, es natural.
-Además, Octavio Caraguapa quiere entregar la información directamente,  al mejor. Y tú eres el mejor. Tus documentos- dijo dándome una cartera de piel-. Para entrar en Alejandría serás el reportero de la revista de punto de cruz “Penélope”, y te llamarás Joan Puntdecreu.
-Joan Puntdecreu?
-Sí.
-¿Quien demonios escoge estos nombres?
-Normalmente el comandante de la división de infiltrados: Winston Marlboro. Venga Tony... míralo por el lado bueno, Alejandría es un lugar precioso. Alejandría  fue en su época una  de las ciudades más maravillosa del mundo antiguo. Durante muchos siglos, fue el centro del saber y la cultura. La fundó Alejandro magno en el siglo IV antes de nuestra era. Cuando Marco Antonio y Cleopatra fueron a vivir allí en el año 41 antes de Cristo, en la ciudad había más de 4000 palacios y 400 teatros…
-Ejem, sí, ya-le interrumpí sacando mi cajetilla de Marlboro Light del bolsillo de mi chaqueta.
-…Tony, allí  las mujeres son bellísimas y podrás tomarte una vacaciones cuando todo acabe-remató Carter-.
-Carter, ¿por qué dejas siempre lo esencial para el final?
-Bueno, porque voy conociéndote poco a poco.
-Bien Carter, ahora que todo está claro entre nosotros, debo pedirte algo.
-Lo que sea, Tony. Lo que sea.
-Abdul vendrá conmigo-dije mirando a los ojos de Carter-.
-Abdul? ¿El camarero de ayer noche? ¿El que me tiró la cazuelita de arenques con patatas al aceite sobre mi traje de tela de cabra de angora que me costó 1200 euros?
-Pelillos a la mar Carter, o Abdul viene conmigo o tendrás que enviar a un mensajero de MRW para contactar con Octavio Caraguapa.
-No puedes meter a Abdul en esta misión. No estaría a la altura.
- Es el mejor Tuareg desde el desierto de Nubia, hasta la desembocadura de rio Nilo. Abdul me acompañará en esta misión, y punto.
-Está bien. Tú sabrás lo que haces-contestó Carter.
-Le enviaré como avanzadilla -dije yo-  para que me prepare el terreno. Abdul tiene amigos en todos los pueblos y ciudades de Egipto y Sudan. Conoce sus costumbres, habla una docena de dialectos árabes, se mezcla con el pueblo y conoce el desierto como la palma de su mano. Me será de gran ayuda.
-Bueno, pues en marcha-concluyó Carter estrechando mi mano.

Dos días más tarde, en una pequeña aldea de un lugar remoto y perdido de Egipto, Abdul,  a quien había enviado de avanzadilla,  ya estaba haciendo de las suyas. Perdido y desubicado, se encontraba en un mercado berebere intentando comunicarse verbalmente y con gestos, con los nativos.

-¿No hay nadie aquí que hable mi dialecto? ¿Ni siquiera árabe mashrequí?... No no, gracias no quiero comprar nada…. ¿Hay alguien aquí que hable mi dialecto hannasiyya?... No no gracias, no quiero de verdad, no quiero ni gallinas ni huevos, que soy vegetariano….Por Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él, no entienden ni una palabra de lo que estoy diciendo…Tony Pashá me matará cuando llegue a Alejandría y vea que no estoy.

Sun Tzu un reconocido maestro Zen dijo hace ya mucho tiempo…Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.

Y Sun Tzu escribió esto sin conocer a Abdul. He de reconocer que tiene mucho mérito.

(Continuará…)


Las aventuras de Ton y Lola (Perdidos en el desierto capítulo XII)

…Jimmy Carter casi me había convencido. Los motivos esgrimidos eran de peso, y si encontrar la mítica ciudad perdida de Palmira  podía salvar a la humanidad del voraz apetito de los Mercados financieros y de los neoliberales, entonces tenía el deber  y el compromiso de implicarme en el asunto. Pero algo muy fuerte se interponía y luchaba en mi interior, algo que me impedía asumir la demanda de ayuda de Carter, algo que me importaba más que el futuro o los designios de la humanidad, de hecho no era algo, sino alguien, y con nombre propio: Lola.  Hacía tan solo unas horas que el destino la había vuelto a meter en mi  vida, y no quería ni podía alejarme de ella nuevamente. Quería recuperar su amor. Sentía la necesidad ingobernable e irrefrenable de cogerla entre mis brazos para fundirla conmigo. El acto de vivir provoca el sufrimiento, y la vida es un continuo deseo insatisfecho, pero siempre he pensado que debe existir una razón poderosa, o en cualquier caso, suficiente,  para que  las cosas sucedan. Si Lola estaba en Vilanova i la Geltrú,  era porque el destino hacía lo había querido. Y yo no quería ir en contra del destino. Así que miré a Carter, encendí un cigarrillo, y dije:
-Si la nariz de Cleopatra hubiera sido más pequeña, el mundo sería diferente.
-Perdón, no le entiendo-contestó sorprendido-.
-Oh, perdón – repliqué-.  Es una cita del famoso filósofo  Blaise Pascal. Quiero decir, que el factor humano siempre ha estado en el centro de la historia. Y usted no ha contado con el factor humano señor Carter. Los motivos que me ha dado, aunque muy horribles, no son suficientes. Lo siento, no puedo aceptar su oferta.
-Está bien señor Tony, entonces le daré un motivo más. Un motivo que usted me  obligada a desvelar. Un motivo determinante. Un motivo doloroso e inesperado. Un motivo que hubiera querido que supiera más adelante, cuando ya estuviera usted sobre el terreno. Un motivo que…
-¡Carter! –interrumpí  gritando y dando un golpe sobre la mesa,  haciendo volar el salero  hasta la mesa vecina -  haga el favor de no marear más la perdiz, y vaya al grano de una puñetera vez.
Carter se sobresaltó más que el salero, cogió su copa, echó un trago largo, me miró, bajó la vista, y murmulló:
-Lola.
-¿Cómo? –pregunté nervioso-.
-Lola –repitió él-.
¡Coño! Ya sé que ha dicho Lola. ¿Pero qué pasa con ella?-grité nuevamente, alzando mis manos al cielo, como pidiendo auxilio.
-El genio malvado del gran capital y de los neoliberales, adoradores de la codicia y el dinero que creen solo en el dios de la especulación,  tienen una nueva diosa,   y es una mujer: Lola.
-¡Como! ¿No era Madhof y su mano derecha,  Boss Malone?-pregunté sorprendido-.
-Madhof está acabado, y Boss Malone es ahora el secretario de Lola. Malone es solo un títere. Malone es lo que la voluntad de Lola ordena.
-Un momento…Quiere usted decir que Lola es ahora la punta de lanza, la daga, el estilete de los neoliberales?
-Así es.
-jajajajajaja, Bueno Carter, debo reconocerle que me ha impresionado usted con esta información, pero dígame una cosa, ¿saben los neoliberales que Lola es mujer, y que solo sabe gastar, que nunca ha sabido invertir un puto euro?
-Hay otra cosa que debe saber señor Tony, Lola no es la misma mujer con la que convivió usted durante más de veinte años.
-No me diga que se ha operado,… ¿Ya no es mujer?
-Al poco tiempo de su ejecución en la cárcel de shriek hijam bei,  Lola se casó con Farukh, descendiente de la familia real egipcia en el exilio. Tras el derrocamiento de Hosni Mubarak, Farukh subió al trono de Egipto con el nombre de farukh II y es desde entonces el soberano de Egipto. Y Lola se llama ahora Yaiza… princesa Yaiza. Desde hace seis meses, Farukh II forma parte del elitista y misterioso  club Bildeberg, al cual pertenecen algunos de los grupos financieros más importantes del mundo, y lo que más le va a sorprender: la princesa Yaiza, o sea Lola, ha sido elegida en la última reunión celebrada en Vouliagmeni, cerca de Atenas, consejera-delegada para los asuntos árabes, O lo que es lo mismo, la encargada de encontrar la mítica ciudad de Palmira.
-Carter…no siga más, ahora sí que  necesito otra copa, y picar algo –dije llamando al camarero-
-Le comprendo.
-Aquí estoy-dijo Abdul-  ¿que pedirán los señores?
-¡Abdul!!  ¿No estabas regando el jardín? ¿Qué haces aquí sirviendo las mesas?-pregunté asustado.
-La señorita Jenny, las bendiciones y la paz sean con ella, me ha pedido que ayude en la sala, Tony Pashá.
-Está bien, ya hablaré luego con ella. ¿Qué tal están esta noche los arenques con  patatas al aceite, Abdul?
-Les pondré una cazuelita, así se harán a la idea Tony pashá.
-Ah, trae también una botellita de Rioja, Abdul, a ver si me emborracho, la ocasión lo merece.
-Necesitamos que nos ayude, es usted un experto, un especialista en el mundo árabe musulmán-continuó Carter-. Encuentre la ciudad de Palmira antes que Lola, señor Tony. La situación en Grecia, en Italia, en España está al borde del precipicio, solo salvando Palmira de la voracidad de los mercados y los neoliberales, solo así podemos salvar al resto del mundo. Palmira tiene que ser el cortafuegos que detenga al grupo Bildeberg. Si no, caeré Cataluña y finalmente Gran Bretaña deberá arrodillarse ante el neoliberalismo más cruel.
-Está bien. Cuente conmigo Carter. No permitiré que la Sagrada Familia de Barcelona, o Trafalgar Square sean privatizados, ni tampoco permitiré que los taxis de Barcelona dejen de ser negros y amarillos, ni que haya que pagar por ver el cambio de guardia del palacio de Buckingham, o que  a los Beefeaters de la torre de Londres les hagan contratos basura de dos días. No, no lo permitiré como tampoco aceptaré que  los castellar de Vilafranca del penedés lleven publicidad en la barretina. No se preocupe Carter, le ayudaré, pero no olvide nunca que trabajado por mi cuenta, y siempre he sido y seré el capitán de mi propio barco. Dígame solo cuando tengo que salir, y hacia dónde.
-Su contacto le aguardará en el aeropuerto de Alejandría, delante de la oficina de Europcar. ¿Brindamos entonces por el éxito de la misión?
-Los mejores éxitos vienen a menudo después de las mayores decepciones-contesté chocando su copa-
Luego con disimulo saqué una foto de Lola que siempre guardaba en mi cartera.  La miré melancólicamente y recordé una frase de Sir Laurence Olivier: “La vida es lucha y tormento, decepción, amor y sacrificio, atardeceres de oro negro y de tormentas”.

(Continuará…)

Las aventuras de Ton y Lola (Perdidos en el desierto capítulo XI)

…Un comienzo es un tiempo muy delicado, y solo el conocimiento puede tener el poder suficiente para controlar los instintos. Mi instinto me decía que metiera la mano. Pero sabía que si lo hacía, moriría de pasión. El ser humano puede resistir cualquier dolor, si este está  localizado. Y éste dolor que sentía,  estaba muy localizado. Sabía que era una prueba que tenía que superar. Si no, sería enteramente suyo, hasta el punto de controlarme  por completo. Yo ya había conocido en mi pasado reciente los efectos devastadores que el encoñamiento podía producir en un corazón convaleciente.  Ninguna criatura nacida de mujer había soportado tanto como yo. Entonces, en un giro inesperado del destino, al sacar mi paquete de Marlboro light del bolsillo derecho de mi elegante chaqueta de alpaca  para encender un pitillo en clara señal de dominio absoluto de la situación, el pequeño libro de bolsillo que llevaba dentro se deslizó irremediablemente fuera de él,  hasta alcanzar el punto de no retorno, ese punto en que el equilibrio   vence para adentro, o para afuera,  y desgraciadamente para mi, venció para afuera, cayendo en una corta e interminable agonía, cerca de los tacones de aguja de aquella mujer que estaba a punto de arrastrarme a lo más hondo, al anillo más profundo del infierno relatado por Dante en su famosa trilogía “La divina comedia”.  Entonces, ella miró para abajo, y sin darme tiempo a reaccionar, se deslizó del taburete  con una sensualidad que nunca había ni imaginado,  lo recogió, me miró  y dijo la frase más hermosa, y la que iba a marcar el resto de mi vida:
-¡Gilbert Keith Chesterton! Me encanta Chesterton, es probablemente el rey de las paradojas.
Nunca olvidaré el entusiasmo de su exclamación, ni su cara de explícita felicidad al pronunciar aquel nombre. De hecho nunca olvidaré  como le cambió la mirada. Ya no era la pantera en celo de hacía tan solo unos segundos. No, no lo era. Ahora había aflorado su estrella gemela…y brillaba tanto como la otra, o más. Sonreí y le dije:
-¿Recuerdas la maravillosa forma en que relata el día, año y lugar de  nacimiento en su autobiografía?
-Lo recuerdo y me lo sé de memoria. Mira, escucha: “Doblegado ante la autoridad y la tradición de mis mayores por una ciega credulidad habitual en mí y aceptando supersticiosamente una historia que no pude verificar en su momento mediante experimento ni juicio personal, estoy firmemente convencido de que nací el 29 de mayo de 1874, en Campden Hill, Kensington, y de que me bautizaron según el rito de la Iglesia anglicana en la pequeña iglesia de St. George…”
Al recitar la frase, su rostro era franco, y su mirada y sus gestos dulces y cándidos a la vez. Todo esto la hacía terriblemente cercana. Muy diferente a la imagen de depredadora sin escrúpulos que tanto me había llamado la atención.   Esta mujer-pensé yo- tiene un confuso mundo en su cabeza, como si buscara algo que sospechaba que no iba a encontrar. Pero en ese tortuosos recorrido, había cosas que parecían interesarle, huellas, señales, en las personas que se cruzaban en su camino; y en su rostro iluminado por la tenue luz de aquella barra de bar,  aleteaba aún la esperanza de que algún día, la nave insegura en la que navegaba encontraría el puerto de la felicidad y el amor.  Eso es lo que vi, y eso es lo que recuerdo de aquellos ojos levemente  expectantes. Los ojos de una mujer frágil que, sin embargo, estaba preparada  para resistir, porque, ciertamente, tenía un don. El don del embrujo.
Luego me cogió la mano y se rió, como creo nunca se había reído en este antro de mala muerte.  Esta era la Lola de la que me enamoré perdidamente, y esta era la Lola que quería recuperar  de entre las ruinas todavía humeantes de lo que antes fue un amor sin límites ni orillas que lo confinara. Un amor que en mi siempre se mantuvo  tormentoso y pasional, pero que la vida, malévola hada madrina en las circunstancias adversas, había resquebrajado parcialmente en ella, provocando finalmente el derrumbe de los cimientos  comunes y con ello la muerte de un hermoso cuento de amor.
Quería seguir viajando en ese mundo mágico de mis recuerdos, cuando el ruido de la puerta acristalada de la terraza me distrajo.  Miré lo que quedaba de mi cigarrillo, lo dejé caer al suelo, y lo pisé. Entonces me giré y oí:
- Perdone que le aborde así, pero estaba hace un rato en la mesa de al lado y no he podido dejar de oír su conversación con el señor Malone y su amiga. Es usted el señor Tony, no.
- Depende.
-Oh, no tema, mis intenciones son honestas. Soy James Carter, mis amigos me llaman Jimmy. En cuanto he sabido que había otro aficionado a expoliar tesoros en vilanova i la Geltru,  me alegré mucho…al igual que usted, tengo pasión por la arqueología. Le apetece una copa señor Tony?
-Oh sí, iba a pedirla ahora mismo. Vamos al bar. Señor Carter- dije mientras nos dirigíamos allí -  no será usted familia del otro Jimmy Carter, el ex presidente de EE.UU? Mi intuición, esa especie de instinto innato que tengo, así me lo dice.
-¡Oh no! Soy familia de Howard Carter, ya sabe, el del tesoro de Tutankamon.
-Claro, ahora entiendo lo de expoliar tesoros. Tendré que dejar de presumir de intuición-sentémonos aquí, le dije con un gesto de mi mano-. A propósito, ¿qué puedo hacer por usted?
-Diga mejor que puedo hacer yo por usted.
-Usted, ¿o el gobierno británico?
-Es usted muy listo señor Tony.
-A los del servicio secreto los huelo a distancia.
-Se lo advertiré a mi jefe.
-También podría decirle que no estoy en Vilanova i la Geltrú para buscar broncas. No quiero que pierda el tiempo. La acción y la aventura han dejado de interesarme.
-No le creo. Un hombre que ha sido capaz de escapar de una cárcel de máxima seguridad, y desaparecer en el desierto sin dejar rastro. Un hombre que ha sido capaz de atravesar dos mil kilómetros de desierto y dunas, sin agua, sin comida y…
-…Y sin bronceador – interrumpí yo.
- La verdad señor Tony no sé como lo consiguió, pero le felicito.
-Oh, lo del bronceador no tiene mérito.
-jajaja…Me gusta su sentido del humor.
- Mi evasión y travesía del desierto en Egipto solo fue fruto de la desesperación. ¿Me ve usted desesperado ahora, señor…Carter?
-A usted, en el fondo le gustan mucho las broncas  y la aventura señor Tony. Por eso decidió instalarse aquí, en Vilanova i la Geltrú. Las informaciones que tengo de usted, dicen que es un hombre de ideas rápidas y decisiones  meditadas. Es el hombre que necesitamos.
-Eso es lo que una vez Lola dijo de mí, y me sentí alagado.
-Señor Tony su tiempo en Vilanova i la Geltrú se ha agotado.  No se le quiere aquí. Esta parte del mundo es pura dinamita, en cualquier momento Cataluña también puede caer como Grecia, Portugal, Irlanda, España o Italia. Los mercados financieros,  la gran banca y los neoliberales son implacables, ya lo sabe usted. Le diré un secreto. Hoy día, el lugar más seguro es el desierto. Mire, lea este documento, quizás le interese -dijo sacando del interior de su chaqueta un informe con el sello de la embajada británica-. Desde ayer es oficial. Han localizado el emplazamiento de la ciudad perdida de Palmira. Por eso he venido. Usted debe encontrarla, antes que las Hedges Funds,  la gran banca o los peligroso neoliberales.
- Ya veo-dije devolviéndole el documento. Pero aquí dice exactamente lo mismo que usted acaba de decir. Que han localizado la desaparecida ciudad de Palmira ¿Para qué me necesitan entonces?
-Porque el manuscrito que hemos encontrado, habla de desiertos, de montañas y de cañones. Todo muy vago. Solo sabemos que se encuentra enterrada en el desierto de Nubia,  en la región oriental del desierto del Sahara, al noreste de Sudán entre el río Nilo y el Mar Rojo.
-Donde voy a empezar a buscar, quizás si supiera más…Mire, búsquese a otro, no me interesa.
 -Quiero que sea usted, señor Tony.
-Pues tendrá que convencerme de otro modo.
- Qué le parece si toco su vena nacionalista…los ojos de una Europa en quiebra y de una América en default se dirigen hacia Cataluña. Los catalanes dominan esta estratégica zona,  defensores acérrimos de su independencia. Su área de influencia abarca desde los pirineos  pasando por el Ebro,  hasta Valencia y Baleares, y desde allí, hasta el mundo árabe. A través de todo este territorio pasa la frontera marcada por la liga de los mercados  y las Hedges Funds internacionales. Y dominando este vasto territorio, Vilanova i la Geltrú,   la ciudad más catalana de toda Cataluña. Durante siglos ha sido el centro político y la metrópoli del mundo catalán. Vilanova i la Geltrú, una ciudad que bajo la paz y la placidez de su vieja civilización es terreno más que abonado para el espionaje y la intriga. Señor Tony, si no nos ayuda, este mundo tan querido por usted se desintegrará. Si permitimos que los neoliberales encuentren Palmira antes que nosotros, entonces  nada les detendrá. Ya han privatizado el Pireo, el Partenón, el coliseo y la Cibeles de Madrid. En sus próximos objetivos se encuentran la Sagrada Familia de Barcelona y el estadio del FC Barcelona, el Nou Camp. Usted es catalán señor Tony. No lo puede permitir. Tiene que ayudarnos. Si cae Palmira en sus manos, caerá el resto de piezas del dominó.
¡El estadio del Barcelona!! –Exclamé para mis adentros-.  El templo de Lúxor del fútbol mundial. La octava maravilla del mundo. Esto último  llegó a lo más hondo de mi corazón. Intentamos olvidar que somos animales, pero la naturaleza nos lo recuerda. A veces cruelmente. Mi rostro se heló y endureció,  como si acabara de salir de una nevera. El vello de mis brazos se erizó.  Mis ojos se tornaron luminosos, profundos y misteriosos como los de un felino. Era realmente muy preocupante, y horrible.  La codicia y voracidad del Capitalismo salvaje no tenía freno. Ya eran los dueños de África, Sudamérica, la Europa periférica, pero querían más, y más…No se conformaban con una etnia  anglosajona y nórdica sin mestizajes, dominadora del planeta. Tampoco con un mundo de gente poderosa y muy muy rica, y otro de muy muy pobres,  poblado de  Indochinos, Malgaches, Marroquíes y Senegaleses. . . No, no se conformaban.
 Carter tenía razón, no quedaba otra salida. Tenía que encontrar la mítica ciudad perdida de Palmira, si quería salvar mi mundo. Las personas necesitamos nuevas experiencias. Agitar algo en lo más profundo de nosotros. Eso nos permite crecer. Sin cambios, algo duerme en nuestro interior. Algo que rara vez despierta. Pero el momento de despertar al durmiente había llegado.

(Continuará…)

Las aventuras de Ton y Lola (Perdidos en el desierto capítulo X)

…Encendí un cigarrillo y con la mente abrumada salí al jardín. De noche y desde aquí todo parecía tan bonito. Resultaba tan hermoso. Daría lo que fuera por estar allí arriba –pensé para mí-.  Millones de estrellas, y sin embargo, agujas en un pajar celestial. Existen más estrellas en el firmamento que granos de arena  sobre la tierra.  A través de telescopios gigantescos los científicos constantemente alcanzan los puntos infinitesimales de nuestro sistema solar. Buscan nuevos descubrimientos y los encuentran. Y así consiguen un mejor entendimiento de las leyes del universo.  Sin embargo yo seguía en el pleistoceno y en la oscuridad más absoluta en todo lo tocante a las mujeres. Pero Lola… ella era otra cosa. No era una copia más. Lola era como sirio, la estrella más brillante del Universo conocido. Veinte veces más brillante que nuestro sol. También como sirio, Lola era en realidad un sistema estelar binario compuesto de dos estrellas que orbitaban mutuamente alrededor de un Yo común. Y esto es lo que me atraía de ella, casi de forma enfermiza. Esa dualidad. Esa plasticidad mental y emocional que le permitía ser siempre feliz. Aristóteles dijo que la felicidad es un hábito, o el resultado de varios hábitos. Yo sabía que ella no había leído nunca a Aristóteles, pero cuanto habría aprendido él, de conocer a Lola.
Seguía fumando y mirando aquel cielo moteado de estrellas. No podía ni quería quitármela de la cabeza, y siguiendo mi instinto, di una vuelta más de tuerca a mi atormentada existencia y me sumergí una vez más en los recuerdos. Recordé como nos conocimos. Recordé como aquella agradable y placentera noche de verano de 1985 vagaba sin rumbo, buscando un último garito en el que dejar derrumbar mis sentidos. Recordé como me sentía; como un habitante de un planeta moribundo escudriñando el horizonte en busca de una charca donde saciar el ansia de seguir viviendo. El antro que tenía más próximo se llamaba “Mueve el culito”, un local sumergido en una atmósfera irrespirable de humo y vapor de alcohol, pero con fama de cobijar la bailarina más cautivadora, cuya temperatura en su ecuador era la del plomo derretido. No lo dudé más, y con lentitud y seguridad entré. Me acerqué a la barra, punto de anclaje para los náufragos de la noche, y pedí un gin-tonic. Luego me giré y dirigí la mirada al  escenario, donde la vi. Movía su espectacular cuerpo entre titánicas moles de lava y hielo artificiales que caían desde las cumbres coronadas de vapor de CO2 congelado que formaban la decoración arquitectónica de la escenografía. Recuerdo que me estremecí y palpité al contemplarla. Mirarla bailar tan sensualmente era como ver la vida extenderse, y la conciencia expandirse. Aquella mujer era lo más semejante a una diosa, y parecía tener la facultad de plegar el espacio y el tiempo, es decir, de viajar a cualquier corazón yermo y desolado sin necesidad de moverse.  Esa divinidad era Irene, también conocida con el nombre de Lola. Tenía unas piernas cálidas e interminable y una mirada calculadora que parecía desprender polvos cósmicos.  Recuerdo que en aquel momento sentí que mi corazón sufría una presión atmosférica terrible.    De todas las mujeres que había conocido, en la larga travesía de mi desierto emocional solo ella mostraba el verdor de la vegetación y el brillo del agua. Era como un oasis milagroso e inesperado, y poseía un magnetismo irresistible que no me hizo suponer que un destino terrible se cernía sobre mí, ni que desde las tinieblas del deseo carnal, empezaba a caer en un viaje sin retorno…en una noche eterna de frio perpetuo.
Terminó su actuación y se dirigió a la barra. Se sentó en el taburete de torniquete y pidió un bourbon al camarero negro con pinta de matón. Encendió un cigarrillo, y a través de las delgadas gasas de humo que ascendían parsimoniosas y cimbreantes hacia la tenue luz que coronaba su hermosa y refulgente cabellera, me miró. Aquellos dos ojos de depredadora de la noche habituados a traspasar la oscuridad me tenían apresado. Era como si una fuerza poderosa e invisible me hubiera inmovilizado. Recuerdo como primero me inspeccionó con fría brevedad. Sus ojos observaban con mirada impersonal. Luego mutaron, empezaron a brillar, y me miraron directamente, sin pestañear, con atención, como si quisiera traspasar mi mente para saber que estaba pensando en ese preciso momento. Todo eso duró muy poco…unos segundos…pero si se midiera  por mi impresión, transcurrió casi una eternidad…desde luego mucho más tiempo que el que pasó realmente…
 Entonces giró levemente sobre sí  y con un gesto de sensualidad que nunca he podido olvidar,  me dijo:
-Ven aquí.
Cogí mi copa, apagué el cigarrillo en el cenicero repleto de cáscaras de cacahuete y colillas mal olientes, y me senté a su lado, rozando su cadera involuntariamente.
-¿Como te llamas? -me preguntó mientras recorría mi cuerpo con la mirada, en una lenta declinación.
Yo la seguía mirando. Parecía envuelta en una especie de aura a la que contribuía su eléctrica belleza. Una verdadera delicia para los sentidos –pensé, mientras mis ojos chispeantes prendían la luz modelada por aquel cuerpo hermoso. Saboreé su perfección durante unos segundos antes de contestar. Quería grabar aquel lienzo iluminado en mi memoria para siempre. Era rubia, con una melena brillante y exuberante que resplandecía como el pelaje de un felino. Mis ojos se detuvieron en la suave curva de sus senos, que el amplio escote dejaba casi al descubierto. Los dorados pechos marciales de aquella mujer no cesaban de mirarme con descaro, y sus ojos de color verde, rutilantes y rodeados por oscuras y largas pestañas negras, me miraban con mayor fijeza si cabe, y debo reconocer, que aquel borbollón de sensualidad que escapaba apresurada y deliberadamente de sus rojos labios húmedos y carnosos, llegó casi a turbarme.
-Tony-contesté.
-Ves esto-me dijo señalando sus piernas ligeramente entreabiertas.
Sorprendido, bajé la mirada, y las miré. Eran como las columnas que sostenían el frontispicio de la puerta de entrada al paraíso. Luego, levanté la vista, clavé mis ojos en los suyos, y un sudor ardiente me recorrió de arriba abajo.
- Mete la mano -me dijo manteniendo el pulso de mi mirada, sin permitir tan solo un pestañeo de sus párpados pintados de argéntea purpurina.

(Continuará…)

Las aventuras de Ton y Lola (Perdidos en el desierto capítulo IX)

…-Hola princesa, siempre es un enorme placer verte. Un buen champán como este debe paladearse, pero dadas las circunstancias no creo que la historia me juzgue duramente si lo bebo de un trago. Te sientes solo cuando amas a alguien, una vez que empiezas…una vez que amas a alguien, el tormento se vuelve una forma de vida. Si amas con locura ya nadie te interesa. Construyes un muro de cadáveres a tu alrededor, cuanto más alto sea, más seguro te sientes, así que sigues amontonando cadáveres. Es un mundo frio, pero al menos sé cómo mantenerme caliente.
-Hola Ton, tan teatral como siempre. Veo que no has cambiado nada. Todavía recuerdo que te ponía cachondo leer a Shakespeare antes de hacer el amor.
-Hola Lola, y recuerdo que a ti te gustaba.
-¿Y qué es más fácil, Ton…dejar de atormentarse, o mantenerse caliente?
-Tragarme el champan es mucho más fácil, Lola, créeme. Estabas guapa la última vez que te vi, estás guapísima esta noche. Aguardo mañana con impaciencia.
-¿Me das fuego?
-Nunca le niego nada a una rubia con ojos verdes.
-¿Y si fuera morena con ojos marrones?
-Sería igual…siempre has sido mi tipo de mujer.
-Vaya, ¿y si fuera enana y miope?
-Supongo que Matt no te hubiera dejado entrar… ¡Que tontería! Por cierto, veo que has cambiado de peinado.
-Cuando una mujer cambia de hombre, cambia de peinado.
-Este es un local muy interesante le felicito –interrumpió Malone.
-Es curioso, no se lo va a creer pero dudé entre poner una granja de engorde de pollos y esto.
-Eligió bien.
-Gracias. El olor fue lo que me decantó. El olor y el ruido que hacen los pollos.
-Pues repito mi felicitación.
-También yo le felicito.
-¿Y por qué?
-Por hacer tan feliz a Lola.
-Lo intento.
-Otros lo han intentado… y usted lo ha conseguido por lo visto.
-Debo informarle señor Tony que muchas veces Lola me ha hablado de usted de una forma que me ha hecho sentir celos.
-Al principio no estaba muy segura de que fueras tú, Ton –interrumpió ella-…nos vimos por última vez en…
-En la cárcel de máxima seguridad de shriek hijam bei. En medio del desierto -contesté mirándola fijamente a los ojos.
-No lo has olvidado…claro fue el día de tu ejecución.
-Un día así no se olvida, Lola.
-No, claro.
-El carcelero iba de gris, el cura de negro, y tú ibas vestida de rojo. Lo recuerdo como si fuera ayer – añadí.
-Sí, he guardado ese vestido. Cuando llegue la ocasión, volveré a lucirlo.
-Nadie es capaz de decir esto como tú, Lola.
-Ni nadie es capaz de sortear la muerte como tú, Ton.
-Para mí sería un verdadero placer invitarle a nuestro nuevo hogar, Hong Kong.-interrumpió nuevamente Malone-. Siempre y cuando encontremos los salvo conductos necesarios para abandonar esta Europa decadente, señor Tony-añadió.
-Y para mi, sería un honor contar con semejante guía. No conozco Hong Kong. Un filósofo dijo una vez que el misterio de oriente es el misterio de la conciencia en la que no entramos. Pero también me han dicho que en Oriente hay muchas moscas.
-Sabe usted señor Tony que los científicos hacen experimentos con moscas drosófilas, porque la estructura de su cerebro es muy similar a la nuestra.
-Vaya, no lo sabía. Y dígame señor Malone, sabe usted que el caballo nos ve más grande de lo que somos por su ojo deformante, y gracias a eso lo hemos podido domesticar. Es nuestro ojo, nuestra vision lo que nos dicta nuestra forma de actuar respecto a los demás…
-Aaaagg! Vale ya Ton, no empieces, que te conozco-interrumpió Lola- . No saques a pasear tu pedantería, no esta noche. Esta noche vamos a tomar una copa y olvidarnos de todo.
-Tienes razón, Lola. ¿Te he dicho que desde que me abandonaste tengo un sueño maravilloso y recurrente? Sueño que que una mujer preciosa de ojos verdes me trae el desayuno cada mañana.
-Esto se lo dirás a todas las mujeres.
-No, solo a las mujeres preciosas de ojos verdes que me traen el desayuno.
-Me encantaba como ponías la mantequilla…a las tostadas -dijo Lola.
-Y a mí. Veo que tampoco lo has olvidado.
-Por supuesto. Eso no se puede olvidar, Ton.
-Lamento tener que decirlo, pero se hace tarde – dijo Boss Malone, algo mosqueado.
-Señor Tony, ha sido un placer.
-Y para mí – contesté.
-Volveremos –añadió Malone.
-Eso espero
-Ton, despídeme de Abdul, -dijo Lola- le he visto regando el jardín cuando hemos llegado,…por favor.
-Lo haré.
-Siempre lo he apreciado, ¿sabes?
-Lo sé. Seguramente porque nadie en el mundo es capaz de meterme en líos como él.
-Buenas noches Ton.
-Buenas noches.
¿Por qué has tenido que venir precisamente a Vilanova i la Geltru, Lola? – me pregunté para mí, mientras la miraba alejarse hacia la salida. Algunas mujeres, y ella pertenecía a esa especie, parecen tener ese fuego ardiente, se mueven, hablan y hasta respiran de forma tan sensual, que todos los hombres se mueren por ellas. Lo más loco de estas mujeres, es que la seducción que despiden no tiene nada que ver con el aspecto físico o un rostro perfecto, pero en Lola se juntaba todo. Era como la reencarnación de una princesa eslava, distante y fría, pero también magnética y ardiente como el núcleo de una estrella. …Nadie caminaba delante de Lola… se arrastraba. El objetivo de cualquier hombre al verla, no era conquistar el corazón de ninguna otra mujer, sino el de ella. Pero llegar hasta él era como luchar en las trincheras. De seto en seto, de zanja en zanja. Hasta vencer por extenuación, o morir en el intento. Lola no era como las demás mujeres. Era la mujer.
Estaba ya abriendo la puerta para salir, pero entonces giró sobre sí misma. Se mojó explícitamente el labio superior pasándole su rosada lengua, y me miró con sus enormes ojos verdes en silencio durante un segundo. De arriba a abajo. De abajo a arriba. Sonrió. Volvió a mirar. Volvió a sonreír. Con una mirada sensual, de deliberada complacencia, casi de pensamiento pecaminoso.
Nunca es fácil recibir un flechazo. Las flechas tienden a doler mucho. Si te atraviesan la carne limpiamente está bien, puedes lidiar con eso. Es doloroso pero termina pronto. Pero si topan con un hueso y entran en la caja torácica, rebotan dentro de tu pecho destrozándote el corazón, Entonces tendrás suerte si se apagan las luces en menos de tres minutos. Por eso es siempre mejor cazar que ser cazado y flechar que ser flechado porque hay una regla de oro que jamás puede romperse. Una vez enamorado, te quedas así.

(Continuará...)