27 agosto 2011

Lola y Ton...La verdadera historia.(V)

…Hacía una espléndida mañana de Agosto y el sol atizaba lo justo como para que el cuerpo no discutiera con la ropa. Detuve el coche delante de la puerta de Lola. Bajé y miré el espléndido panorama. A lo lejos, la vasta planicie líquida se extendía refulgente como un pavimento de aljófares. Abrí la puerta de la verja que chirriaba como siempre y crucé el jardín en dirección a la entrada principal. Llamé, y Lola abrió. La recorrí con la mirada en una lenta declinación, saboreando su perfección sobre aquel lienzo iluminado. Mis ojos se detuvieron en la suave curva de sus senos, que el proteico escote dejaba casi al descubierto. Sus dorados pechos turgentes no cesaban de mirarme con descaro, y sus ojos color esmeraldas, muy brillantes,  y rodeados por oscuras y largas pestañas negras, me miraron con mayor fijeza si cabe. Era temprano,  y aquel borbollón de sensualidad que escapaba, apresuradamente y deliberadamente de sus labios húmedos y carnosos llegó casi a turbarme. Algunas mujeres, y Lola pertenecen a esa especie, no te miran, te irradian hasta quemarte la retina. Poseen ese fuego ardiente, que te abrasa lentamente, y se mueven, hablan y hasta respiran de forma tan sensual, que todos los hombres se mueren por ellas. Lo más loco de estas mujeres, es que la seducción que despiden muchas veces no tiene nada que ver con la perfección física, ni con el canon de belleza establecido, sino con esa aura invisible que te va calando los sentidos.

-Hola Lola, bonito día ¿verdad?
-¿Qué quieres?
-¿Por qué no eres más amable alguna vez?
-¡Ja! ¿Ya tienes un plan para salvar la agencia? ¿O debo cerrarla?
-¿Qué te pasa hoy, vuelves a estar agriada?
-Tienes un plan, ¿sí o no?-preguntó secamente-.
 -Lo único que sé es que debes confiar en mí.
-¿Confiar en ti? Confiar en ti. Ton, pero si hablas con la boca llena, y no señalas  antes de girar… y lo peor es que sé que ni siquiera tienes un plan.
-¿Has acabado?
-No no he acabado. Me gustaría saber cómo alguien como tú, alguien sin ninguna facilidad para el razonamiento lógico,  sin conocimientos sobre administración financiera,  un busca tesoros de pacotilla…
-Vas a empezar con eso-interrumpí yo-.
-...Ha podido a llegar a ser jefe de una agencia de investigadores de tesoros perdidos.
-Lola, cariño, ayer tuve una entrevista muy interesante con su eminencia el jeque Abu Abdullah Muhammad Sidebeh. Quiere que trabaje para él en un asunto muy lucrativo.

Lola se relajó y cambio de actitud.

-¿Entonces tienes  un plan?
-¡Yo… un plan!  Imposible todo el mundo sabe que no tengo facilidad para el razonamiento lógico, ni siquiera se andar y mascar chicle al mismo tiempo. El tonto de ton siempre va tropezando y dándose con las piedras… yo un plan…no.
-Lo siento, Ton.
-No lo sientas, ni siquiera sé si es una historia real, o solo una leyenda. Me estoy agarrando a un clavo ardiendo.
-Si ese jeque puede salvar la agencia, sigue agarrándote.
-Venga, arréglate y vámonos-le dije-.
-¿A dónde?
-Al museo de historia antigua.
-¿Por qué?
-Vamos a comparar este mapa -dije, señalando el documento que tenía en la mano-,con el mapa de la Atlántida de Platón que está en el museo de historia antigua- ….tenemos que conseguir que nos dejen cotejarlos.
-¡Qué! ¿Tú estás tonto? ¿No sabes que está guardado bajo dos centímetros y medio de cristal blindado  y que un ejército de sensores y detectores de calor  se disparan si alguien con fiebre alta se acerca demasiado? ¡Dios mío, Ton! Te has vuelto loco, sabía que tarde o temprano pasaría.
-Eh, que no vamos a robarlo, solo quiero que me lo presten un momento para compararlo con el que me ha entregado el jeque Abu Abdullah Muhammad Sidebeh

A las 12 en punto llegamos al museo.

-¿Me buscan a mi?
-¿La señorita Maite Matamoros?.pregunté amablemente desde lo alto de la escalinata-.
-¿Quien es usted?-replicó ella friamente-.
-Es ella-dije en voz bajo a Lola, mientras nos acercábamos -,  lección primera, conseguir que la gente se abra es complicado así que déjame a mi llevar este asunto...hola en información nos dijeron que la encontraríamos aquí soy…
-¡Oh, no me lo puedo creer! A usted la conozco,  salía en la TV-dijo señalando a Lola-.

Ella me miró con una sonrisita que se me clavó en lo más hondo de mi maltrecho ego.

-Hola,  soy Lola Hill i Sanllehí, y él es mi socio en la agencia. Sé que lo que le vamos a pedir no es muy habitual señorita  Maite, pero quisiéramos ver el famoso mapa de Platón  de la Antártida.
-Será un placer señorita Lola, qué guapa está usted, he visto todas sus películas, ¿sabe?

Después de revisar el mapa, gracias a que la señorita Maite Matamoros era una ferviente admiradora de Lola, y comprobar que los dos mapas eran exactos, salimos del museo, y subimos al coche. Me senté frente al volante, y después de mirar el retrovisor, me giré hacia Lola y dije:

-¿Si te pido que hagas algo lo harás sin preguntar por qué?
-¿Por qué?
-Retiro la pregunta. Salgamos del coche.
-¿Pero por qué?
-Vamos Lola, salgamos del coche, alquilaremos uno, cogeremos un taxi… tú sal del coche…
-No si no me dices el motivo…
-En realidad no es por nada importante, solo que…no quiero que mires…pero hay un hombre muerto en el asiento trasero-contesté sujetando fuertemente sus mejillas para evitar que girara la cara.
-Que hay un…que hay un -balbuceo asustada- …y como la sabes,  dímelo,  como sabes que está muerto-añadió temblorosa-.
-Pues o es eso, o  a ese tipo le gusta pintarse los labios de morado.

En ese momento Lola logró zafarse de la presión de mis manos, se giró, y gritó:

-¡Ton, hay un muerto en el coche!
-Te dije que no miraras. Tenemos que largarnos.
-¿Dejándole ahí? –Preguntó Lola-.
-Créeme, no se lo tomara a mal. Creo que es un aviso. Alguien quiere que sepamos que nos siguen.
-¿Quien?
-No sé quien.
-¡Ya está bien!, Se acabó Ton…
-Pero que dices…
.Digo que ya no quiero ser socia tuya en nada…en nada…
-Pero Lola, deja que…
-¡Se acabo!
 -Lola este puede ser  nuestro gran caso, podemos…
-¡Se acabo! Se acabo el  gran caso, se acabó todo…
- Piensa en lo que hemos descubierto hasta ahora. Estamos muy cerca de algo, lo sé…
-¡Cerca de morir! –gritó como una descosida.
-Venga, ven conmigo, necesitas un trago, no paras de gritar y eso es algo que me irrita... Lola te aconsejo que empieces a comportarte de un modo mas civilizado.
-Pero eso es un cadáver, Ton.
-Sí, eso parece. Mira, aquí hay un bar, vamos a tomar algo y así te tranquilizaras.

Entramos y pedí dos copas.

-¿Qué es?-me preguntó Lola acabando de un trago la suya-.
-Lo que tomaban los kamikazes antes de morir-contesté sentándome enfrente de ella-. Lola no comprendes que si logramos descubrir  esa isla misteriosa donde se esconde la segunda mitad del  medallón que está en posesión del jeque Abu Abdullah Muhammad Sidebeh, seremos ricos.
-Pues está bueno-contestó ella refiriendose al brebaje que acababa de tomarse-.
-Otro kamikaze para la señora-pedí al camarero-.
-¿Es que piensas emborracharme?

Sin hacer caso a su comentario, la miré dulcemente a los ojos y en una clásica y premeditada estrategia para intentar ablandarla, y queriendo aprovechar que justamente en ese preciso momento alguien acababa de poner música en la máquina Juke box, le dije:

-¿Quieres bailar?
-¿Qué?
-Bailar, ya sabes mover  el cuerpo. Tu,  yo,  los dos,  ahora…
-Pero aquí la gente…la gente no baila en un sitio como este…
-Anda ven -repliqué ciñendo su cintura suavemente atrayéndola hacia mí-.
 -No pienso cambiar de idea-me dijo apoyando su cabeza sobre mi hombro siguiendo el compás de la canción-.
-Ya lo sé, quiero solo bailar contigo.
-Esto es absurdo.
-Es posible-dije yo-, pero va a tener éxito, ya verás… muy pronto la gente bailara en cualquier sitio.
-No recuerdo haber bailado nunca en un sitio como este-replicó Lola muy emocionada-.
-Es igual que una discoteca, es algo normal.

Las mujeres saben que el erotismo es un estado mental, es una forma de moverse, sentirse, mostrarse, y Lola era la mejor aplicando el manual.

-¿Ton, puedo preguntarte una cosa?
-Claro, ya sabes que mi vida es un libro abierto. Pregúntame lo que quieras…pero nada de física cuántica, que en eso estoy pez.
-¿De verdad crees que soy fría?
-¿Yo he dicho eso?
-Dos veces.
-No, no he dicho eso…
-Si, ayer, me lo dijiste…
-Como iba a decirlo… fría tú… si estoy a punto de quemarme.

Entonces cogí su rostro entre mis manos y  la miré con deseo. Luego introduje mis dedos en su hermosa melena rubia que le caí hasta los hombros,  y la besé en la boca. En ese momento ella se colgó de  mi cuello, y sus labios se adhirieron todavía más a los míos. El beso fue tan bueno y dulce, que casi me puse triste de pura felicidad. Cuando separó sus labios de los míos, me miró  y me dijo:

-Ahora ocúpate del muerto, yo me marcho a casa en taxi.

No hice ningún comentario. Lola era así. Sus ojos expresaban tranquilidad; quizá suponía que yo sería capaz de solucionar el problema sin meterla a ella en él. No había duda de que Lola confiaba en mí. Entonces se separó de mi presión con toda calma, y se dirigió hacia la puerta de salida a pasos lentos. El suelo se estremeció, y yo también, al ver su tentador deambular.   
Estaba ya abriendo la puerta para salir, pero entonces giró sobre sí misma. Se mojó explícitamente el labio superior pasándole su rosada lengua, y me miró con sus enormes ojos verdes en silencio durante un segundo. De arriba a abajo. De abajo a arriba. Sonrió. Volvió a mirar. Volvió a sonreír. Con una mirada sensual, de deliberada complacencia, casi de pensamiento pecaminoso y me dijo:

-Hasta luego.

(Continuará…)

23 agosto 2011

Lola y Ton...La verdadera historia.(IV)


…Después de entregarle  las llaves de los coches, incluido mi Porsche, me subí el cuello de la chaqueta,  encogí los hombros para protegerme de las gotas de agua, y, las manos en los bolsillos, atravesé el jardín en dirección a la calle. Aun tenía una hora de paseo bajo la lluvia para llegar a mi casa…pero era cuesta abajo. Lola vivía en la parte alta de la ciudad. Desde ese punto la vista era maravillosa. Las miles de luces de la franja costera lucían sobre las delgadas crines blancas de las negras ondas, con las nubes cargadas de electricidad sobre su órbita. Sus haces de colores al acercarse a la línea del horizonte se mezclaban con la negrura del mar, surcándose de saetas de luz, suavemente ondulantes, al compás de las leves olas de la superficie. Desde lo alto, la brisa silbaba entre la hilera de farolas que emitían sus rayos sesgados, tristes y fríos que caían de lleno en las dilatadas pupilas sin hacer pestañear los párpados. Aquel mar de luces que se divisaba a lo lejos, a la derecha, era la zona de ocio llamada “Maremagnum”, y más lejos aún, entre una bruma ligera que comenzaba a velar el horizonte, se distinguía un nuevo resplandor, más intenso: El Prat de LLobregat, probablemente. Aunque la noche era cerrada se podían ver las farolas del puerto deportivo, balancearse en la cima de los frágiles soportes, mostrando sus resplandores de frígida luminosidad. Esparcidos por todo aquel arco ópalo  reluciente, los barcos anclados flotaban casi inmóviles bajo la débil claridad de una Luna secuestrada por un velo de nubes argénteas. ¡Qué espléndido panorama! – pensé para mí –.
Seguía bajando por la calle resbaladiza embutido en mis pensamientos cuando oí lo que esperaba oír:

-Ton, espera, te llevo a casa, no quiero ser la culpable de un posible resfriado.

 Giré la cabeza y mis ojos se cruzaron con los suyos, quedando absortos por su belleza. Era Lola que detuvo el coche que momentos antes le había entregado.Su piel brillaba bajo los reflejos de las farolas sobre el asfalto mojado. Me miró desde abajo y de repente, sus ojos se ensancharon. Abrió la puerta del lado derecho del coche y entonces el valle de sus senos se abrió para mi. Luego me invitó a acomodarme. No me lo podía creer. Lola me tenía seducido completamente. No pude resistir mirar de reojo sus piernas que ella nunca intentó esconder, y me acordé de lo mucho que habíamos pasado juntos. Saqué un cigarrillo, lo encendí y aspiré una gran bocanada de humo, dejándolo luego escapar entre los dientes con un relajado suspiro, y mirándola a los ojos dije:

-Solo faltaría que nos quedáramos sin gasolina a medio camino, como aquel día en Normandía, ¿te acuerdas?

Ella miró el salpicadero.

-Como no me voy a acordar, también llovía y tuvimos que caminar 5 kilómetros hasta una gasolinera apestosa. Pero tenemos gasolina, no te preocupes…marca medio depósito.

Sonreí maliciosamente, y salimos calle arriba en dirección a la circunvalación. A los 5 minutos, el coche hizo un amago de detenerse, y finalmente se detuvo.

-¿Qué pasa?-preguntó Lola nerviosa-.
-Creo que nos hemos quedado sin gasolina-respondí con una mueca maliciosa-.
-¡Pero si marca medio depósito! -Exclamó sorprendida-.
-Siempre marca medio depósito…está roto desde el mes pasado, no funciona-repliqué ladinamente-.
-Oooooo, eres odioso, lo has hecho expresamente. Lo sabías…sabías que no te dejaría en la calle lloviendo…sabía que me ofrecería a llevarte…sabías que no quedaba gasolina…eres diabólico, Ton.
-Te juro que no lo sabía, Lola, pero eso nos vendrá bien para hablar de la agencia. Sabes, tengo un plan para salvarla.
-No te creo hiciste eso para estar conmigo y convencerme de trabajar juntos
-¡Estás loca! Es cierto que quería que fueras mi socia por tu nombre y tu dinero, pero no por ti. ¿Crees que quiero tener a una rubia patosa revoloteando alrededor mío?
-¡Rubia…patosa! ¿Me estas llamando a mí, rubia patosa? ¡Tú…  matón de pacotilla!
-¿Qué me has llamado?
-Matón de pacotilla. Deberías haberte visto el año pasado, en aquel hotel del Kalahari peleando con el recepcionista. ¿No te ha enseñado nadie a dar un buen puñetazo? ¡Los hombres de verdad no pegan así! Hacen fuerza con todo el cuerpo pero tú… ja… pegas con la mano tonta.
-¡Ese niñato imberbe y afeminado que te estaba tirando los tejos no tenía ni media bofetada! ¿O me lo vas a negar?
-Eso es mentira-gritó ella- él no me tiraba los tejos, era solo amable conmigo.
-Venga nena, estaba coladito por ti…y tú le alentabas. Solo te faltaba hacerle la ola cuando te traía el tabaco.
-¡Ooooo, eres…eres…! -dijo abriendo la puerta para salir del coche-.
-¡Muy bien, vale ya! Escúchame. No vas a ir a ningún sitio hasta que estés calmada ¿De acuerdo?

Ella, y esa es la verdad…tranquila, lo que se dice tranquila, no estaba.

-¿Lo estas ya? -pregunté dulcemente-.
-Lo estoy-murmulló entre dientes-.
-Tienes los músculos tensos.
-Estoy calmada.
-Pues parece que te ha dado un calambre en la mejía.
-¡Estoy calmadaaa!-gritó-.
-Bien, confiare en tu palabra. Lola, Lola-dije acariciando su dorado pelo…te guste o no, estamos juntos.
Me miró…No, más bien me fulminó con la mirada, y me soltó un guantazo de los suyos.
-Así se da un buen puñetazo-añadió con una sonrisa de satisfacción que hasta un tonto habría adivinado-.
-Estaba deseando volver a sentir tu piel sobre mi piel-contesté masajeándome la mejilla dolorida-.
-Humm, te lo merecías, Ton. Eres especialista en sacarme de quicio. Bien. ¿Qué vamos a hacer ahora? Estamos sin gasolina, a la una de la mañana, aquí,  entre tu casa y la mía, y yo no me quiero mojar.
-Claro. No te preocupes, a la vuelta de la esquina está la agencia, tengo las llaves todavía, y hay dos sofás muy elegantes. Allí podremos dormir hasta mañana. Me encantan las acampadas-dije saliendo del coche y cogiéndole la mano. Recuerdo que a ti te gustaba ir de PIC-NIC-añadí con la mejor de mis sonrisas-.

Entramos en la Oficina. Todo estaba en silencio. Me dirigí a un armario de uno de los despachos y saqué un par de mantas de cuadros escoceses que sabía estaban allí. Lola parecía más tranquila. Su mirada era como el algodón en invierno.

-¿Por qué me miras así? -pregunté curioso-.
-Porque me sorprende que no intentaras llevarme a tu casa y luego a la cama.
-Me estas insultando… ¿Te hubieras negado?-pregunté pillamente, esperando una respuesta que ella no quiso darme-. Claro que si-respondí por ella, sabiendo que era justamente todo lo contrario-. ¿Quieres llamar a alguien para decir que estas bien? ¿A tu novio, a alguien?
-Por favor…
-¿Qué?
-No había oído la palabra novio desde que me separe de ti.
-Perdona… lo siento… si quieres llamar a ese imbécil de abogado tuyo, marca primero el 9.
-¡Vale ya Ton! Jordi es muy buen amigo. Y no me gusta que hables así de él.

La miré con los ojos chispeantes y dije:

-¿Qué se siente siendo tan guapa?
 -No cambies de tema.
 -¿Yo?…creía que el tema eras tú.
-El tema sois tu plan para salvar la agencia y tú.

Me quedé pensativo y empecé a caminar lentamente por la sala. Lola que era muy lista me miró y me dijo:

-¿No tienes ningún plan verdad?
-¿Me estas llamando embustero?-contesté muy serio-.
-Oooo no te estoy llamando nada,  solo busco un poco de seguridad,  la sensación de que algo o alguien  está al mando y que sabe que hacer… que ha pensado en el lio en  estamos y…que tiene alguna idea para salir de él.
-Ya lo he hecho-repliqué con aplomo-.
-¿Si?

Me acerqué, y le acaricié suavemente su preciosa melena que caía como una cascada dorada sobre sus hombros.

-Sabes que tu cabello es como el vellocino de oro, como el trigo en verano…
-Te parece siempre todo divertido, Ton-interrumpió ella-,…no maduraras jamás.
-Lola, afróntalo, soy el mejor, y por eso nunca me pongo nervioso.
-Más te vale.
-Tengo mi propia versión del optimismo. Si no puedo cruzar una puerta, cruzaré otra o haré otra puerta. Algo maravilloso vendrá, no importa lo oscuro que esté el presente. Lo dijo Tagore que era muy listo-rematé sonriendo-.

Al día siguiente, limpio y perfumado, me presenté en casa de un jeque árabe que días antes había conocido en la embajada Qatarí, en Barcelona, y que había solicitado que le fuera a visitar a su casa de L’Ametlla del Vallés, a las afueras de Barcelona para tratar un tema delicado, y confidencial.

-Soy  Tony Garvín,  su eminencia el jeque Abu Abdullah Muhammad Sidebeh me está esperando.
-Pase por favor.
-Gracias.
-Si espera aquí señor-me dijo el sirviente mostrándome una salita-, le diré a su eminencia el jeque,  que ha venido.
Pasaron unos minutos y oí:
-Por aquí señor. Pase. Este es el señor Garvín-le dijo al jeque que estaba sentado en un sillón que parecía el trono de un faraón-.
-Está mirando a un hombre desesperado-me dijo él al mismo tiempo que me mostraba un asiento-.  Un hombre desesperado y alterado que necesita de su pericia señor Garvín.  ¿Quiere una taza de té?
-Gracias  eminencia.
-¿Que sabe acerca de mi?
-Pues sé que es muy rico que su esposa preferida se escapó con el jardinero, y que tiene dos hijas muy guapas, pero un poco salvajes y un hijo descarriado.
-Si, me temo que mis hijas tienen todos los vicios habituales de occidente. De mi hijo hablaremos luego. Pero vayamos a lo importante. Verá señor Garvín cuando mi padre murió me nombro jefe de la casa de Sidebeh  y heredero de dos cosas…ambas constituyen parte de un fabuloso secreto.
-¿Cuáles son esas dos cosas de las que habla?-pregunté con sobria curiosidad-.
-Ahora las verá. Venga conmigo. He aquí la primera-me dijo mostrándome unos jeroglíficos  sobre un documento muy antiguo. Narran una legendaria historia todavía inconclusa. Está en mal estado porque cuando mi padre exhalo su último suspiro y yo me apresuré a venir  a su lado aquí para descifrar el secreto, uno de los sirvientes irrumpió en esta pieza, e intentó arrebatármelo de las manos.

Al principio su actitud me sorprendió, pero muy pronto comencé a sentir una viva  curiosidad cruzar por mi mente desconfiada.  Me acerqué para alcanzar el documento, lo cogí y lo miré en silencio. Su estado de conservación no era muy bueno, y  su aspecto era frágil, dada su aparenta antigüedad, por lo que lo manipulé con la mayor ternura posible, temeroso de que fuera a disolverse en mis manos... Lo examiné con interés disimulado, y dije:

-¡Qué extraño! ¡Qué hermosamente extraño! Es evidente que es un documento antiguo, seguramente de la época del imperio medio.
-¡Excelente! ¡Excelente! Sabía que es Usted una autoridad al respecto, y lo acaba de acreditar.
-Hablaba de que dos cosas le fueron legadas…
-Aquí está la segunda –dijo señalando un objeto con forma de símbolo egipcio-, un signo, un enigma. Y dice la leyenda que el enigma comenzara a desvelarse cuando esta pieza y su otra mitad que falta sea mostrada completa al gran espíritu que mora la tumba perdida del gran faraón Seti III. Sin embargo el signo todavía está incompleto.
-¿Y esto es la clave de un  importante secreto? ¿De que se trata? ¿Qué es lo que será revelado?
-El poder, señor Garvín,  un poder absoluto solo igualado por el poder del arca de la alianza.
-¿Un poder absoluto? –Pregunté retóricamente mientras miraba aquél objeto extraño-. Entonces parte del secreto ha de estar aquí-añadí seguro de mi mismo-. Parecen signos de presagios, o de muerte-dije yo-.
-O grandes riquezas tal vez, o un tesoro oculto.
-¿Y esta pieza que tiene que ver con el enigma?
- Falta una segunda que tiene que encajar con esta. Hay que encontrarla a toda costa. Antes que  la casa de Betsaneeth la encuentre. Y usted es la persona elegida, Alá sea loado.
-Fíjese esto es un mapa, -dije yo observando el documento a contraluz.
-Lo sé, pero nadie ha sido capaz de descifrarlo aún.
-Bien, señor Garvín, ¿acepta usted trabajar para mí?
-Será un honor y un placer, eminencia.
-¡Fantástico! Ahora quiero pedirle un pequeño  servicio, o favor si lo prefiere. Se trata de mi hijo Rachad,  un inútil, un necio,  un perroflauta. Le pagaré el doble si se lo lleva con usted.
-¿Llevarlo conmigo?
-Si, aquí lo tiene-me dijo abriendo una puerta y mostrándome a Rachad.
-Jajaja, pero eminencia, acaba usted de decir que es un inútil…. Y ahora que le veo, yo opino lo mismo.
-Le ofrezco el triple… ya sé que el aspecto del chico es patético detrás de esa cortina de humo y  ese olor a marihuana barata, pero usted lo arreglará, seguro.
-Eminencia, ni se pueden coger dos tetas con una mano, ni yo sé hacer milagros.
-Siéntese por favor, y escuche. El chico irá con usted, le pagaré el triple y además le regalaré una chica de mi harén. Le gustará, es un poco flacucha para mi gusto, a mi me gustan más rellenitas, deliciosamente rellenitas. Esta parece la gemela de Eva Longoria, pero de noche una semilla de algodón es como una perla. Así pues aproveche la oferta: la muchacha, mi hijo y muchísimo dinero.  
-Bueno, no me deja usted  elección.
-El destino nos ha reunido, no tengo ninguna duda. Ala le sonreirá, señor Garvín.
-Lo más probable es que se ría de mi-repliqué mirando de soslayo a Rachad, el hijo inútil de mi anfitrión, el jeque Abu Abdullah Muhammad Sidebeh-.

(Continuará…)

Lola y Ton...La verdadera historia.(III)


Era casi media noche, y no estaba de buen humor. Yacía apoyado contra los almohadones, contemplando el baldaquín de mi cama. Pensaba alternativamente en tres cosas diferentes: en Lola, en la agencia y en que no podía dormir. De las tres cosas, Lola era lo que más me turbaba. Suspiré. Pensé que algún día tendría que aprender la lección. Me senté en el borde de la cama e hice una mueca en dirección a la puerta cerrada.  No me gustaba la soledad y me gustaba aún menos saber que había sido lo bastante estúpido o desafortunado para terminar en ella. Llevaba casi un año culpándome a mí mismo por lo ocurrido en aquel viaje al Kalahari. Miré las llaves del coche que estaban sobre la mesita y pensé: “este es un buen motivo”. Las cogí, salí de casa, arranqué el Porsche, y me dirigí a toda velocidad a casa de Lola. Me detuve en la puerta principal. Una fina lluvia de agosto golpeaba el parabrisas del coche, así que corrí rápidamente a protegerme bajo el pórtico de la entrada. Llamé, y a los pocos segundos la puerta se abrió.
-¿Qué haces aquí?-dijo Lola mirándome asombrada-.
— ¿Te importa que entre? —Pregunté, con cierta timidez—. Aquí fuera está lloviendo.
-¿Qué haces aquí?-repitió fríamente-.

-He venido a devolverte las llaves de los  coches de la compañía y a decirte que creo que cometes un grave error cerrando la agencia-dije con gentileza-.
-No hay nada más que hablar, está decidido.
-Lola, olvida lo que pasó el año pasado  y escúchame…
-Si no abandonas esta casa ahora mismo llamaré a mi abogado-contestó con los ojos muy abiertos-.
-¿Quién, Jordi? Oooh, ¿y tu amiguito se presentaría inmediatamente? A propósito háblame de él. Espero que no estés planeando nada en serio.
A Lola no le gustó mi sonrisa. La puso nerviosa y eso la irritó, lo noté. Y para terminar de empeorar las cosas, no podía disimular que además seguía sintiéndose físicamente atraída por mí.

-Ton, eres la persona más cargante que he conocido.
-Es evidente que ese guaperas con esa cara no es de este planeta. Me gustaría apostar, pero una cantidad importante,  a que ese imbécil lleva calzoncillos tipo tanga.
-Buenas noches Ton-replicó intentando cerrar la puerta-.
-Dime que todavía no lo has averiguado-contesté divertido e irónico-,  no me rompas más el corazón.
-Ton, estoy cansada y no quiero discutir.
-Niega que ese tipo hace burbujas con la saliva-añadí en tono de burla-… niégalo, venga,  niégalo,… Lola, ahora en serio, quiero hablar contigo.
-Pero yo contigo no
-He venido aquí, me he cambiado de calzoncillos, me he puesto corbata… ¿y encima no quieres hablarme?
-Está bien… habla pesado...
-Escucha Lola, comprendo que tengas dificultades económicas pero esa no es razón para que cierres la agencia.
-Ah no, ¿tienes idea de cuánto dinero perdió el año pasado?
-Porque se suponía que teníamos que perder, era nuestra misión,  perder dinero…y perdimos… ¿eso desgrava, no? Ahora cambias de idea y quieres ganarlo, pues vamos a ganarlo.
-Esta conversación es ridícula
-Soy el mejor en lo mío, y lo sabes…
-No hay nada en tu historial que lo avale.
-Perdona, pero tengo una muy buena formación… te acuerdas de la Sorbona, y Oxford...
-¿Qué pasa con Oxford y la Sorbona?
-Nada, que son buenas universidades… Sabes muy bien que tengo instinto, y preparación.  Te he hablado de Oriente próximo,  Afganistán, o Irak…
-¿Has estado en Afganistán e Irak?
-No, pero pude haber estado… me acerqué mucho. Lola, cielo, no lo hago por mi y lo sabes…no puedes cerrar la agencia, solo necesitamos un encargo,  un buen encargo y ganaremos pasta, mucha pasta. Además, ahora contigo todo será más fácil, eres famosa, todos te conocen, eso funcionará…
-Por favor…
-Con tu buena reputación podríamos  conseguir encargos, trabajos…mira, por ejemplo el códice Calixtico…sigue sin aparecer. Ya sabes cómo es la policía española, no encontraría un elefante verde en un pajar.
-Buenas noche Ton
-Nena, venga,  necesitas a alguien como yo a tu lado… soy divertido, cuando fue la última vez que te divertiste
-Yo me divierto mucho, todo el día.
-¿Con quién?  ¿Con el engolado, con ese picapleitos?
-Déjame en paz, no quiero trabajar contigo, no quiero divertirme contigo, pero sobretodo, no quiero hablar contigo.
-Vale, entiendo las indirectas…
-Quiero que salgas de mi vida, eso es todo.
-No digas cosas que no sientes.
-Lo repito, fuera de mi vida…fuera, fuera, fuera…
-Está bien. Tienes razón, toda la razón…no pensé en ti, ni en cómo te sentías. Solo pensé en mí como siempre. Idiota…soy idiota. Lo siento mucho me iré de esta casa, y de tu vida. Me voy.
-Adiós
-No volveré más.
-Bien
-Adiós
-Adiós. Pero no olvides que no necesitas ningún dandi esnobista. Necesitas a un hombre con agallas.
-¿Como tú? –preguntó con los ojos chispeantes-.
-¡Claro,  no conozco a nadie mejor!
-Adios, Ton.
…Y cerró la puerta. Alguien dijo que el dolor es el alimento esencial del amor, que cualquier amor que no se haya nutrido de un poco de dolor puro, muere. Siendo eso verdad, nuestro amor estaba muy vivito y coleando.

(Continuará…)

21 agosto 2011

Lola y Ton...La verdadera historia.(II)

…Corre, fluye, se curva,  se estira y se comprime. Es caótico y turbulento y va en todas direcciones. Posee un pasado,  un presente y un futuro. No podemos verlo, ni olerlo, ni tocarlo, pero aun y así, rige nuestras vidas. Todos somos pasajeros del tren del tiempo,  con un pasado un presente y un futuro,  y nos guste o no, nos dirigimos hacia nuestro destino a un ritmo imparable de un segundo por segundo.
Recuerdo que cuando tenía  6 años mi padre me dio su antiguo reloj de bolsillo, un precioso cronometro con una maquinaria suiza compuesto de miles de piececitas diminutas. Como funcionará- pensé yo-, y decidí averiguarlo estrellándolo contra un muro de piedra granítica. Desmontarlo fue mucho más fácil que volver a montarlo, pero así aprendí como funcionaba. Eso es lo que hacemos toda nuestra vida, desmontamos las cosas y observamos los restos que quedan con curiosidad…pero  tenemos que romper las cosas cada vez más fuerte,  para ver cada vez partes más pequeñas, y así satisfacer nuestra maldita curiosidad.  Eso hice yo con mi relación con Lola: hacerla añicos para comprobar de que estaba hecha… Y al igual que me pasó con el reloj de mi padre, supe desmontarlo, pero no fui capaz de volver a montarlo.
Eran las once de la mañana y estaba en mi despacho aburrido como una ostra española cuando mi secretaria Olga abrió la puerta para comunicarme que tenía una visita. Olga no era muy agraciada físicamente, ni tampoco muy lanzada. Era más bien tímida. Cuando la conocí no era más que una pobre e inocente chiquilla perdida en la calle, asustada y apocada. Créanme, era así, pero decidí hacer de ella la mejor secretaria del mundo, la mejor…y ya había adelantado mucho con ella, aunque no lo suficiente.

-Tony, una señorita quiere hablar contigo- me dijo tímidamente-.

Yo que estaba ocupado en encestar bolitas de papel en la cesta metálica instalada estratégicamente a dos metros de mi mesa, la miré fijamente a los ojos, y le pregunté:

-¿Quién es?
-No me lo ha querido decir, pero insiste en hablar contigo.
-Está bien, hazla pasar, puede que sea un cliente que necesite de nuestros servicios. Ah, Olga recoge estas bolitas de papel que hay cerca de la puerta.

Saqué unas carpetas de mi cajón y las dispuse sobre la mesa. Quería impresionarla. Una mesa sin legajos, informes o documentos con membretes, no es una mesa –pensé yo-. Luego me incliné sobre la misma adoptando la postura del “hombre ocupado”.

-Hola.

Esa voz me era familiar, y el volumen, que emitió sin esfuerzo, casi sin molestarse en mover los labios, me era más familiar si cabe. Levanté la vista, y la vi. Era tan hermosa que cortaba la respiración. Estaba parada a un metro de la puerta, en la parte menos sombreada, donde su figura brillaba con un fulgor tranquilo y deslumbrante, solo atravesada por una estrecha faja de sombra oscura.
La volví a mirar perdido en el asombro. Era Lola. Allí estaba delante de mí, metida en su traje de “sublime soberbia”, como si hubiera desertado del campo de las emociones y los sentimientos. Sus ojos eran expresivos y enigmáticos, asombrosos y perturbadores. Ella, entusiasta y fabulosa… pero su rostro…su rostro hacía un esfuerzo  anonadante  y sorprendente, para intentar convencerme de lo que me resultaba  inconcebible… Y es curioso, porque en aquel momento tuve la sensación de que algo resonaba violentamente en su interior: tristeza…melancolía…soledad…o quizás desamor. Fuera lo que fuera, le había vaciado el corazón… y fue entonces cuando no me cupo la menor duda de que me seguía queriendo. Así era yo.

-Hola -contesté reclinando mi cuerpo hacia atrás-. ¿Nos conocemos? -añadí con despechada ironía-.
-No creo que nos conozcamos-me contestó friamente-.
-Ey,  espere un segundo, no me engaña-contesté  sonriendo malévolamente y siguiendo un juego al que estaba acostumbrado a jugar y del que era experto-. Los ojos no mienten y menos estos que son fotográficos. Cuando han visto algo lo encierran para siempre.
-Ya veo, pues yo no le noto nada.

Estaba claro que a Lola también le gustaba jugar.

-No, no cambie de tema, está viendo a un sabueso en cuanto estoy sobre algo…
-Todo eso está muy bien…
-Me acordare, me acordare…-la interrumpí, levantándome del sillón para acercarme a ella-.
-Bien, habrá visto mi foto en algún sitio-replicó ella seriamente-.
-¡Lo sabia!-exclamé-.
-No se chupa el dedo.
-No, desde luego que no-repliqué sonriendo-.
-Yo he venido aquí…
-Recuerdo que hace un año, en el Kalahari-volví a interrumpir yo-….no estoy muy seguro pero apostaría la camisa a que fue usted quien me acompañaba… ¡Qué hermoso! El desierto anegado le llaman. Lo recuerdo como si fuera ayer. Estábamos en el cruce de un gran rio africano con el seco corazón del Kalahari. Una tierra de profunda belleza: el delta de Okabango. Abdul, nuestro guía en aquel viaje, y que luego integramos en la familia, dandole el trabajo de cocinero, nos dijo que cada año las aguas del Okabango recubren miles de kilómetros cuadrados de arena, naciendo así un desierto anegado. Fue un viaje maravilloso a uno de los parajes más espectaculares del mundo.  Si, ya sé que entre sus sorprendentes vistas se esconden grandes peligros y criaturas extrañas y extraordinarias pero qué es todo eso en comparación con la belleza de las aves volando en circulo sobre las aguas de ese delta sin igual en el mundo, eh? Sí, aún tengo su imagen grabada en la cabeza-proseguí, mientras ella me miraba sin mover una pestaña-.  Creo recordar señorita que  le gusta el jazz;  su película favorita es Juan salvador gaviota y  le gusta ayudar a los niños más necesitados… ¿Doy en el blanco? Tengo su imagen aquí, dentro de mi cabeza-dije tocándomela con el dedo-… y si me permite decirlo está usted mucho más guapa, ahora, aquí, en mi despacho, totalmente vestida de Caprile… casi un año después…Por cierto, dale recuerdos a Abdul cuando lo veas...
-¡Escucha Ton! -gritó ella-, dejemos ya el juego. Quítate esa mueca de estudiante salido del colegio o te la quitare yo: no soy ni la inocente y ciega mujer de hace un año, ni nada parecido. Para tu información soy  Lola Hill Sanllehí, la dueña de este tugurio donde dices trabajar.
-Lola Hill Sanllehí… Lola Hill Sanllehí-repetí mirando al techo como quien busca refrescar su memoria-.  ¿Tú eres Lola? Ya sabía yo que me sonabas. Te diré una cosa te adoro, veras siempre te he adorado, no te enfades…bueno bueno…  ¿y que querías decirme, cariño?
-Estas despedido.
-Jejeje, ¿como dices?
-La agencia “Caza tesoros” es propiedad mía y de mi holding de sociedades” Lola Hill investments”. Nunca te han interesado mis negocios, lo sé…
-Ni a ti tampoco hasta hoy,...algo debe de haber ocurrido-interrumpí yo sonriente-.
- Esta agencia que tu diriges,-prosiguió ella sin hacer caso a mi observación-,  ha registrado importantes pérdidas en los últimos tres años de funcionamiento y…
- No olvides que yo solo llevo un año trabajando aquí-repliqué para dejar claro que la ruina de la empresa no era culpa mía-.
- Eso no me importa, he dispuesto cerrar las puertas, de inmediato…espero que todas las cuentas para tarjetas expedidas  por la compañía me sean entregadas así como la inmediata devolución de todos los coches de la agencia.
-Mi coche de empresa… mi coche de empresa y mi Porsche, ¿los dos? – grité sofocadamente-.
-Una agencia inmobiliaria ya está buscando arrendatario para este inmueble, así que cuando antes se lo digas a los empleados será mejor para todos, nos evitaremos problemas. Naturalmente cumpliremos con cualquier acuerdo de indemnización que haya sido redactado al negociar los contratos individuales y habrá dos semanas de paga extra pata los empleados que no estén cubiertos por  las condiciones de su contrato. ¿Lo entiendes ya, Ton?
-A la perfección.
-Ah, y no te creas que  es fácil para mí. No disfruto dejando a la gente sin trabajo. Bien si me disculpas ya acabe con lo que tenía que decir.
-¿Sabes lo que es sorprendente? Que por tu elegante vestido, tu estupenda manicura, y tu carísimo maquillaje, jamás se adivinaría lo mal follada, y lo fría que eres.

Me lanzó un guantazo y desapareció sin mediar palabra. Yo me reí y murmullé:

-Volveremos a vernos y repetiremos esto, ¿vale?

Unas horas más tarde, ya de noche, sentado en mi sillón de espalda a mi mesa, seguía pensativo y melancólico.

-Tenia que llegar el momento de recoger nuestras cosas-me dijo Olga entrando en el despacho-,  este trabajo nuestro no tenía futuro. Hasta que volvamos a vernos Tony. Voy a echar de menos trabajar para ti. Has sido el jefe más divertido que he tenido- remató, con una lágrima recorriendo su mejilla-.
- Ey ey ey… no llores. En el fondo  esa mujer, Lola,  tiene los pies en la tierra. Esto es una ruina y había que cerrarlo tarde o temprano. Pero no se acaba todo. He recibido tres  llamadas de otras agencias rogándome que trabaje para ellos y en cuanto me coloque en algún sitio pienso contratarles a todos de nuevo…Y a ti en particular.
-Mucha suerte Tony- contestó ella con un beso de despedida-. Y espero que por muy bien que te vaya en la vida… jamás… jamás, cambies.

La miré marcharse a través de la oscuridad, y la soledad de la penumbra. Quiso ser  la última en despedirse, y entonces recordé lo que una vez dijo Rabindranath Tagore: que la verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido.

(Continuará...)