24 diciembre 2012

¡Feliz navidad!


(...) Estamos en vísperas de Navidad, y de usted depende que estas Navidades le traigan alegrías o penas.

Henrik Johan Ibsen

14 diciembre 2012

En busca de las huellas del Argentinosaurus en la Patagonia argentina (Final)


Decía Lin Yuang que el humor es parte de la vida y en consecuencia no debe ser excluido, ni aun de la literatura seria. Lin Yuang era muy sabio y yo quería comprobar hasta las últimas consecuencias sus iluminadas palabras. Y eso hice. Miré a Abdul fijamente, y le dije:

-Ahora cuéntame todo lo que sabes.

 -Verás, no te lo vas a creer Tony Pashá. Hace unos días la señora Fulgencia Eleonor de Bordecillas, la misma que te contrató para  averiguar el paradero de su marido el doctor Alejandro José Hernán Cortés de Villanueva, se presentó en casa de Lola y le pidió que investigara un suceso muy extraño relacionado con una momia.

-¿Una momia?

-Sí, una momia egipcia. Una de esas momias egipcias que fueron momificadas hace miles de años. Ese tipo de momia. Según le dijo la tenía guardada en una habitación junto con otros objetos egipcios. Ah, y una vasija llena de arena.

-¿Arena?

-Sí, allí hay mucha arena.

-Allí… ¿dónde?

-En el Sahara. El desierto, ya sabes.

-¿Solo arena?

-Sí, solo arena. El caso es que una  noche la  momia...Amenhopep…

-¿No será Amenhotep?

-Sí, eso, Amenhotep. Un tipo de la dinastía XIV o algo así. Eso es lo que dijo la señora Fulgencia.

-Vale, vale… ¿Y qué pasó aquella noche?

-Se rió.

-¿Perdón?

-Se rió.

-¿Se rió?

-Así es....que el profeta Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él, me deje mudo si miento.

¿Quién se rió?

-La momia…Amenhotep.

-¿Y cómo se rió?

-Espera la voy a imitar. Mira se rió así: jajajaja. No, realmente no es así...es más aguda que esa, es más parecida a esta....jejejejeje

-Veo. ¿Y cuando se ríe?

-Prácticamente en todo momento.

-¿La has visto reírse?

-¿Yo? ¡Por Alá y el profeta Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él! No, yo no la he visto reírse.  La cuestión es que la señora Fulgencia parecía muy preocupada y pidió a Lola que investigara el suceso.

-¿Y por qué no  quema  la momia, o la tira al rio?

-Oh, sé que suena tonto pero según ella hay una inscripción en el sarcófago. Algo como...”Quien destruye mi sueño se destruye a sí mismo”. La señora  Fulgencia lo tradujo.

-¿No me vas a decir Abdul que  la señora Fulgencia Eleonor de Bordecillas cree en esas tonterías egipcias, y todo eso?

-Bueno, no, realmente no creo, pero…

-Es igual, parece interesante....una momia que ríe. Sabes qué, Abdul, vamos a ir a inspeccionar esta momia. Creo que la señora Fulgencia Eleonor de Bordecillas tiene algo que esconder. Por un lado me contrata para averiguar el paradero de su marido y al mismo tiempo contrata los servicios de Lola porque tiene una momia en su casa que suele reírse sola. Mientras me despido de Methe,  Chuppa, Tokha  y Meneha, avisa a Lola y dile que regresamos; que nos reuniremos en casa de la señora Fulgencia Eleonor de Bordecillas.

-No sé si es buena idea, Lola está  muy enfadada contigo Tony Pashá.

-No. Nada de eso. Solo está un poco furiosa conmigo por haber arruinado su vida. 

Al día siguiente, y después de haber limado asperezas con Lola (Sí, no voy a negar que Lola consideró la posibilidad de echarme de allí, pero lo pude solventar…la prueba es que estamos juntos aquí, ¿no?) estábamos en casa de la señora Fulgencia Eleonor de Bordecillas. Vivía en una mansión de estilo barroco. Era de dos plantas, con una galería baja con arcos de medio punto sobre columnas toscanas, en tanto que la galería alta era adintelada, también sobre columnas toscanas más pequeñas y con una base exagerada. Un techo de tejas de pizarra cubría toda la estructura. El parecido con la casa de Drácula, en los Cárpatos,  era evidente.
Llamé al timbre, y la misma señora Fulgencia Eleonor abrió la puerta. Tenía un vaso de Sherry en la mano e iba vestida para la cena. Su vestido azul pálido era casi tan viejo como la momia que veníamos a ver, pero lo llevaba con una elegancia que sus sesenta y cinco años de edad no habían podido disminuir. Me miró, y con sorprendente serenidad me dijo:

- Muy puntual. Buena señal. Admiro a los hombres que conocen el valor de la puntualidad. Entren-dijo, apartándose.

Lola le explicó el motivo de nuestra visita y seguidamente nos dirigimos a la habitación donde se suponía se encontraba la momia de risa fácil.
El sarcófago estaba cerca de una gran chimenea de estilo victoriano.

-Esta es-dijo la señora Fulgencia señalando la momia...Amenhotep.

-No parece que tuviese mucho de qué reírse -dijo Lola con su habitual desparpajo-.

- Ya verán cuando la oigan...aterrador, muy aterrador –dijo la señora Fulgencia-.

-Veo que es de la dinastía XIV.  Es un sarcófago muy fino-añadí acariciando la  tapa-. Debo decir que el esculpido funerario… de la dinastía  XIV, es de lo más hermoso...nunca visto...Ah, si…Amenhotep  -dije yo al ver el nombre inscrito en la  parte superior....un sacerdote guerrero. Y aquí está la maldición,  si,  “quien destruye mi sueño  se destruye el mismo.”

-¿Gran cosa, no? Dijo Lola sonriendo con sequedad-.

-¡Auch!! -grité al notar un pinchazo en mi mano mientras acariciaba el sarcófago. Filoso como un aguijón, parece que me picó.

-Debe ser una astilla-dijo la señora Fulgencia-.

-Seguramente-contesté-. Cuando empezó la momia a reírse, Señora Fulgencia? ¿Tan pronto como la recibió?

-No. Al principio se comportaba bien. Callada como un cordero, empezó hace como una semana.

-Ya veo. Me gustan estos otros  trofeos egipcios que veo en…

Sí-interrumpió ella-,  todos son muy bellos. Yo la llamo la habitación egipcia.

En ese momento se oyó una risa fantasmal.

-Vaya, se   oye reír a la momia. Ayúdame a levantar la tapa, Abdul, por favor. Con cuidado.

-Abrimos el sarcófago y allí estaba Amenhotep, más tieso que la mojama. Tieso y muy serio. No había ninguna mueca ni señal de sonrisa alguna. Lo miré detenidamente, toqué sus vendas, y  Lola me preguntó con su fino sentido del humor:

-Pobrecito. Me pregunto qué le habrá ocurrido  ¿Crees que sería un accidente de coche?

Sonreí con malicia.

-Es más probable que alguien se enfadara con él y lo tirara escaleras abajo -dije  yo-.

Luego miré a Abdul, y añadí en tono autoritario:

-Vamos al tejado.

-¿Al tejado?-preguntó sorprendido-.

-Sí, al tejado. Las alturas me sientan bien, vamos.

-Ya sabía yo que había sido una locura permitirle venir aquí. La única explicación que se me ocurre es que las pastillas que me han dado en la farmacia han entorpecido de algún modo mi raciocinio-murmuró Lola entre dientes-.

Mientras subíamos  a lo alto de la casa mediante una escalera, Abdul me dijo:

-De todas las cosa tontas que he hecho por ti, Tony Pashá, esta es la peor. ¿Qué esperas encontrar aquí arriba?

-Algo que descubrí hace un momento, Abdul. Aunque no lo creas yo también tengo mis dudas en ciertas ocasiones. Pero pronto lo sabremos.

-¿Saber qué?

-A menos que esté equivocado, éste es el responsable de la risa.-dije, señalando a la veleta  en forma de tritón en la cúspide de la chimenea.

-Pero si es solo una  veleta que indica la dirección del viento según la rosa de los vientos, Tony Pashá.

Justo al acabar sus palabras, una ráfaga de viento sopló e hizo girar la veleta, y Abdul exclamó:

-¡Pero si, está riendo!

-Efectivamente -dije yo-. Cuando el viento está en cierta dirección la  veleta actúa como un silbato. Y el sonido resultante es transmitido a la habitación de abajo a través de la chimenea.

-Pero eso es fantástico, ¿como te has dado cuenta, Tony Pashá?

-Bueno, cuando uno trata con lo oculto, Abdul, es mejor recordar que el fenómeno natural es lo primero que se debe tener en cuenta. Ayúdame con esto ¿quieres?-dije al sacar la veleta de su soporte-.

- Sí, claro. Ten cuidado cuando bajes Tony Pashá…no vayas a caerte...

-Sí, claro… puedes tenerme esto…por favor, .Abdul, agárrame mientras…

Me giré, y no vi a nadie, estaba solo sobre el tejado de la casa.

...¿dónde estás?... ¿Abdul?  …Abdul!...Abdul!

-Aquí abajo, Tony Pashá…Yo...me caí del tejado…maldito sea la momia…menos mal que el profeta Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él, me ha salvado haciéndome aterrizar en ese bellísimo parterre hecho con flores, plantas y arbustos perennes.

Después de recogerlo del suelo volvimos a la habitación egipcia.

-¿Señora Fulgencia Eleonor, cuánto tiempo hace que colocó esta veleta en la cúspide de la chimenea?-pregunté-.

Ella parpadeó.

-OH… debe hacer una semana.

La miré con decisión.

-Ya veo, y también debe hacer una semana que la momia empezó a reírse, ¿no?

-Sí, es así. ¿Cómo lo sabe?

-Bueno, ahora ya dejará de reír. La culpa era del viento, y de la veleta. Ella enviaba el sonido a través de la chimenea, y causaba el sonido que parecía una risa.

-Bueno, bueno...cielo santo. Ha sido muy inteligente de tu parte. ¿Lo descubriste tú solo? -preguntó Lola-.

-Eh, que yo también estaba en el tejado, señorita Lola-gritó Abdul-.

-Ah, sí es verdad,  creo que los dos sois terriblemente inteligentes. La simplicidad de la explicación escapó a mi primera investigación, pero yo sabía por supuesto que había una explicación.

-Sí, claro-dije yo-.

-Bueno, misterio resuelto ¿No es así, Tony Pashá?

-Si Abdul,  resuelto. Pero aún hay un misterio más profundo.

¿Qué quieres decir?-preguntó Lola-.

La miré y sonreí.

-Verás Lola, he podido observar el sarcófago… de la dinastía  XIV. Pero la misma momia es de un periodo mucho mas reciente.

A Lola no le gustó mi sonrisa de superioridad. La puso nerviosa y eso la irritó.

¿Y?…Ya está el listo que lo sabe todo…quizás tenían guardado un sarcófago antiguo cuando Amenhotep murió, y lo aprovecharon, ¿no?

-Si posiblemente, posiblemente. Pero tuvo que estar guardado por un tiempo muy largo. La momia es de un periodo considerablemente posterior.

-¿En serio? ¿Qué diferencia de años estimas tú, Ton?

La miré pensativo.

-Bueno, yo diría...ejem...más de 4000 años.

Lola, sorprendida exclamó:

-¡Ah, sí!  ¡Pero es imposible! ¿Y como has podido determinar eso, Ton?

-Bueno, el sarcófago obviamente es auténtico, pero los elementos funerarios de la misma momia son comparativamente más modernos que los tejidos egipcios de la época...¿ verdad señora Filgencia Eleonor?-pregunté, fijando mi mirada en sus ojos-.

-Esperaba que la discrepancia no se notara -dijo ella-.

-Si no hubiese sido por la coincidencia del tejido del velo...nunca me hubiese puesto a mirar a la momia tan de cerca -contesté-.

-¿Qué es lo que propone que haga?-Me preguntó muy seria y preocupada-.

-Señora, me temo que no tengo alternativa.

-Ton... ¿de qué está hablando?-preguntó Lola-. No entiendo nada-añadió-.

-Lamento decir que la señora Fulgencia está envuelta en un asesinato.

-Ton, tu voz suena terrible. ¿Asesinato? ¿Quien fue asesinado?

-Su esposo, el Doctor  Alejandro José Hernán Cortés de Villanueva.

-Pero ¿como lo sabes? ¿Dónde está el cuerpo?

-Aquí,-contesté señalando el sarcófago- en los restos momificados.

-Oh no,...no puede ser-dijo Lola-.

-Tiene razón, éste es  mi esposo-repuso la señora Fulgencia  con ojos llorosos—. -..Y sí,  lo maté. Suena extraño, ¿no es así? Alejandro  y yo éramos  dos almas gemelas.-añadió, secándose los ojos-. Dedicamos nuestra vida a la ciencia. El último año descubrimos, por casualidad,  en “la tierra de Gosén”,  la tumba de Amenhotep. Una tumba que nunca fue tocada, de cerca de 4000 años de antigüedad. Alejandro estaba decidido, quería abrir el sarcófago de la momia. Pero estaba equivocado, la maldición así lo decía. No debía abrirse. Peleamos, lo agarré, traté de impedírselo pero se soltó de mi, corrió hacia el sarcófago, lo abrió...y luego...

-¿Y luego señora Fulgencia Eleonor?-pregunté clavando mi mirada en sus ojos color cobalto-.

-Y luego se tropezó...y cayó muerto.

-¿Pudo abrir el sarcófago?

-Sí. lo abrió. Y murió por mi culpa. No había testigos para contar lo que había sucedido. Pero en la lucha que mantuve con  mi esposo se hizo magulladuras.  Sabía lo que la policía iba a creer.

-Entiendo. Y entonces usted quito la momia de Amenhotep, y la sustituyó por el cuerpo de su marido...

-Era la única manera para poder sacar el cuerpo fuera del país. No quise matar a mi marido, ¿sabe usted? Fue su corazón, siempre tuvo un corazón débil.

-Usted dijo que se tambaleó... ¿Qué es lo que hizo mientras se tambaleaba?

-Se agarró la garganta, como si se estuviese ahogando.

-Abdul, ¿me podrías  hacer el favor de levantar la tapa del sarcófago?

-Si, por supuesto, Tony Pashá.

Se acercó al sarcófago, pasó la mano sobre la tapa para asirla, y gritó: ¡Auch!-mientras se llevaba el dedo índice a su boca-. Una astilla…me he pinchado con una astilla…

-Si Abdul... ¡auch!, como dije  yo, y antes de eso el doctor  Alejandro José Hernán Cortés de Villanueva  también lo dijo.

-Lola, ¿podrías mirar de cerca lo que Abdul llamó una astilla?

Ella se acercó al sarcófago, lo inspeccionó, y...

 -Es una aguja hueca -dijo ella-. Le atravesaría la piel a cualquiera que la toque.

-Pero… no lo entiendo…-añadió la señora Fulgencia-.

-La maldición de Amenhotep, y una aguja hueca conteniendo el veneno de una áspid-dije mirándola-. El mismo veneno de  víbora que mató a Cleopatra y mató a su marido .Los síntomas del veneno de áspid son sofocación...instintivamente a la víctima se le cierra la garganta.

-¿Entonces no murió por  la pelea?

-No. Fue un accidente. Restos del veneno todavía podrán encontrarse en el cuerpo aún después de su momificación.

-Oh, gracias, gracias-dijo la señora Fulgencia agradecida.

-Tony Pashá, pregunto, ¿no crees que pueda quedar restos de ese veneno en la aguja?…porque, si es así…

-Los próximos minutos determinaran eso, Abdul-le dije sonriendo-.

-¿Quéeee? Tony Pashá ¿olvidas que me he pinchado con esa aguja y puedo morir?

-No lo olvido ¿Cual es el problema? Por cierto, pareces enfermo.

-Es el veneno no puedo respirar, Tony Pashá…

-No, no, relájate Abdul, si hubiese quedado veneno en esa aguja  yo mismo ya estaría muerto. Afortunadamente la maldición solo hace efecto una vez.

-Aaaah, jaja ¡qué ridículo!...pero Tony Pashá, no me siento muy bien, todavía me falta el aire.

-Tranquilo, posiblemente sea una gripe que pescaste en el tejado de la casa. En fin, todo resuelto. Como diría  el sabio: Dios en el cielo, y todo bien en el mundo.

-No necesitabas evocar el nombre de dios para alardear, Ton-dijo Lola,  visiblemente resentida por mi éxito clamoroso-.

-No lo hacía, solo lo mencionaba como lo hizo en su época un novelista. Creo que Shakespeare.

-Tennison, querido. Lo dijo Tennison -replicó ella-.

-OH, ¿en serio?

Y así terminó esta historia,  con una pregunta corta e irónica.

Decía Chandler que cuando más dura la ironía, menos enérgico tendrá que ser el modo en que la digas. En fin, todo se resolvió con audacia y osadía. Sí, la audacia es todo, es lo único indispensable; pero una audacia serena, decorosa, correcta, como envuelta en el suave terciopelo de la ironía y el humor. ¡He ahí lo que yo soy y lo que quiero ser!

14 noviembre 2012

En busca de las huellas del Argentinosaurus en la Patagonia argentina (VI parte)


…Me giré, miré a Abdul,  y al mirarle recordé lo que dijo Tristán Tzara: ¡Mírenme bien! soy idiota, soy un farsante, soy un bromista. (...) "


-¿Qué haces con ese pendiente? -le pregunté al ver un pequeño brillante en su oreja-.


-¿A que está bien eh?


-Sí, si vas a ir a un concierto de George Michael. Porque supongo que sabes que lo llevas en la oreja  derecha, la de los gays.


-¿Qué?


-La oreja izquierda dice: soy el tío guay  de la disco…la derecha dice: Uuuujuuuu, soy el tío gay de la disco.


-No, no…eso no es así.


-Como quieras. Tú mismo. Bien, dejemos el pendiente.  Ahora Abdul Bagud del oasis de Baghera Yijad quiero que me expliques un par de cosas. Vamos por la primera dime que…


-Un momento Tony Pashá-interrumpió él-. Primero explícame  tú  por qué no viniste a sacarme del trullo aquella noche cuando te llamé a la una de la madrugada.


-¿En el trullo? ¿Quieres decir en la cárcel? -Preguntó Methe, bastante sorprendida-.


-Sí, bueno, todo fue un malentendido. El profeta Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él es testigo de ello -dijo Abdul-.


-Estaba en el trullo por escándalo público y por pegar a un tipo en un bar. Pero solo fueron unas horas -dije yo-.


-¿Unas horas? 36 horas…36 horas en aquella celda llena de orines.  Dijiste que venías enseguida. ¿Lo has olvidado, Tony Pashá?


-Vale, Abedul…pero  no creo que a Methe le interese esta historia, ¿verdad? -Dije mirándola a ella-.


-Oh sí…ya lo creo que sí.


-Oye, comprendo tu enfado Abdul, pero deberías ponerte en mi lugar.


-No me digas, ¿y qué lugar es ese?


-Me dormí, eso es todo.  Ya sabes, Abdul,  que me entra sueño después de echar un quiqui.


-¿Como pudiste, Tony Pashá?... ¿Como pudiste dejar a tu mejor y más fiel amigo pasar la noche en la cárcel?


-Ah, venga ya,  eran los calabozos de la comisaría de Pedralbes… los conozco muy bien. Si le das al guardia 20 euros hasta te trae un cafelito.


-Nunca llevo tanto dinero encima, y tú lo sabes -replicó enfadado Abdul-.


-Además solo fue una noche, nadie te ha desflorado ¿a qué no?


-No, eso ser verdad. Si al final todo  va a ser maravilloso. Aunque si el motero transexual de mi celda hubiera sido un poco cariñoso mi vida ahora seria perfecta. Oh Tony Pashá,  como pudiste ser  tan cruel...


-Eh, eh… había ligado con una camarera de club “Movemos el culito”. Me llevó a su casa, se puso esa lencería tan sexi y estaba tan guapa… y sabes Abdul que odio desperdiciar una erección, va en contra de mi religión.


-No puedo creer que abandonaras a tu mejor amigo cuando te necesitaba. Es horrible-dijo Methe-.


-Me hablas como si fuera un delincuente… el que la lió parda en aquel local fue él, no lo olvides-dije yo-.


-Por qué te detuvieron Abdul-preguntó Methe-.


-Usé la fuerza para defender el  honor de una dama, lo juro por el profeta Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él.


-Pregúntale qué pasó con la dama-le dije a Methe-.


-Llevó  al tipo al que pegué a urgencias-replicó Abdul-.


-No lo entiendo, ¿tú defendías su honor pero ella se fue con el otro?-Preguntó Methe con cara de no comprender nada-.


-Y yo que sé, se lo habría preguntado pero no pude porque me metieron en la cárcel donde pasé la  noche entera tapándome el culo con una bandeja-replicó Abdul-.


-¡Qué vergüenza  Ton! ¿Como has podido hacerle eso a tu mejor amigo?


-¡Joder esto es increíble! Ya se ha enfado conmigo, ¿contento, Abdul?


-Lo siento Tony Pashá, pero todo está en tu contra. Me fallaste, y lo sabes.


-Vale, ya te compensaré.


-¿Cuando?


-Cuando, cuando…No sé…luego.


-Me has fallado y me has hecho daño.


-Lo sé, y me siento fatal, créeme.


-100 euros  y lo olvido todo -me dijo él-.


 (Qué cabrón pensé para mi)


-50.


-Hecho-replicó Abdul cerrando el trato con un apretón de manos. Te aprecio mucho Tony Pashá-añadió sonriendo-.


-Lo mismo digo-murmuré entre dientes-. ¿Ahora explícame qué haces aquí, en la Patagonia argentina?


-Lola.


-¿Lola?


-Sí. Lola me ha enviado.


-¿Para qué? No estamos juntos hace dos meses. Me echó de casa por enésima vez, ¿recuerdas? Sus últimas palabras aún retumban en mi cabeza: “Ton, eres un profesional del ligue, un adolescente perpetuo con una vida disoluta, tienes tus ventajas pero no eres el hombre que quiero cerca de mis hijos”.


-¡Pero si no tenéis hijos!-exclamó Abdul-.


-Y qué más da…supongo que se refería al futuro. El caso es que peleamos una vez más y me echó de casa. Por eso no entiendo que ahora se preocupe por mí.

-Ya conoces a Lola. No se fía de ti, Tony Pashá. Cree que eres  un inmaduro. Un crio, un…


-Vale, vale…pero a muchas eso les parece .muy atractivo. Sabes Abdul, yo creo más bien  que quiere tenerme controlado, que no puede vivir sin mí, sin saber lo que hago ni con quien estoy.


-Eso también.  La verdad, Tony Pashá, y no quiero ser moralista,  es que has estado tratando tus problemas con Lola acostándote con otras mujeres toda tu vida, y esta no es la solución.


-¿Estás loco? ¡Eso es ridículo!


-Hay diferentes opiniones sobre esto. El profeta Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él dice que…


-Oye, oye, no me vengas con sermones que tú no eres un santo. ¿Quieres que te recuerde tu historia con Yasmina,  la hija del Imán de la mezquita de  San feliu de Llobregat?


-Yasmina?... bueno sí me encapriché un poco de ella cuando la vi tan frágil, tan desamparada…


-¿Te encaprichaste? ¡Eras como un mandril fuera de sí!-Exclamé  yo-.


-No es eso, lo que pasa es que  soy un rescatador patológico, Tony Pashá.


-¿Rescatador patológico? ¡Venga ya! Eso vale para aquel pajarito enfermo que recogiste en la calle a quien dabas de comer con un cuentagotas para recuperarlo….como se llamaba…a ver si lo recuerdo…


-Tippi…se llamaba Tippi.


-Eso es…Tippi…


-Finalmente murió-me interrumpió Abdul-. Se lo comió el gato, ¿lo recuerdas, Tony Pashá? 


- Como no voy a recordarlo si el gato también lo rescataste de la calle.


-Lo rescaté porque tenía tres patas el pobre-replicó Abdul-.


- En fin, el problema Abdul es que con las mujeres te pasa lo mismo constantemente. Buscas tías necesitadas y marginales.


-Tienes razón Tony Pashá, puede que subconscientemente espere que me quieran si las salvo.


-Venga Abdul, admítelo, lo haces para echar un polvo de vez en cuando…como todos. Pero por favor  continúa, ¿qué me decías de acostarme con otras mujeres, eh?


Decía Philip Dick que “El instrumento básico para la manipulación de la realidad es la manipulación de los hechos y las  palabras. Si tu puedes controlarlos puedes controlar a la gente”. ¡Qué listo era ese Philip Dick! Aunque viendo a Abdul clavando la versión esquizoide de sus pupilas en mis ojos, empecé a dudar de Dick.   Durante unos segundos se hizo el silencio. Flotaba hasta caer como remache de luna, como confesión de penitente pirómano.

(Continuará…)

14 octubre 2012

En busca de las huellas del Argentinosaurus en la Patagonia argentina (V Parte)


    - Abdul…Abdul Bagud del oasis de Baghera Yijad…-gruñí nuevamente  -.

Le agarré del  amuleto que colgaba de su cuello. Y le dije:

     -  O me dices toda la verdad de tu presencia aquí, o te arranco tu amuleto y lo tiro a la hoguera.

     -  No Tony Pashá, a la hoguera no, y por favor no pongas esta cara que me asustas.

Debo decir, porque es relevante para la compresnsión del relato,  que lo que contenía el amuleto que colgaba del cuello de Abdul, era la más preciada de sus posesiones.  Para que me entiendan: era similar al contenido de  la caja de madera del Club de la Peluca custodiado en el Museo de la Universidad de Saint Andrews. ¿Cómo, que no saben de qué hablo? Pues les diré que esa caja de madera del Club de la Peluca es venerada por todos sus miembros por contener el vello púbico de las amantes de Carlos II de Inglaterra. Y el amuleto de Abdul también contenía el vello púbico de sus seis mujeres.

     - Te lo advierto hay un monstruo dentro de mi y mas vale que no lo despiertes. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué estás aquí? ¿Y quién te ha enviado aquí? -dije muy serio-.

    -  Verás, ha sido todo muy extraño, no te lo vas a creer, Tony Pashá….

    -  ¿No me digas que aún estás con esa maldita disritmia circadiana o síndrome de los husos horarios y conmocionados por ver que las azafatas del avión que te ha traído a la Patagonia no llevaban velo?

     - Jajaja, siempre tan bromista, Tony Pashá. Por cierto, ¿Qué es la disritmia circadiana?

     - Es lo que conocemos como Jet lag.

     -  No Tony Pashá, no es eso. ¿Sabes que no he muerto de sed y de frio  porque el profeta Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él,  me ha guiado hasta esta cueva donde estas bellas señoritas me han cuidado y reanimado con infusiones de té chino?

     - Con Infusiones de té chino…y masajes con aceites de  Lavanda y Eucalipto que muy gustosamente mis hermanas Tokha, Meneha y Chuppa  te realizaron -dijo Methe con una pícara sonrisa-.

    -  Ejem…ejem…Bueno-balbuceó Abdul-,  es que…verás…yo…

     - Ah, y yo le di un masaje japonés con aceite de Bergamota –añadió ella, sonriendo todavía más, si cabe- porque Abdul me insistió que en su país la Bergamota era muy apreciada por sus innumerables  propiedades terapéuticas.

    -  Ejem...Bueno qué te parece Tony Pashá si te cuento como he llegado hasta aquí, ¿eh?… ¿Tienes un momento ahora, no? -Preguntó Abdul desviando la conversación de manera alevosa-.

     - Vamos a ver que piense-dije yo-. Los lunes los dejo para la resaca, el martes toca corte de pelo, manicura, pedicura…cosas de hombre ya sabes… el miércoles me reúno con mi médico para hablar de mi colonoscopia, el jueves como también sabes voy a ver a mi gestor para tratar de mi plan de pensiones, y los viernes… Coño, ¿qué tengo los viernes? Ah, sí,  me los reservo para escuchar a los sinvergüenzas como tú.

     - ¡A qué es genial, Tony Pashá! ¡Hoy es viernes!

Le agarré de la chilaba para soltarle un guantazo cuando un perfume extraño me llamó la atención.

    -  Oye, por cierto, ¿y ese aroma frutal de tu cabeza?

     - Es el acondicionador de coco, evita que mi  pelo rizado se encrespe con la humedad de la cueva.

Sonreí por no llorar.

     - Me alegro saber que el té chino no te ha hecho perder la coquetería, Abdul.

     - ¡Oh, Tony Pashá,  creo que los hombres deben cuidarse y ser autosuficientes!

    -  En eso estoy de acuerdo contigo. Yo con Ginebra,  la tele y una hermosa asistente sobreviviría hasta en una cueva como esta….con internet, claro.

    - Jajaja, siempre tan divertido Tony Pashá.

     - Sí, y ahora quiero preguntarte algo, Abdul…

No me dejó terminar la frase y dijo rapidamente tapándose la cara, por si le soltaba un manotazo:

     - De acuerdo, me ha enviado Lola.

     - Me cagoen...Lo sabía…lo sabía. Solo podía ser ella. Es la única que sabe como cabrearme.

Levantó la barbilla con dignidad y me dijo:

     -Yo te lo explicaré todo, Tony Pashá…el profeta Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él, es testigo que ella me obligó a venir aquí.

    - Está bien, Abdul, de eso hablaremos luego, ahora hay una cosa que me preocupa todavía más. Vamos a ver, Methe -dije volviendo la mirada hacia ella que estaba sentada cerca de sus hermanas-.

     - Dime Ton -contestó sonriente-.

La miré sorprendida.

    - ¿Como sabes que me llamo Ton? Eso solo lo saben mis amigos.


    - Yo soy tu amiga. También sé que eres investigador privado, aventurero, busca tesoros. Te gusta  el gin-tonic con tres cubitos de agua de manantial, eres soltero y tienes en tu mesita de noche una edición ilustrada, firmada por Daisetsu Teitaro Suzuki,  del kamasutra, y...

Vi como sus hermanas me miraban mientras cuchicheaban entre ellas, riendo disimuladamente.

     - Vale, vale…no sigas…

     - Y de eso quería hablarte; cuando un hombre llega a tu edad y no se ha casado suele ser por dos razones: que es un golfo o es gay.

     - Muy interesante…


     - Tú no eres marica, eso está claro-añadió ella-.

     - Gracias. Tampoco soy un golfo-repliqué yo-. Hay una tercera posibilidad que has olvidado.

     - ¿Una tercera posibilidad? ¿Cual es?


     - Que a veces un hombre tarda en encontrar su alma gemela, y cuando la encuentra, resulta que esa alma gemela no se entera de la película.

     - ¿Alma gemela?

    -  Sí. Oye, Methe,  volviendo a lo importante, si sabes quien soy sabrás porque estoy  aquí, ¿verdad?

     - Efectivamente, has venido en busca del profesor Alejandro Alberto José Hernán Cortés de Villanueva.

    -  Así es. Y dime Methe, ¿por qué no me explicas qué haces aquí junto a tus hermanas, en esta cueva perdida en el fin del mundo?

    -  Es una historia muy larga, Ton.

     - Muy bien, hoy va a ser un día entretenido,  empecemos entonces por tu historia, luego Abdul me contará la suya, ¿verdad Abdul?

     - Claro Tony Pashá -contestó él agarrando fuertemente su amuleto con su mano-.

Methe se acercó a mí y, sin más, me cogió la mano y me sentó a su lado.

      - Está bien -repuso ella, cruzando las piernas-, seré franca y te diré que mi padre no es Sobáh Meláh, miembro de la tribu de los tehuelches, sino el profesor Alejandro Alberto José Hernán Cortés de Villanueva. Él es mi auténtico padre y él me trajo aquí para salvarme. 

La miré pensativo y sorprendido.

   -  ¿Es eso cierto?

    -  Sí. Hace un año, una incontenible epidemia se apoderó del pueblo dónde vivía junto a mi familia adoptiva. Murieron casi todos atacados por la fiebre Kirchno-peroniana, los efectos son como los de la peste bubónica, ¿sabes?  Fue todo muy rápido, como en Constantinopla, en aquel fatídico verano de 1334. Atravesó las calles, las alcantarillas; las ratas chillaban también en la noche mientras morían, y finalmente dejó el pueblo en un carro de bueyes,  para seguir matando a media Patagonia. Para combatir la enfermedad el profesor Alberto Alejandro José Hernán Cortés de Villanueva, mi padre,  necesitaba  grandes cantidades de Ritalina el único antídoto conocido  para la fiebre. Su especialidad es la paleontología, no era experto en antitoxinas, pero había detectado suficiente Ritalina pura en la cueva de las Manos. Así fue como venimos aquí, buscando retirarnos del rastro de muerte sembrado por esa terrible enfermedad.

La miraba, y a pesar de tanto aturdimiento por lo desconcertante de la situación y de la historia, sentía que mi cuerpo respondía ante su roce, y me pregunté cómo era posible que la naturaleza permitiera que un hombre pudiera sentir desconcierto y deseo al mismo tiempo.

     - ¿Y como es que el profesor Cortés de Villanueva tuvo una hija, fuera del matrimonio, y en medio de la Patagonia argentina?

      - Él llegó a la Patagonia  a finales de los años 80 huyendo de los infiernos personales, necesidades interiores…huía de  la bestia del instinto.

La miré a los ojos.

     - No comprendo  ¿Puedes ser más explícita?

     -  Estando en España, tuvo una desafortunada aventura amorosa con una estudiante de la Universidad de Salamanca dónde él impartía clases,  y eso provocó un gran terremoto en el mundo académico y científico de la época.  Dicen que todo fue una encerrona maquinada por uno de sus colaboradores para desacreditarle ante el comité que le había propuesto para el premio internacional Fabio Frassetto. 

Methe se dio cuenta de que la miraba muy interesado y se apresuró a seguir con su historia.

     - Como los seres humanos, así son las cosas. Ser humano es ser complejo, es también buscar el mal de los demás, no se puede evitar un poco de fealdad del interior. Entonces buscó refugio espiritual y paz interior, aquí, en la Patagonia, y fue también aquí que se casó con Fulgencia Eleonor de Bordecillas,  la rica heredera del magnate de los yacimientos mesotermales de oro de la región de Neuquén, Fulgencio Andrés de Bordecillas.

     - Comprendo se enamoró y se casó-dije yo-.

    -  No, no comprendes nada -contrarrestó ella con un suspiro-. Se casó con Fulgencia Eleonor, pero no la quería.

     - Ah, ¿no la quería?

   -No, mi padre no la quería, y a las pocas semanas de casarse conoció a mi madre de quien se enamoró perdidamente.

Lancé un silbido.

     - ¿Quieres decir que se casó con Fulgencia Eleonor sin quererla, y que luego tuvo una historia de amor con tu madre, y que de esa historia naciste tú?

Ella frunció el ceño.

     -Eso es. Veo que has recuperado tu proverbial perspicacia. Sabes, Ton, cuando un hombre de la edad del profesor Cortés de Villanueva se enamora perdidamente de una mujer, él  ya era mayor entonces,  descubre de repente la soledad de su vida. Antes de conocer a mi madre su corazón solo palpitaba ante los huesos y fósiles de dinosaurios de nombre impronunciable,  solo podía hablar de ellos, el intelecto lo era todo para él, cultivarlo era lo primero,  luego al conocerla, no veía nada mas que a mi madre.

    -  Interesante. Ahora háblame un poco de ti.

Ella suspiró.

     - Yo  como mi padre -vaciló ella-,  también soy una enamorada de la ciencia, sobre todo de la física.

Sonreí  brevemente mientras la miraba de arriba a abajo.

    -  ¿Ah, sí? Pues  he de admitir que no te pareces en nada a una rata de biblioteca.

    -  Sabes, a veces sueño con encontrar un hombre que me quiera y poder hablar de física subdimensional con él,  tratar de la densidad de campo y de su relación con los fenómenos de la gravedad.

    -  ¿De verdad? Me encanta ese tema, ¿verdad Abdul? Es uno de mis preferidos -dije yo con rapidez-.

Abdul tosió discretamente.

    -  ¡No te burles! –replicó ella sonriendo con malicia-.

    -  En serio, me encanta el tema. ¿Y qué más te interesa a demás de los fenómenos de la gravedad?  ¿La totalidad del universo, todo el saber?

Vi como sus hermanas me miraban divertidas. Estaba claro que nadie me creía.

    - ¡Casi todo, menos la traición del intelecto! Soy  consciente de que el intelecto no lo es todo, pero cultivarlo es lo primero, o el individuo comete errores, pierde el tiempo en ocupaciones improductivas y cae finalmente en manos de la codicia. Existen muchos, aunque no lo creas,  que se sienten como yo, digamos incomodos con todo lo que se ha creado. Es casi una rebelión biológica, un profundo rechazo hacia la comunidad planificada, programada esterilizada y artificialmente equilibrada.  Mantener la armonía es más importante que el dinero. Los que nos sentimos así anhelamos una nueva vida.

Asentí comprensivo.

     - Todos la anhelamos,  Methe, pero sin tener que vivir en las cavernas.

     - Supongo que eso es cierto –murmuró ella-.

     - Y dime, Methe: ¿No te sientes sola aquí?

Ella me miró sorprendida y sonrió.

     - No sé... en este lugar he vuelto la espalda a la confusión, pero  ¿Qué es para ti la soledad?

Me la quedé mirando fijamente, gratamente sorprendido de  descubrir que empezaba a sentirme a gusto hablando con ella... y no era solo por sus tetas. Sus palabras de alguna manera me resultaban familiares, y  recordé que a su edad yo disfrutaba de los errores sin perjuicios  y que también me consideraba como alienígena en mi propio mundo. Entonces contesté:

      - Es ser una flor muriendo en el desierto.


(Continuará...)