06 junio 2013

Más primitivo que Stonehenge.

¿Sabes qué me dijo la muy zorra? Ya sé que no te lo vas a creer, Richard, pero te lo juro por mi panteón familiar al completo. Me dijo:

“Pobre Lola cuanto la comprendo ahora; si es que eres  un desgraciado y además  más primitivo que las piedras de Stonehenge."

Una y otra vez retumbaban en mi cabeza estas infames palabras, Richard. Y por segunda vez en mi vida sentí ganas de llorar. Alejandro Magno lloró ante el túmulo de Aquiles porque envidiaba su gloria. Julio César, a los 31 años, al pasar por delante de una estatua de Alejandro Magno lloró también por no haber logrado nada importante cuando a esa edad Alejandro ya era dueño del Mundo. Claro que no es lo mismo llorar por eso que por un miserable comentario dicho en el calor de los celos.
Desistí pues de llorar, pero me invadía un furor tal que estuve a punto de estallar. No obstante estaba demasiado furioso para eso. Por el contrario pensé:   “Por dios no pierdas los estribos, te conozco demasiado para saber que eres capaz de llevarte por delante a cualquiera, metiéndote en un lio del que no podrás salir”.  Sí, lo reconozco, soy malo cuando odio, Richard, y tú lo sabes, por algo eres mi amigo. También sé que ahora no es el mejor momento para contarte mis contingencias, tú ya tienes bastante con la zorra de tu ex mujer que te ha denunciado por no pasarle la pensión compensatoria, pero me conoces bien y sabes que la imperiosidad de escribir es algo contra lo que no puedo luchar. Créeme si te digo que el día en que le eche el guante a esa media periodista de pelo-paja que se ha ensañado de este modo conmigo, deseara no haberlo hecho. No se hará esperar el momento en que la tenga delante de mí. Y cuando ese momento llegue, la miraré a la cara, le meteré la lengua hasta la campanilla y aguardaré a verla morir de pasión para recordarle sus mezquinas palabras. No sé quien dijo que el hombre siempre debe tener el nivel de la dignidad por encima del nivel de la autocompasión, pero fuera  quien fuera acertó de lleno, seguro que era como yo, un tío que se viste por los pies.

También me ha llamado la muy zorra, en tono cínico,  decimonónico y trasnochado… a mí. Y todo porque mi estilo es elegante y utilizo cursivas cuando escribo. No te creas Richard que todo eso que te cuento me haya caído de nuevo. ¡No, de eso nada! Siempre supe que ella era una mujer de carácter, aunque no tenía claro de qué tipo. Siempre supe que en su mente, como yo en la mía, se imaginaba diciendo frases de cine como” Cuando soy buena, soy buena; cuando soy mala, soy mucho mejor.” Todos sabemos que a veces la vida es como una película, y el cine permite tomarse ciertas licencias; pero esta vez se ha pasado tres pueblos la tía esta oxigenada. Ahora creo que está en algún lugar de China, seguramente buscando alguna historia que contar. Pobrecita, a China se tiene que ir para encontrar algo que relatar a sus escasos lectores. ¿Te he dicho, Richard, que trabaja en un periodicucho de mala muerte?  Siempre viajando por el mundo como alma en pena. Así la conocí, en un viejo y destartalado hotel de Freetown. Está mal que lo diga después de lo que acabo de escribir de ella, pero debo reconocer que quedé prendado en aquel momento y en aquel lugar del  dominio que tiene  la muy zorra del monólogo interior. Es impresionante, y  apabulla sin pretenderlo. Sí, Richard, ahora has entendido que hablo de aquella desalmada que me llevó a la cama aprovechando que estaba bajo de defensas. Me había peleado con Lola una vez más y la muy cabrona no dejó escapar la ocasión de seducirme. Y cuando acabó conmigo me  dejó tirado en la cama, como un condón usado. Tú ya la conoces, no tanto como yo, pero la conoces. ¿Recuerdas que te conté que creció rodeada de artistas e intelectuales, junto a sus tres hermanas y su hermanastro, que la acosaba sexualmente? Eso le causó varias crisis nerviosas y a su hermanastro unas cuantas patadas en los cojones. Tiene carácter la chica, ¿sabes? Y es la única después de Lola, mi novia, capaz de sacarme de mis casillas. Pero la quiero a la condenada.

 En fin, Richard,  como dijo el poeta: si lloras por una pocas palabrillas, las lágrimas delatarán que estas hecho de mantequilla. Bueno, ya sé que no rima mucho, debió ser una mierda de poeta, pero tú me entiendes, ¿verdad?
Bien, no te entretengo más, que bastante tienes tú con la zorra de tu ex mujer. Yo ahora estoy en Abudabi en una misión para el gobierno de la Generalitat de Cataluña, pero eso es otra historia…ya te contaré.

Un saludo,

Ton.

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