29 abril 2012

El absurdo de las guerras.


El sirio se estremeció y preguntó cuál
podía ser la causa de tan terribles disputas
entre animales tan perversos.
-Se trata -dijo el filósofo- de varios
pedazos de barro tan grandes como
vuestro talón. Y no es que alguno de
esos millones de hombres que se hace
degollar pretenda alguna pulgada de esos
pedazos de barro. Solo han de averiguar si
pertenecen a cierto hombre al que llaman
sultán,o a otro al que llaman, no sé por qué,
césar. Ninguno de los dos vio ni verá jamás
el pedacito de tierra en cuestión y casi
ninguno de los animales que se degüellan
unos a otros han visto al animal por quien se matan.
-Ah, desdichados – exclamó el de Sirio con indignación.
¿Se puede concebir tal exceso de rabia furiosa?
Me dan ganas de dar tres pisotones y destrozar todo
este hormiguero de ridículos asesinos.
-No os molestéis – le respondieron-, ya
trabajan ellos solos en su propia ruina.

Micromegas, Voltaire

El Maestro y el escorpión.


Un maestro oriental, cuando vió como un escorpión se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua.
Cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.

El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el escorpión lo picó.

Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: "Perdone... ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?".

El maestro respondió: "La naturaleza del escorpión es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar".
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.

No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones.

28 abril 2012

Un alumno insufrible.

Era un genuino buscador, pero se perdía demasiado en abstracciones metafísicas y especulaciones filosóficas. Vamos, que era un pesado. Había recibido enseñanza de muchos maestros, pero las explicaciones que le proporcionaban sobre la Doctrina alimentaban aún más sus elucubraciones metafísicas. Se enteró que había un maestro chan muy pragmático y decidió ponerse en sus manos. Después de permanecer varios días frente a la casita del maestro, éste lo aceptó, por pesado. Cuando el discípulo le preguntó si había espíritu o no, el maestro le dio un vigoroso tirón de orejas.
—No es muy gentil por vuestra parte lo que habéis hecho —se quejó el discípulo.
Y el maestro repuso:
—¡No me vengas con pamplinas a estas alturas de mi vida!
Salieron a dar un largo paseo.
—Maestro, ¿cuando un ser liberado muere, sigue o no sigue existiendo en alguna parte?
El maestro comenzó a coger moras silvestres y a degustarlas en silencio. El discípulo protestó:
No es muy amable por vuestra parte no responder cuando se le habla.
El maestro le dirigió una mirada severa, y dijo:
—Yo estoy en el presente, comiendo estas jugosas moras, y tú estás, como un estúpido, más allá de la muerte.
Se sentaron bajo un árbol, cerca de un arroyo.
Maestro, ¿hay un ser supremo que creó el mundo, o todo es producto de la casualidad?
—¡Déjate ya de vanas preguntas! —replicó el maestro—. Ahora voy a preguntarte yo algo muy concreto: ¿Estás escuchando el rumor del arroyo?
No —repuso el discípulo, enredado en su mirada de opiniones.
Y el maestro concluyó:
—Pues siento decirte que eres incorregible. Ve a otro maestro que te llene la cabeza de ideas y permíteme seguir escuchando el rumor del arroyo.


Cuento chino

Avaricia.

Dicen que había una vez un anciano muy rico, pero también muy avaro. Era un verdadero usurero y prestaba dinero con un interés desmedido (No no es Emilio Botin...pero podría serlo). Recaudaba habitualmente sus intereses, viajando de un lado para otro. Como le faltaban las fuerzas, con no poco dolor de su corazón se compró un asno. Para no exponerse a que el asno enfermase o muriese, y así perder lo que había pagado por el mismo, lo utilizaba sólo cuando tenía que desplazarse a considerable distancia. Cierto día tenía que viajar muy lejos y decidió utilizar el asno. Pero el asno no estaba acostumbrado a cargar a su amo y, al poco tiempo de ser montado, comenzó a jadear gravemente. El anciano se asustó. ¡No vaya a ser que me quede sin asno y sin dinero! Descabalgó e incluso le quitó la silla de montar para que el animal se repusiera. Entonces el asno salió de estampida. El anciano, renqueando, trató de seguirlo, penosamente, pues no deseaba tampoco deshacerse de la silla de montar.
Cuando el anciano llego a su casa, lo primero que hizo, sin despojarse siquiera de la silla de montar, fue preguntar por el asno. Sí, había regresado. Así que el anciano, a pesar de estar empapado de sudor y tener una espasmódica respiración, se sintió aliviado.
Ciertamente poco le duró su alivio. Unas horas después su envejecido corazón se detenía, no sin antes haber preguntado a sus sirvientes:
—Pero ¿de verdad que ha regresado el asno?


Cuento chino

24 abril 2012

El dedo.

Un hombre pobre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Éste tenía un poder sobrenatural que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida, su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre, pero éste se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió en que ambos regalos eran poca cosa.

-¿Qué más deseas, pues? -le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.

-¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.

Feng Meng-Lung

Tranvía.


Por fin. La desconocida subía siempre en aquella parada. "Amplia sonrisa, caderas anchas... una madre excelente para mis hijos", pensó. La saludó; ella respondió y retomó su lectura: culta, moderna.
Él se puso de mal humor: era muy conservador. ¿Por qué respondía a su saludo? Ni siquiera lo conocía.
Dudó. Ella bajó. 
Se sintió divorciado: "¿Y los niños, con quién van a quedarse?"

Andrea Bocconi

17 abril 2012

Las paradojas de la teoría de la relatividad



En el transcurso de la historia el hombre se ha encontrado frente a nuevos descubrimientos que han convulsionado  sus conocimientos. Durante miles de años todos estaban convencidos de que la tierra era plana, es decir, que al llegar a un punto determinado los objetos se caían. Además habría sido totalmente ilógico pensar que se podría seguir caminando cabeza abajo. ¿Quien podría sostener algo tan absurdo como eso? Otra cuestión absurda  habría sido pensar que en la tierra pudiese ser al mismo tiempo de día y de noche. Es decir,  que mientras algunos trabajaban bajo el sol, para otros era de noche. Todavía era más absurda la idea que pudiera existir un punto de la tierra que una vez cruzado, hiciera retroceder un día. En cambio hoy sabemos que volando por ejemplo de Tokio a Honolulu se cruza la línea de la fecha y se retrocede en el calendario. Naturalmente sabemos que cuando en California es mediodía en Moscú es medianoche, y que los australianos están cabeza abajo respeto a nosotros  y nosotros respeto a ellos. En el pasado todas estas cosas estaban fuera del alcanza de la experiencia humana y en consecuencia parecían incomprensibles. Actualmente a nosotros también nos parecen incomprensibles las paradojas del espacio y del tiempo derivadas de la teoría de la relatividad precisamente porque están fuera de nuestra experiencia cotidiana. Por ejemplo: ¿cómo es posible que cuando más cerca se está de la velocidad de la luz más lentamente transcurre el tiempo?  ¿Como entender que si un astronauta viaja durante un tiempo a una velocidad cercana a la de la luz cuando regrese a la tierra encontrara a su hermano gemelo  mucho más viejo que él?  ¿Y como es posible que  a esta altísima velocidad un objeto se contraiga aumentando su masa? El hecho es que estas paradojas nos parecerían totalmente normales si formaran parte de nuestra experiencia cotidiana, pero esto no sucede por una sencilla razón: estos fenómenos se hacen evidentes únicamente al viajar a  velocidades cercana a la luz y estas velocidades están  más allá de nuestra capacidad. Basta con pensar que el objeto  más veloz que ha construido el hombre es una sonda interplanetaria que en el momento de máxima  velocidad puede alcanzar aproximadamente los veinte kilómetros por segundos; pues bien,  la luz es  15 mil veces más veloz: 300 000 Km/ seg. Eso significa  que un vehículo  interplanetario actual comparado con la luz se encuentra  en la misma situación que una tortuga en relación con un avión a reacción de última generación: es 15 mil veces más lento. Por esta razón nunca hemos podido entrar en la zona mágica en la que tienen lugar estas paradojas. Pero ¿por qué suceden únicamente cerca de la velocidad de la luz? En realidad se producen siempre, incluso a baja velocidad,  pero los efectos son demasiado pequeños para que nos demos cuenta. De hecho su crecimiento es muy rápido al aumentar la velocidad. Basta con un simple ejemplo para entender este concepto. Cogemos un objeto de metal y lo acercamos poco a poco a un imán; cuando está a un metro el efecto de atracción no se advierte, aunque en teoría existe ligeramente, tampoco sucede nada a medio metro  y tampoco a veinte centímetros,  pero a medida que nos acercamos esta atracción empieza a notarse y aumenta cada vez más,  en el último centímetro se hace muy fuerte y en el ultimo milímetro fortísima,  finalmente en la última centésima de milímetro se hace irresistible. Con los efectos de la relatividad sucede algo parecido. Con la velocidad del automóvil estamos como el objeto de metal a 1 metro del imán, no notamos nada, con la del cohete interplanetario estamos a medio metro, es decir en un punto en el que en teoría el efecto de la relatividad existe pero es inapreciable, solo disponiendo de astronaves capaces de acercarse a la velocidad de la luz entraríamos en el terreno de los efectos muy evidentes y bastaría cada vez , un pequeño acercamiento,  para multiplicar este efecto y amplificar las consecuencias;  de hecho según una tabla aproximativa,  suponiendo que una astronave parta hoy y regrese dentro de mil años viajando a 294 000  Km/seg, el tiempo relativo a bordo seria de 200 años.  Pero sería suficiente con acelerar  un poco,  es decir,  llegar a 299 800 Km/seg, para reducir el tiempo a solo dos meses,  después bastaría con acelerar  muy poco solamente 4 centímetros más,   para hacer descender el tiempo relativo a bordo a solo 3 días. Partiendo de esta base podemos llegar a una consideración que normalmente se olvida;  hemos visto que la velocidad de la luz es muy elevada 300 000 Km / seg, pero solo resulta muy elevada si la comparamos con nuestra manera de vivir y de movernos, es decir, si la comparamos con una bicicleta con un avión e incluso con un cohete; contemplándola en el panorama general del universo,  se trata en realidad de una velocidad bastante modesta. ¿Por qué? Porque es cierto  que un fotón de luz emplea menos de un segundo y medio en ir de la tierra a la luna,  pero también es cierto que emplea 8 minutos para ir de la tierra al sol . Si nosotros pudiéramos estar en el planeta Urano y viéramos viajar los destellos de luz de la tierra al sol nos daríamos cuenta de que esta velocidad no es tan elevada , veríamos avanzar la luz como un caracol, si después nos situáramos en una estrella  fuera de nuestro sistema solar, y observáramos los destellos de luz viajando entre la tierra y la estrella Próxima Centauro (la más cercana  a la tierra después de nuestro Sol),  veríamos como realizan este trayecto en 4 años; y finalmente,  si nos situaremos fuera de nuestra galaxia y viéramos avanzar la luz de un extremo a otro de la galaxia,  veríamos como realiza este trayecto en unos  100 000 años,  es decir, nos parecería casi completamente inmóvil. A partir de aquí podemos ejercitar nuestra imaginación. Supongamos que la velocidad de la luz no es de 300 000 Km/seg sino mucho menor,  solo de 100 km por hora,  pues bien,  en ese caso nosotros podríamos experimentar cotidianamente los efectos de la relatividad;  por ejemplo podríamos  ver como…(…pero esto es otra historia)
(Continuará…)

15 abril 2012

Vestiduras.

Cierto día Belleza y Fealdad se encontraron a orillas del mar. Y se dijeron:

-Bañémonos en el mar.

Entonces se desvistieron y nadaron en las aguas. Instantes más tarde Fealdad regresó a la costa y se vistió con las ropas de Belleza, y luego partió.

Belleza también salió del mar, pero no halló sus vestiduras, y era demasiado tímida para quedarse desnuda, así que se vistió con las ropas de Fealdad. Y Belleza también siguió su camino.

Y hasta hoy día hombres y mujeres confunden una con la otra.

Sin embargo, algunos hay que contemplan el rostro de Belleza y saben que no lleva sus vestiduras. Y algunos otros que conocen el rostro de Fealdad, y sus ropas no lo ocultan a sus ojos.

Gibrán Jalil Gibrán

La búsqueda.

Hace mil años dos filósofos se encontraron en la cuesta del Líbano y uno le dijo al otro:

-¿Hacia dónde te diriges?

-Busco la fuente de la juventud -respondió el otro- que se halla entre estas colinas. He encontrado escritos donde cuenta sobre la fuente floreciendo en dirección al sol. Y tú ¿qué buscas?

-Busco el misterio de la muerte -contestó el primero.

Entonces cada uno pensó que el otro estaba falto de grandes conocimientos y comenzaron a discutir y a acusarse de ceguera espiritual.

Mientras los filósofos discutían al viento, pasó por allí un extranjero considerado tonto en su propia ciudad. Cuando oyó a los hombres en ardiente disputa se detuvo por un momento y escuchó sus argumentos.

Luego acercándose les dijo:

-Mis buenos amigos, realmente ambos pertenecen a la misma escuela filosófica y hablan sobre lo mismo, sólo que usan palabras diferentes. Uno de ustedes busca la fuente de la juventud, y el otro el misterio de la muerte. Son una misma cosa y como una habitan ambas en ustedes -y se apartó diciendo:

-Hasta siempre, sabios.

Y alejándose se reía con complaciente risa.

Los dos filósofos se miraron en silencio por un momento y luego también ellos rieron. Y uno de los dos dijo:

-Y bien, ¿por qué no caminamos y buscamos juntos?

Gibrán Jalil Gibrán

14 abril 2012

Palillos de marfil

Cuando Chu, último rey de la dinastía Chang, ordenó que de un marfil de inmenso valor se le fabricaran palillos para comer, su tío y consejero, el príncipe Ki, se mostró sumamente triste y preocupado. Los palillos de marfil no pueden usarse con tazones y platos de barro cocido: exigen vasos tallados en cuernos de rinoceronte y platos de jade, donde en vez de cereales y legumbres deben servirse manjares exquisitos, como colas de elefante y fetos de tigre. Llegado a esto, difícilmente el rey estaría dispuesto a vestir telas burdas y vivir bajo un techo de paja: encargaría sedas y mansiones lujosas.

-Me inquieta adónde conducirá todo esto -dijo el príncipe Ki.

Efectivamente, cinco años después el rey Chu de la dinastía Chang asolaba el reino para colmar sus despensas con todas las exquisiteces, torturaba a sus súbditos con hierros cadentes, y se embriagaba en un lago de vino. Y de este modo perdió su reino.

Cuento chino.

Como pescar calamares


El calamar tiene ocho brazos que puede replegar sobre su cabeza: de tal modo se esconde de cualquier enemigo. Para protegerse mejor, también suelta un líquido muy negro, la famosa tinta que le sirve para ocultarse al menor peligro.
Cuando los pescadores ven que el agua se pone negra echan la red y así pescan fácilmente a los calamares.

Cuento chino.

12 abril 2012

La escuela del hambre

Esta historia transcurre en el siglo XVII en Japón, durante un periodo de hambre.
Un campesino que no tenía con qué alimentar a su familla se acuerda de la costumbre que promete una fuerte recompensa al que sea capaz de desafiar y vencer al maestro de una escuela de sable.
Aunque no había tocado un arma en su vida, el campesino desafía al maestro más famoso de la región. El día fijado, delante de un publico numeroso, los dos hombres se enfrentan. El campesino, sin mostrarse nada impresionado por la reputación de su adversario, lo espera a pie firme, mientras que el maestro de sable estaba un poco turbado por tal determinación.
"¿Quién será este hombre?", piensa. "Jamás ningún villano hubiera tenido el valor de desafiarme. ¿No será una trampa de mis enemigos?"
El campesino, acuciado por el hambre, se adelanta resueltamente hacia su rival. El Maestro duda, desconcertado por la total ausencia de técnica de su adversario. Finalmente, retrocede movido por el miedo. Antes incluso del primer asalto, el maestro siente que será vencido. Baja su sable y dice:
-Usted es el vencedor. Por primera vez en mi vida he sido abatido. Entre todas las escuelas de sable, la mía es la más renombrada. Es conocida con el nombre de "La que en un solo gesto lleva diez mil golpes". ¿Puedo preguntarle, respetuosamente, el nombre de su escuela?
-La escuela del hambre -responde el campesino.

 Anónimo japonés

¿Avisarías a los personajes de tu sueño?

El discípulo se reunió con su mentor espiritual para indagar algunos aspectos de la Liberación y de aquellos que la alcanzan. Departieron durante horas. Por último, el discípulo le preguntó al maestro:
-¿Cómo es posible que un ser humano liberado pueda permanecer tan sereno a pesar de las terribles tragedias que padece la humanidad?
El mentor tomó entre las suyas las manos del perplejo discípulo, y le explicó:
-Tú estás durmiendo. Supóntelo. Sueñas que vas en un barco con otros muchos pasajeros. De repente, el barco encalla y comienza a hundirse. Angustiado, te despiertas. Y la pregunta que yo te hago es: ¿Acaso te duermes rápidamente de nuevo para avisar a los personajes de tu sueño?

 Anónimo hindú

La verdad... ¿es la verdad?

El rey había entrado en un estado de honda reflexión durante los últimos días. Estaba pensativo y ausente. Se hacía muchas preguntas, entre otras por qué los seres humanos no eran mejores. Sin poder resolver esta última interrogante, pidió que trajeran a su presencia a un ermitaño que moraba en un bosque cercano y que llevaba años dedicado a la meditación, habiendo cobrado fama de sabio y ecuánime.
Sólo porque se lo exigieron, el eremita abandonó la inmensa paz del bosque.
-Señor, ¿qué deseas de mí? -preguntó ante el meditabundo monarca.
-He oído hablar mucho de ti -dijo el rey-. Sé que apenas hablas, que no gustas de honores ni placeres, que no haces diferencia entre un trozo de oro y uno de arcilla, pero todos dicen que eres un sabio.
-La gente dice, señor -repuso indiferente el ermitaño.
-A propósito de la gente quiero preguntarte -dijo el monarca-. ¿Cómo lograr que la gente sea mejor?
-Puedo decirte, señor -repuso el ermitaño-, que las leyes por sí mismas no bastan, en absoluto, para hacer mejor a la gente. El ser humano tiene que cultivar ciertas actitudes y practicar ciertos métodos para alcanzar la verdad de orden superior y la clara comprensión. Esa verdad de orden superior tiene, desde luego, muy poco que ver con la verdad ordinaria.
El rey se quedó dubitativo. Luego reaccionó para replicar:
-De lo que no hay duda, ermitaño, es de que yo, al menos, puedo lograr que la gente diga la verdad; al menos puedo conseguir que sean veraces.
El eremita sonrió levemente, pero nada dijo. Guardó un noble silencio.
El rey decidió establecer un patíbulo en el puente que servía de acceso a la ciudad. Un escuadrón a las órdenes de un capitán revisaba a todo aquel que entraba a la ciudad. Se hizo público lo siguiente: “Toda persona que quiera entrar en la ciudad será previamente interrogada. Si dice la verdad, podrá entrar. Si miente, será conducida al patíbulo y ahorcada”.
Amanecía. El ermitaño, tras meditar toda la noche, se puso en marcha hacia la ciudad. Su amado bosque quedaba a sus espaldas. Caminaba con lentitud. Avanzó hacia el puente. El capitán se interpuso en su camino y le preguntó:
-¿Adónde vas?
-Voy camino de la horca para que puedan ahorcarme -repuso sereno el eremita.
El capitán aseveró:
-No lo creo.
-Pues bien, capitán, si he mentido, ahórcame.
-Pero si te ahorcamos por haber mentido -repuso el capitán-, habremos convertido en cierto lo que has dicho y, en ese caso, no te habremos ahorcado por mentir, sino por decir la verdad.
-Así es -afirmó el ermitaño-.
Ahora usted sabe lo que es la verdad... ¡Su verdad!

 Anónimo hindú

04 abril 2012

Aristóteles, Kant, Hume...y Popper.

Hoy me ha sucedido algo curioso (ya saben que cuando empiezo una nota o un comentario con esas palabras es que lo que voy a relatar es cierto y verdadero). Como cada miércoles he ido a comer con mi amigo Josep (ya saben, el que se folló a la segunda mejor amiga de la que hoy es su ex mujer) y hemos hablado de lo que solemos hablar los hombres de verdad, no esos metrosexuales que hablan de cosmética y gimnasio, no, esos no, sino los de verdad. ¿Y de qué hablamos los hombres de verdad? Pues de mujeres. De fútbol también, y de motos, y de coches…pero hoy tocaban bastos, o sea, mujeres. La cuestión es que he tenido que explicarle al capullo de mi amigo, con argumentos, que “todas las mujeres son iguales”. Él, pobrecito, vive todavía en el país de nunca jamás, y tiene la opinión equivocada que no todas son iguales, que las hay mejores, peores, regulares, ergo, como en el género masculino. Y no, no es así.

-Nosotros los hombres –le dije a Josep- somos heterogéneos, pero ellas no, ellas son homogéneas, están formadas por elementos con una serie de características comunes referidas a su clase o naturaleza que permiten establecer entre ellas una relación de semejanza.
-Coño, como nosotros, ¿no? Me preguntó el capullo de mi amigo.
- No, Josep. Como nosotros, no. Mira, escúchame, y aprende. Ya sé que esa idea mía de que todas las mujeres son iguales ha suscitado un buen número de debates, desde los primeros intentos filosóficos. Pero no olvides que el mismísimo Aristóteles concluye el libro de los Segundos analíticos con el modo en que la mente femenina a diferencia de la masculina, llega a conocer las verdades básicas o premisas primarias o primeros principios, que no son innatas en nosotros los hombres, ya que es posible desconocerlas durante gran parte de nuestra vida, y que en ellas sí lo son (Innatas). ¿Me entiendes, Josep? ¿Eh… que si me entiendes, coño?
-Sí claro.
-¿Pues por qué me miras con cara de besugo?
-Bueno, es que estoy todavía destilando el discurso ese que me acabas de largar.
-¡Pero si está claro! ¿Qué es lo que no entiendes? ¿En qué momento te has perdido?
-Pues justo cuando me has dicho: Mira, escúchame y aprende…ahí, justo ahí, me he perdido, Ton. Ya me conoces, sabes que soy más simple que el mecanismo de un sonajero, y me hablas de Aristóteles, y de verdades básicas, y premisas primarias, y…
-Está bien, está bien…quizá no debiera haber escogido a Aristóteles. Como en su día dijo Hume, nunca hay observaciones suficientes para convencer a un imbécil.
-¡Hombre, Ton, tampoco te pases!
-Que no, que lo de imbécil no va por ti, Josep.
-Ah, bueno… ¿y por quien va entonces?
-Olvídalo. Verás, en Kant, de quien su desacuerdo con el pensamiento de Hume es evidente se cita como una motivación para escribir una teoría filosófica, la homogeneidad de la mujer y su carácter gatuno y causalístico, ¿comprendes?
-Ya, pero Kant no era aquél filósofo alemán que se ponía ciego de…
-¡Coño, Josep! ¿Vas a cuestionar a Kant, también, eh?
-No, no, claro…a Kant, no. Pero dime una cosa, Ton: ¿eso quiere decir que Angeline Jolie es igual que Rossy de Palma?
-Eres un capullo, y no has entendido nada…nada.
-Joder, Ton, es que…
-Mira, no sé por qué pierdo el tiempo contigo, pero voy a hacer un último intento. ¿Sabes quién dijo, “Nihil est in intellectu feminae, quod prius non fuerit in sensu”?
-Espera, espera…eso es latin, ¿verdad? Si me lo traduces, igual adivino quien lo dijo.
-Claro, no todo el mundo domina el latín, perdóname. En castellano dice: "nada hay en el intelecto femenino que no haya estado antes en los sentidos".
-Ajá… ¿Aristóteles? ¿A que sí?
-Muy bien, Josep,  Aristóteles, efectivamente, el mismo que mantuvo que: "conocer la naturaleza de una mujer es conocer el Caos”,  y que "poseemos conocimiento científico del funcionamiento del Universo sólo cuando hemos sido capaz de entender la mente de una mujer", o sea casi nunca.
-Bueno, visto así, parece que tienes razón, Ton,  tal vez todas las mujeres son iguales. Pero dime una cosa: ¿Iguales de malas, o iguales de buenas? Y otra cosa: ¿se puede verificar?
- Verificar, verificar… ¿Conoces a Popper?
-¡Sí claro!
-¡Qué coño vas a conocer a Popper!
-Que sí, que sé quién es, de verdad…
-Es igual, escúchame: Popper en realidad rechaza el verificacionismo como método de validación de teorías. Su tesis central es que no puede haber enunciados científicos últimos, es decir, enunciados que no puedan ser contrastados o refutados a partir de la experiencia. La experiencia sigue siendo el método distintivo que caracteriza a la ciencia empírica y la distingue de otros sistemas teóricos. ¿Comprendes? La experiencia.
-¡Ajá! ¿Pero ese Popper no es el mismo que dijo que el problema de la inducción nace del hecho de que no se puede afirmar algo universal a partir de los datos particulares que ofrece la experiencia? No fue él que dijo: Por muchos millones de cuervos negros que se vean, no será posible afirmar que «todos los cuervos son negros». En cambio, basta encontrar un solo cuervo que no sea negro para poder afirmar: «No todos los cuervos son negros».

-¡Vete a la mierda, Josep! Diez años siendo amigos y no has aprendido nada. ¿Por cierto desde cuando conoces a Popper? Bueno, es igual, qué más da. Aquí hablamos de mujeres y no de cuervos, aunque puedan parecer familiares muy cercanos. Mira voy  a ir al grano y lo entenderás: ¿por qué tu mujer te puso las maletas en la puta calla, eh?
-¿Por qué la engañé con su segunda mejor amiga?
-No, merluzo, esa es la excusa que te puso ella.
¿Por qué me pasaba los domingos jugando al tenis con los amigos y viendo partidos de fútbol…y pasando de ella?
-No, tampoco  fue por eso, aunque ayudó bastante. Veo que no has comprendido nada de cómo piensa una mujer. Parecen complejas, pero no lo son. Son iguales de sencillas que nosotros. Nosotros solo pensamos en follar, y ellas, solo piensan en su bienestar.
-Entonces quiere decir que nosotros también somos todos iguales, ¿no?
-No, listillo, nosotros no. Dentro del género masculino, los hay que solo pensamos en follar, es verdad, pero luego hay grupitos que solo piensan en Filatelia, en aeromodelismo, en matemáticas, en buscar setas, en…
-Vale, vale…nosotros no somos iguales. ¿Entonces por qué me echó de casa, eh? Dímelo tú, porque yo hasta ahora mismo pensaba que había sido por follarme a su amiga.
-No, créeme, te echó a la puta calle porque después de veinte años de matrimonio ella se dio cuenta de que contigo no podía aspirar a nada mejor. Que siempre viajaría en tu utilitario Ibiza verde botella, que no dispondría nunca de Visa Oro como sus otras amigas, que no podría ir a la peluquería todas las semanas, ni comprarse ropa de marca ni lencería de victoria’s secret…por eso, capullo. Todo lo demás, los lloriqueos por haberte follado a su amiga, lo de tu falta de sensibilidad etc etc…todo eso, es el puto rollo de las mujeres. Está todo escrito en su ADN, ¿me entiendes, Josep?
-Coño, ahora sí que te entiendo. Haber empezado por ahí, dejando a Hume, Kant, Popper  y Aristóteles para otro momento, ¿no?
-Tienes razón, debería haber empezado con esa famosa cita de Sacha Guitry: Todas las mujeres son iguales, y si fueran buenas, Dios tendría una.
-Oye, que Sacha Guitry no dijo exactamente eso, él dijo que…
-Chssssss! No olvides que pago yo el restaurant. Como siempre, por cierto.
-Ah, vale.

Bien, en este punto, aquí, terminó hoy nuestra conversación sobre las mujeres. Como siempre he conseguido convencer a mi amigo Josep de que la razón es mi pareja de baile, pero he de reconocer que al término de la comida me quedó un poco de amargor en la comisura de mi ego… ¿Y por qué se preguntarán ustedes? Pues porque mi buen amigo Josep me ha estado engañando todos esos años: ¡el muy cabrón también lee a Popper!

02 abril 2012

¿No querías "Milenarismo"? ¡Pues toma "Milenarismo"!

La otra noche, viernes para más señas, me ocurrió un cosa curiosa, ya saben ustedes que cuando comienzo un relato con estas palabras es que lo que voy a referir es cierto de verdad, y de verdad cierto. Salí a tomar unas copas con mi único amigo, Josep (los que me leen con enfermiza asiduidad saben que es el que se encontró con las maletas en la calle, cerca del contenedor de color verde, después de follar con la segunda mejor amiga de su mujer), y como de costumbre, nos pasó algo. Fuimos a cenar cerca de la playa, al lado del Casino de Barcelona (esto, para los que viajan poco y no saben de casinos, está en Barcelona) cuando ya en la sobremesa, me dice:

-Oye Ton, podríamos ir a tomar unas copas en un local de la calle Aribau que me han dicho que…
-¿Quien te ha dicho qué?- Le interrumpí yo, fiándome muy poco de sus informantes-.
-No lo conoces, es uno que trabaja conmigo que lleva separado dos meses, y conoce bien lo que se cuece en Barcelona de "nuit".
-Mira Josep, ¿quieres que te recuerde la última movida que tuvimos tú y yo por seguir la recomendación de otro amigo tuyo?
-No, no, que éste es diferente, éste es un lince, un halcón, un gavilán de la noche. Trabaja de comercial en mi empresa y nunca me ha defraudado, créeme.
-En fin, sé que no debería hacerte caso pero una vez más voy a jugármela. Pero esta noche nada de ir de Cirujano de la Vall d’Hebron o de piloto de Iberia. Esta noche vamos a representar la escena del borracho, este serás tú, y del amigo responsable que le ampara y ayuda, éste seré yo, ¿vale? Además es lo que siempre nos sale bien y nos permite follar gratis.
-Sí, sí y por lo que me ha dicho mi amigo, en ese local hay chicas separadas, divorciadas y casadas que buscan experiencias nuevas y trepidantes.
-Bien, pues en marcha, y recuerda, hoy repetiremos la escena de Fernando Arrabal y Sánchez Dragó hablando del “Milenarismo” (para los que no son tan mayores como yo, les recomiendo que miren en Youtube lo que pasó en aquel programa de Sánchez Dragó hace ya muchos años).

Salimos pues del restaurante. Era tarde, pero sólo por el reloj. La ciudad estaba todavía muy despierta y yo intentaba desperezarme después de la copiosa cena, dispuesto para comenzar la farsa. Hacía una noche espléndida, el cielo estaba despejado y el aire era ahora más fresco, las luces, un poco más brillantes, y el desfile de taxis, incesante. Me gusta Barcelona, algo le sucede por la noche. Deja de ser ruidosa. Se recoge en sí misma, corre las cortinas, y se pone a vivir una vida que a un recién llegado se le antojaría extraña. Es  excitante, deslumbradora y, no obstante, esquiva.
Veinte minutos después llegamos a la calle Aribau. Un individuo al que hallamos en la esquina nos indicó las señas que buscábamos, y tuvimos que recorrer dos o tres manzanas calle arriba. Lo que nosotros andábamos buscando era una vieja casa de piedra gris, una reliquia del pasado que tenía el número pintado en la puerta y miraba a la calle con ojos puestos en blanco. Diez minutos tardamos en llegar. Una vez allí, permanecí un minuto delante del edificio. Tuve tiempo para sacar de la cajetilla un «Marlboro», llevármelo a la boca y encenderlo sin prisas. Dejé que la llama de mi encendedor iluminara mi rostro diez segundos largos; luego, di una prolongada chupada al pitillo y observé cómo la espiral de humo se desvanecía en el aire. Finalmente miré a Josep, lancé un leve gruñido y exclamé:

-¿Has visto el tipo que se halla junto a la puerta?
-Tranquilo, no pasa nada, mi amigo ya me ha dicho que es un local con acceso muy restringido.

Vacilé un momento, como si no supiera qué rumbo tomar. No confiaba en Josep, era un desastre en todo y sabía que algo iba a salir mal.

-¿Restringido? Pero no ves la pinta de ese tipo. No ves que es un matón, elegantemente vestido, eso sí, pero a sueldo de un jefazo que no confía nada al azar.
- Ton, no te preocupes, déjame hablar a mí, ¿ok? -Añadió Josep-.

La mirada que le lancé estaba preñada de recelo y de inquietud.

-¡Hola, qué tal! -dijo él-. Venimos recomendados por un amigo nuestro, Manel Boixareu. Nos ha dicho que éste es el mejor local de Barcelona para los náufragos de la noche.

Nos miró con una sonrisa poco cordial, murmuró algo entre dientes, golpeó la puerta con los nudillos y esperó. A los pocos segundos se abrió y  nos hizo pasar al interior. Una vez dentro otro clon suyo nos  examinó rápidamente y nos abrió otra puerta que daba acceso a una sala. Estaba todo sumido en las sombras por lo que decidí aventurarme por mi cuenta sin otra guía que la tenue luz de la barra que se vislumbraba al fondo y del olor al que ya me estaba acostumbrando. No era un olor ordinario. Era como una corriente cálida y fluida que se fundía lentamente con otros olores y se derramaba finalmente por la estancia. Llegamos, nos sentamos y una voz cavernosa nos dijo:

— ¿Qué quieren beber?

Levanté la vista, y vi un hombre de unos cuarenta años. Parecía normal... hasta que sonrió, y entonces una hilera irregular de dientes cortos, manchados de nicotina, me reveló su identidad: otro hampón elegantemente vestido, encargado de una misión especial, servir a los clientes. No había señales enervantes en el fondo de sus oscuras pupilas, y parecía por lo tanto un trabajador concienzudo.

—Tienen cerveza de jengibre -dijo mi amigo Josep-.

El camarero titubeó un instante; luego, se encogió de hombros. Entonces le di un codazo disimuladamente a mi amigo, y pedí dos Gin-tonic de Beefeater. Debo decir que hice que mis palabras salieran de mi boca llanamente, sin darles mayor importancia.
Cuando se alejó, miré a Josep con cara de pocos amigos y le dije:

-¿Dónde cojones me has traído? Sabía que no debía hacerte caso, capullo.
-Tranquilízate Ton, tal vez es temprano todavía y por eso no hay mucha gente.
-¿Mucha gente, dices? Pero si no hay nadie, mamón.

Fue terminar la frase y se abrió la puerta de la sala. Entraron dos mujeres y se acercaron a la barra.
Una no era bonita. Pequeña y bien formada, sí, pero no bonita. Tenía el pelo como la nieve y la boca escarlata. Un vestido de terciopelo negro la destacaba contra la tenue luz de la barra, como la visión de una noche cerrada entre dos claros de luna. La otra era una magnífica y deliciosa mujer, con una boca todo sonrisas que iba acercándose a mi centímetro a centímetro, ansiosamente. Alta, arrogante, con un pelo tan negro como una noche sin luna. Guapa, tan guapa que me dolían los huesos con sólo mirarla. Sus manos eran fino terciopelo, y su boca, un cálido, inefable abismo, ansioso de devorarme, o eso deseaba yo. Estuvo observándome durante un minuto, con ojos fríamente escrutadores. Dejé que me examinara a sus anchas mientras me comía un pistacho que había cogido de un platito que había encima de la barra. Tal vez le satisfizo el examen de mi persona, o tal vez no. No dijo nada, pero tampoco apartó la mirada de mí. Le dije:

—No es difícil encontrar a la gente cuando se sabe cómo hacerlo.

Sus ojos se agrandaron momentáneamente; luego, se hicieron más profundos, pero, a continuación, volvieron a entornarse, recelosos.
-No entiendo qué quiere decir, tampoco lo pretendo, pero sí, es difícil -contestó fríamente a la vez que pedía un par de whiskys para ella y su amiga. Luego se sentaron en unas butacas dándonos la espalda.

Miré a Josep, no perdí el tiempo en especular acerca del cambio de actitud de la chica, y si fue debido o no al tono directo de mis palabras, y le dije:

-Bien, ya sabes lo que debes hacer. Es ahora o nunca, estas dos conejitas son perfectas.
-Ton, ¿tú crees que dará resultado? Mira que yo ahora estoy acojonado. ¿Has visto que pinta tiene el camarero y el portero?
-¡Joder Josep! No me hagas enfadar. Has sido tú quien me ha traído aquí, y no pienso marcharme de vacío. ¡Así que empieza ya, y no me jodas!
-¿Y no sería mejor representar el papel de cirujano o de piloto de Iberia? ¡Es que aquí no nos conocen, y no sé yo como aceptarán un escándalo con un borracho!
-Oye, me da igual, yo no quería venir aquí, estoy por ti capullo, así que empieza ya. Además, ahora es el mejor momento, no hay nadie, solo este par de cisnes negros.
-Vale, de acuerdo. ¿Entonces suelto el rollo del “Milenarismo”?
-Sí, estaos dis pichones no tienen pinta de saber qué coño es el “Milenarismo”, así que vamos allá.

Josep inspiró profundamente, expiró más fuerte todavía, y empezó a representar el papel de filósofo borracho.

-Hableeemos del mileeenarismo…haaablemos del milenaaarismo gojones ya! Vamooos a haaablar del Apoocalipsis y del milenarismooo... El Mileeenarismo va a llegar…chiiiissss…el Milenaaarismo va a llegar….
 -Josep, escúchame, no quiero que...
-Sshiiiisssss, déjame hablar, goño…se deja hablar a las minorías silenciosas.
-Lo siento, me voy a oponer con todas mis fuerzas a que la líes, Josep. Y tú ni eres minoría, ni tampoco eres silencioso.
-Yo biero hablar del Mileeenarismooo…
-No, aquí no, Josep. Y si lo que quieres es hablar del Milenarismo, ya lo hablaremos mañana joder!!
-Bero toda España está a fagor de que hablemos del Milenaaarismo guerido amibo.
-Sí pero yo soy extranjero. en España, me llaman polaco.
-Jajajajjajajajja,síiii, y yo soy de Marrueeecooos.
-Josep, por favor, te vas a cargar las copas. Deja ya de moverte tanto. ¡Te vas a hacer daño, coño! Y déjame decirte que hoy no se te entiende nada. Estás borracho, así que siéntate ya y no hagas más el burro.
-Déjame hablar bor favor…el Mileeenaaarismo…el Miiilenaaarismo es escatológicamente y sentimentalmente…
-Siéntate bien en la silla que si no se vence y…
-No no no…escuchaaame tú…estamos a mitag de gamino entre dos flechas …no, flechas no…fechas traaascendeeentales de una tradición inmeeensaaa….
-Mira Josep, o te sientas bien, o dejo de sujetar la silla y te pegas un castañazo contra el suelo…
-Ton… yo hoy guiero hablar del Mileeenarismo…déjame hablar pog favog…el Mileeenariiiismo…
-Josep deja que te diga cariñosamente que hoy te estás repitiendo más que el ajo y no se te entiende nada…¡y deja ya de besarme coño!

En ese momento, cuando intentaba agarrar a Josep para que no se subiera encima de una de las mesas oí una voz tras de mí:

-Espera, deja que te ayude con tu amigo…¿ha bebido mucho, verdad?

Me giré y la vi. Era la chica de antes. La frialdad de su rostro se había desvanecido. Parecía como si se hubiese fundido una máscara de cera que llevara aplicada a su pesar. Y ahora la veía todavía más deliciosa y bonita. Su hermoso y brillante pelo  negro reflejaba la belleza de su rostro. Respiraba nerviosa, y a intervalos regulares se le tensaba la ropa. Al mismo tiempo, tuve la sensación de que emanaba de toda ella un olor a fricción, un olor limpio, acre, que parecía segregarse distintamente del perfume que llevaba.

-Muchas gracias -dije yo fingiendo estar apurado- no sé qué hacer con este amigo mío. Se toma una copa y empieza a desvariar. Tiene muy mal beber, ¿sabes?
-Vamos a sentarlo allí-dijo ella señalando el lugar donde estaba sentada su amiga-.
-Sí, allí estará bien-repliqué yo con cara de supuesta preocupación-.
-He oído que tu amigo quería hablar del Milenarismo…
-Bueno, está borracho, ya lo has visto. No sabe ni lo que dice…
-Pues a mí es un tema que me fascina-interrumpió ella-. Mira recuerdo este pasaje de memoria:
“Entonces vi tronos donde se sentaron los que recibieron autoridad para juzgar. Vi también las almas de los que habían sido decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios. No habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni se habían dejado poner su marca en la frente ni en la mano. Volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años. Ésta es la primera resurrección; los demás muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años. Dichosos y santos los que tienen parte en la primera resurrección. La segunda muerte no tiene poder sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”. Este es el texto del Apocalipsis con el que nace el milenarismo en su sentido estricto.
-Vaya, no lo sabía. La verdad que no domino mucho el tema, y tampoco…
-Es muy interesante –me interrumpió ella-. Según el Milenarismo, Cristo volvería a la Tierra en un momento no precisado, resucitaría a los mártires, aquéllos que habían sufrido persecución en su nombre, y reinaría con ellos durante 1.000 años. Después, vendría el Juicio Final propiamente dicho, en el que Cristo resucitaría a los demás y los asignaría a sus nuevos destinos, el cielo o el infierno.
 -Ajá... pues sí que es interesante. No pensaba yo que una chica tan guapa supiera sobre esto.
-Te agradezco el cumplido. Sabes, no es el único texto profético en el que se augura un reino terrenal de una duración determinada. En Esdras se habla de 600 años, pero la cifra 1.000 es mucho más rotunda, y ésta fue la que se impuso.
-Sí claro, el 1000 es más rotundo...mucho más rotunto, ya lo creo -contesté yo-. Y dime, ¿cómo te llamas?
-Montse, y mi amiga mireia.
-Mucho gusto, yo soy Tony, pero mis amigos me llaman Ton, bueno, la verdad que fué mi ex quien me lo puso, decía que Tony era demasiado largo...ah y ese borracho de aquí es Josep-repliqué yo.
 -¿Sabes Ton que algunos atribuyen el Apocalipsis al evangelista Juan, y otros, a una denominada “comunidad juanina” integrada por autores que decían escribir inspirados por el primero?
-No… no lo sabía…no…
-Pues sí. Fue redactado a finales del siglo I d. C., en unos momentos especialmente complicados tanto para judíos como para cristianos. En lo que se refiere a los primeros, en el año 70 había tenido lugar la destrucción del Templo de Jerusalén por parte de Tito. En cuanto a los segundos, era en esta época cuando se habían desarrollado las violentas persecuciones religiosas por parte de Domiciano. Por eso, el mensaje del texto era el siguiente: no flaqueéis; el mundo está ahora gobernado por un poder diabólico, pero todo es parte de un plan preestablecido; Dios os está poniendo a prueba y los que la superen reinarán con él, tras aniquilar a sus enemigos, en un mundo de abundancia. Este guión es similar al empleado en la tradición apocalíptica judía.
 -¡Caray, si es que es interesante! Y dime Montse ¿Por qué eran tan importantes esos 1.000 años cuando se estaba hablando de la eternidad? (Sí, lo sé, no debería haber hecho esta pregunta).
-Quizás porque se disfrutarían en este mundo, que ya era conocido, y no en el celestial del que, a fin de cuentas, no se sabía nada. El caso es que, muy pronto, entre los primeros cristianos hubo muchos que interpretaron que la segunda venida de Cristo era inminente, que lo de los mártires podía aplicarse a ellos puesto que lo estaban pasando mal, y que, por consiguiente, estaban destinados a disfrutar del prometido reino de 1.000 años. A mí el “Milenarismo” me fascina, Ton. Los montanistas; los tafures de la primera cruzada; los seguidores del Maestro de Hungría; los flagelantes; los adeptos del Libre Espíritu; los taboritas de Bohemia: los fieles de Thomas Müntzer; los anabaptistas de Jan de Leyden. Cada una de estas historias contiene material muy interesante; la de Jan de Leyden, es la que más. ¿Sabes que los movimientos milenaristas suponían una enmienda a la totalidad?
-No, no lo sabía…pero Montse dime una cosa tú eres de…
- Y también los milenarismos-me interrumpió- se nutrían de los más desarraigados de la sociedad, aquéllos que carecían de lazos familiares, comunitarios o gremiales, y que sentían que no tenían un lugar en el mundo.
-Ah, ya…pero Montse, tú y tu amiga sois…
 -Pero junto al alejamiento de la realidad-de nuevo me interrumpió-, el segundo componente clave del milenarismo es la ira. La combinación del resentimiento, derivado de la frustración, con la convicción de ser los elegidos hace que los adeptos se sitúen muy por encima de los ajenos al grupo.
-¿Qué bárbaro, no?
-Efectivamente. Por eso, en lugar de intentar desmontar las ideologías aparentes en las que pretenden basarse los nuevos milenarismos, deberíamos entender este sustrato emocional, porque, aunque la cobertura ideológica quedara intelectualmente demolida, el milenarista, con su bagaje emocional intacto, se limitaría a desplazarse a otra. Hace tiempo leí un libro de Norman Cohn…¿Lo conoces?
-Norman Cohn…Norman Cohn, pues no, pero creo que…
 -Pues mira –nuevamente otra interrupción-, finaliza su libro con estas palabras: “El antiguo idioma religioso ha sido sustituido por otro secular, lo cual tiende a oscurecer lo que de otro modo sería obvio, pues la verdad pura y simple es que , despojados de su original justificación sobrenatural, el milenarismo revolucionario y el anarquismo místico continúan presentes.”
-Vaya vaya…tendré que leerlo. Oye, parece que mi amigo está muy mal y casi mejor que lo lleve a casa, no sea que le dé algo malo aquí. Venga Josep, vámonos que te veo realmente mal…muy mal.
-Pero Ton, si yo ya estoy mucho mej...
-Nada, tú hazme caso a mí que por algo soy tu mejor amigo. Despídete de esas dos encantadoras chicas, y vámonos ya a casa. Tú a dormir la mona, y yo a leer un rato sobre eso del “Milenarismo”.

Y eso queridos amigos y amigas fue lo que pasó, un poco exagerado, pero no tanto como alguno pueda pensar. Finalmente quiero terminar el relato con una frase deNoel Clarasó, más que nada para que no olviden lo pedante y petulante que puedo llegar a ser cuando quiero, o puedo:
Basta un poco de espíritu aventurero para estar siempre satisfechos, pues en esta vida, gracias a dios, nada sucede como deseábamos, como suponíamos, ni como teníamos previsto.