Hoy
me ha sucedido algo curioso (ya saben que cuando empiezo una nota o un
comentario con esas palabras es que lo que voy a relatar es cierto y
verdadero). Como cada miércoles he ido a comer con mi amigo Josep (ya
saben, el que se folló a la segunda mejor amiga de la que hoy es su ex
mujer) y hemos hablado de lo que solemos hablar los hombres de verdad,
no esos metrosexuales que hablan de cosmética y gimnasio, no, esos no,
sino los de verdad. ¿Y de qué hablamos los hombres de verdad? Pues de
mujeres. De fútbol también, y de motos, y de coches…pero hoy tocaban
bastos, o sea, mujeres. La cuestión es que he tenido que explicarle al
capullo de mi amigo, con argumentos, que “todas las mujeres son
iguales”. Él, pobrecito, vive todavía en el país de nunca jamás, y tiene
la opinión equivocada que no todas son iguales, que las hay mejores,
peores, regulares, ergo, como en el género masculino. Y no, no es así.
-Nosotros los hombres –le dije a Josep- somos heterogéneos, pero ellas no, ellas son homogéneas, están formadas por elementos con una serie de características comunes referidas a su clase o naturaleza que permiten establecer entre ellas una relación de semejanza.
-Coño, como nosotros, ¿no? Me preguntó el capullo de mi amigo.
- No, Josep. Como nosotros, no. Mira, escúchame, y aprende. Ya sé que esa idea mía de que todas las mujeres son iguales ha suscitado un buen número de debates, desde los primeros intentos filosóficos. Pero no olvides que el mismísimo Aristóteles concluye el libro de los Segundos analíticos con el modo en que la mente femenina a diferencia de la masculina, llega a conocer las verdades básicas o premisas primarias o primeros principios, que no son innatas en nosotros los hombres, ya que es posible desconocerlas durante gran parte de nuestra vida, y que en ellas sí lo son (Innatas). ¿Me entiendes, Josep? ¿Eh… que si me entiendes, coño?
-Sí claro.
-¿Pues por qué me miras con cara de besugo?
-Bueno, es que estoy todavía destilando el discurso ese que me acabas de largar.
-¡Pero si está claro! ¿Qué es lo que no entiendes? ¿En qué momento te has perdido?
-Pues justo cuando me has dicho: Mira, escúchame y aprende…ahí, justo ahí, me he perdido, Ton. Ya me conoces, sabes que soy más simple que el mecanismo de un sonajero, y me hablas de Aristóteles, y de verdades básicas, y premisas primarias, y…
-Está bien, está bien…quizá no debiera haber escogido a Aristóteles. Como en su día dijo Hume, nunca hay observaciones suficientes para convencer a un imbécil.
-¡Hombre, Ton, tampoco te pases!
-Que no, que lo de imbécil no va por ti, Josep.
-Ah, bueno… ¿y por quien va entonces?
-Olvídalo. Verás, en Kant, de quien su desacuerdo con el pensamiento de Hume es evidente se cita como una motivación para escribir una teoría filosófica, la homogeneidad de la mujer y su carácter gatuno y causalístico, ¿comprendes?
-Ya, pero Kant no era aquél filósofo alemán que se ponía ciego de…
-¡Coño, Josep! ¿Vas a cuestionar a Kant, también, eh?
-No, no, claro…a Kant, no. Pero dime una cosa, Ton: ¿eso quiere decir que Angeline Jolie es igual que Rossy de Palma?
-Eres un capullo, y no has entendido nada…nada.
-Joder, Ton, es que…
-Mira, no sé por qué pierdo el tiempo contigo, pero voy a hacer un último intento. ¿Sabes quién dijo, “Nihil est in intellectu feminae, quod prius non fuerit in sensu”?
-Espera, espera…eso es latin, ¿verdad? Si me lo traduces, igual adivino quien lo dijo.
-Claro, no todo el mundo domina el latín, perdóname. En castellano dice: "nada hay en el intelecto femenino que no haya estado antes en los sentidos".
-Ajá… ¿Aristóteles? ¿A que sí?
-Muy bien, Josep, Aristóteles, efectivamente, el mismo que mantuvo que: "conocer la naturaleza de una mujer es conocer el Caos”, y que "poseemos conocimiento científico del funcionamiento del Universo sólo cuando hemos sido capaz de entender la mente de una mujer", o sea casi nunca.
-Bueno, visto así, parece que tienes razón, Ton, tal vez todas las mujeres son iguales. Pero dime una cosa: ¿Iguales de malas, o iguales de buenas? Y otra cosa: ¿se puede verificar?
- Verificar, verificar… ¿Conoces a Popper?
-¡Sí claro!
-¡Qué coño vas a conocer a Popper!
-Que sí, que sé quién es, de verdad…
-Es igual, escúchame: Popper en realidad rechaza el verificacionismo como método de validación de teorías. Su tesis central es que no puede haber enunciados científicos últimos, es decir, enunciados que no puedan ser contrastados o refutados a partir de la experiencia. La experiencia sigue siendo el método distintivo que caracteriza a la ciencia empírica y la distingue de otros sistemas teóricos. ¿Comprendes? La experiencia.
-¡Ajá! ¿Pero ese Popper no es el mismo que dijo que el problema de la inducción nace del hecho de que no se puede afirmar algo universal a partir de los datos particulares que ofrece la experiencia? No fue él que dijo: Por muchos millones de cuervos negros que se vean, no será posible afirmar que «todos los cuervos son negros». En cambio, basta encontrar un solo cuervo que no sea negro para poder afirmar: «No todos los cuervos son negros».
-¡Vete a la mierda, Josep! Diez años siendo amigos y no has aprendido nada. ¿Por cierto desde cuando conoces a Popper? Bueno, es igual, qué más da. Aquí hablamos de mujeres y no de cuervos, aunque puedan parecer familiares muy cercanos. Mira voy a ir al grano y lo entenderás: ¿por qué tu mujer te puso las maletas en la puta calla, eh?
-¿Por qué la engañé con su segunda mejor amiga?
-No, merluzo, esa es la excusa que te puso ella.
¿Por qué me pasaba los domingos jugando al tenis con los amigos y viendo partidos de fútbol…y pasando de ella?
-No, tampoco fue por eso, aunque ayudó bastante. Veo que no has comprendido nada de cómo piensa una mujer. Parecen complejas, pero no lo son. Son iguales de sencillas que nosotros. Nosotros solo pensamos en follar, y ellas, solo piensan en su bienestar.
-Entonces quiere decir que nosotros también somos todos iguales, ¿no?
-No, listillo, nosotros no. Dentro del género masculino, los hay que solo pensamos en follar, es verdad, pero luego hay grupitos que solo piensan en Filatelia, en aeromodelismo, en matemáticas, en buscar setas, en…
-Vale, vale…nosotros no somos iguales. ¿Entonces por qué me echó de casa, eh? Dímelo tú, porque yo hasta ahora mismo pensaba que había sido por follarme a su amiga.
-No, créeme, te echó a la puta calle porque después de veinte años de matrimonio ella se dio cuenta de que contigo no podía aspirar a nada mejor. Que siempre viajaría en tu utilitario Ibiza verde botella, que no dispondría nunca de Visa Oro como sus otras amigas, que no podría ir a la peluquería todas las semanas, ni comprarse ropa de marca ni lencería de victoria’s secret…por eso, capullo. Todo lo demás, los lloriqueos por haberte follado a su amiga, lo de tu falta de sensibilidad etc etc…todo eso, es el puto rollo de las mujeres. Está todo escrito en su ADN, ¿me entiendes, Josep?
-Coño, ahora sí que te entiendo. Haber empezado por ahí, dejando a Hume, Kant, Popper y Aristóteles para otro momento, ¿no?
-Tienes razón, debería haber empezado con esa famosa cita de Sacha Guitry: Todas las mujeres son iguales, y si fueran buenas, Dios tendría una.
-Oye, que Sacha Guitry no dijo exactamente eso, él dijo que…
-Chssssss! No olvides que pago yo el restaurant. Como siempre, por cierto.
-Ah, vale.
Bien, en este punto, aquí, terminó hoy nuestra conversación sobre las mujeres. Como siempre he conseguido convencer a mi amigo Josep de que la razón es mi pareja de baile, pero he de reconocer que al término de la comida me quedó un poco de amargor en la comisura de mi ego… ¿Y por qué se preguntarán ustedes? Pues porque mi buen amigo Josep me ha estado engañando todos esos años: ¡el muy cabrón también lee a Popper!
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