La otra noche, viernes para más señas, me ocurrió un cosa curiosa, ya saben ustedes que
cuando comienzo un relato con estas palabras es que lo que voy a referir
es cierto de verdad, y de verdad cierto. Salí a tomar unas copas con mi único amigo,
Josep (los que me leen con enfermiza asiduidad saben que es el que se
encontró con las maletas en la calle, cerca del contenedor de color verde, después de follar con la segunda
mejor amiga de su mujer), y como de costumbre, nos pasó algo. Fuimos a cenar
cerca de la playa, al lado del Casino de Barcelona (esto, para los que
viajan poco y no saben de casinos, está en Barcelona) cuando ya en la sobremesa, me dice:
-Oye Ton, podríamos ir a tomar unas copas en un local de la calle Aribau que me han dicho que…
-¿Quien te ha dicho qué?- Le interrumpí yo, fiándome muy poco de sus informantes-.
-No lo conoces, es uno que trabaja conmigo que lleva separado dos meses, y conoce bien lo que se cuece en Barcelona de "nuit".
-Mira Josep, ¿quieres que te recuerde la última movida que tuvimos tú y yo por seguir la recomendación de otro amigo tuyo?
-No, no, que éste es diferente, éste es un lince, un halcón, un gavilán de la noche. Trabaja de comercial en mi empresa y nunca me ha defraudado, créeme.
-En
fin, sé que no debería hacerte caso pero una vez más voy a jugármela.
Pero esta noche nada de ir de Cirujano de la Vall d’Hebron o de piloto
de Iberia. Esta noche vamos a representar la escena del borracho, este
serás tú, y del amigo responsable que le ampara y ayuda, éste seré yo,
¿vale? Además es lo que siempre nos sale bien y nos permite follar
gratis.
-Sí, sí y por lo que me ha dicho
mi amigo, en ese local hay chicas separadas, divorciadas y casadas que
buscan experiencias nuevas y trepidantes.
-Bien,
pues en marcha, y recuerda, hoy repetiremos la escena de Fernando
Arrabal y Sánchez Dragó hablando del “Milenarismo” (para los que no son
tan mayores como yo, les recomiendo que miren en Youtube lo que pasó en
aquel programa de Sánchez Dragó hace ya muchos años).
Salimos
pues del restaurante. Era tarde, pero sólo por el reloj. La ciudad estaba
todavía muy despierta y yo intentaba desperezarme después de la copiosa
cena, dispuesto para comenzar la farsa. Hacía una noche
espléndida, el cielo estaba despejado y el aire era ahora más fresco,
las luces, un poco más brillantes, y el desfile de taxis, incesante.
Me gusta Barcelona, algo le sucede por la noche. Deja de ser ruidosa. Se recoge
en sí misma, corre las cortinas, y se pone a vivir una vida que a un
recién llegado se le antojaría extraña. Es excitante, deslumbradora y,
no obstante, esquiva.
Veinte minutos
después llegamos a la calle Aribau. Un individuo al que hallamos en la
esquina nos indicó las señas que buscábamos, y tuvimos que recorrer dos o
tres manzanas calle arriba. Lo que nosotros andábamos buscando era una
vieja casa de piedra gris, una reliquia del pasado que tenía el número
pintado en la puerta y miraba a la calle con ojos puestos en blanco.
Diez minutos tardamos en llegar. Una vez allí, permanecí un minuto
delante del edificio. Tuve tiempo para sacar de la cajetilla un
«Marlboro», llevármelo a la boca y encenderlo sin prisas. Dejé que la
llama de mi encendedor iluminara mi rostro diez segundos largos; luego,
di una prolongada chupada al pitillo y observé cómo la espiral de humo
se desvanecía en el aire. Finalmente miré a Josep, lancé un leve gruñido
y exclamé:
-¿Has visto el tipo que se halla junto a la puerta?
-Tranquilo, no pasa nada, mi amigo ya me ha dicho que es un local con acceso muy restringido.
Vacilé
un momento, como si no supiera qué rumbo tomar. No confiaba en Josep,
era un desastre en todo y sabía que algo iba a salir mal.
-¿Restringido?
Pero no ves la pinta de ese tipo. No ves que es un matón, elegantemente
vestido, eso sí, pero a sueldo de un jefazo que no confía nada al azar.
- Ton, no te preocupes, déjame hablar a mí, ¿ok? -Añadió Josep-.
La mirada que le lancé estaba preñada de recelo y de inquietud.
-¡Hola,
qué tal! -dijo él-. Venimos recomendados por un amigo nuestro, Manel
Boixareu. Nos ha dicho que éste es el mejor local de Barcelona para los
náufragos de la noche.
Nos miró
con una sonrisa poco cordial, murmuró algo entre dientes, golpeó la
puerta con los nudillos y esperó. A los pocos segundos se abrió y nos
hizo pasar al interior. Una vez dentro otro clon suyo nos examinó
rápidamente y nos abrió otra puerta que daba acceso a una sala. Estaba
todo sumido en las sombras por lo que decidí aventurarme por mi cuenta
sin otra guía que la tenue luz de la barra que se vislumbraba al fondo y
del olor al que ya me estaba acostumbrando. No era un olor ordinario.
Era como una corriente cálida y fluida que se fundía lentamente con
otros olores y se derramaba finalmente por la estancia. Llegamos, nos
sentamos y una voz cavernosa nos dijo:
— ¿Qué quieren beber?
Levanté
la vista, y vi un hombre de unos cuarenta años. Parecía normal... hasta
que sonrió, y entonces una hilera irregular de dientes cortos,
manchados de nicotina, me reveló su identidad: otro hampón elegantemente
vestido, encargado de una misión especial, servir a los clientes. No
había señales enervantes en el fondo de sus oscuras pupilas, y parecía
por lo tanto un trabajador concienzudo.
—Tienen cerveza de jengibre -dijo mi amigo Josep-.
El
camarero titubeó un instante; luego, se encogió de hombros. Entonces le
di un codazo disimuladamente a mi amigo, y pedí dos Gin-tonic de
Beefeater. Debo decir que hice que mis palabras salieran de mi boca
llanamente, sin darles mayor importancia.
Cuando se alejó, miré a Josep con cara de pocos amigos y le dije:
-¿Dónde cojones me has traído? Sabía que no debía hacerte caso, capullo.
-Tranquilízate Ton, tal vez es temprano todavía y por eso no hay mucha gente.
-¿Mucha gente, dices? Pero si no hay nadie, mamón.
Fue terminar la frase y se abrió la puerta de la sala. Entraron dos mujeres y se acercaron a la barra.
Una
no era bonita. Pequeña y bien formada, sí, pero no bonita. Tenía el
pelo como la nieve y la boca escarlata. Un vestido de terciopelo negro
la destacaba contra la tenue luz de la barra, como la visión de una
noche cerrada entre dos claros de luna. La otra era una magnífica y
deliciosa mujer, con una boca todo sonrisas que iba acercándose a mi
centímetro a centímetro, ansiosamente. Alta, arrogante, con un pelo tan
negro como una noche sin luna. Guapa, tan guapa que me dolían los huesos
con sólo mirarla. Sus manos eran fino terciopelo, y su boca, un cálido,
inefable abismo, ansioso de devorarme, o eso deseaba yo. Estuvo
observándome durante un minuto, con ojos fríamente escrutadores. Dejé
que me examinara a sus anchas mientras me comía un pistacho que había
cogido de un platito que había encima de la barra. Tal vez le satisfizo
el examen de mi persona, o tal vez no. No dijo nada, pero tampoco apartó
la mirada de mí. Le dije:
—No es difícil encontrar a la gente cuando se sabe cómo hacerlo.
Sus
ojos se agrandaron momentáneamente; luego, se hicieron más profundos,
pero, a continuación, volvieron a entornarse, recelosos.
-No entiendo qué quiere decir, tampoco lo pretendo, pero sí, es difícil -contestó fríamente a la vez que
pedía un par de whiskys para ella y su amiga. Luego se sentaron en unas
butacas dándonos la espalda.
Miré
a Josep, no perdí el tiempo en especular acerca del cambio de actitud
de la chica, y si fue debido o no al tono directo de mis palabras, y le
dije:
-Bien, ya sabes lo que debes hacer. Es ahora o nunca, estas dos conejitas son perfectas.
-Ton, ¿tú crees que dará resultado? Mira que yo ahora estoy acojonado. ¿Has visto que pinta tiene el camarero y el portero?
-¡Joder Josep! No me hagas enfadar. Has sido tú quien me ha traído aquí, y no pienso marcharme de vacío. ¡Así que empieza ya, y no me jodas!
-¿Y
no sería mejor representar el papel de cirujano o de piloto de Iberia?
¡Es que aquí no nos conocen, y no sé yo como aceptarán un escándalo con un borracho!
-Oye,
me da igual, yo no quería venir aquí, estoy por ti capullo, así que
empieza ya. Además, ahora es el mejor momento, no hay nadie, solo este
par de cisnes negros.
-Vale, de acuerdo. ¿Entonces suelto el rollo del “Milenarismo”?
-Sí, estaos dis pichones no tienen pinta de saber qué coño es el “Milenarismo”, así que vamos allá.
Josep inspiró profundamente, expiró más fuerte todavía, y empezó a representar el papel de filósofo borracho.
-Hableeemos
del mileeenarismo…haaablemos del milenaaarismo gojones ya! Vamooos a
haaablar del Apoocalipsis y del milenarismooo... El Mileeenarismo va a
llegar…chiiiissss…el Milenaaarismo va a llegar….
-Josep, escúchame, no quiero que...
-Sshiiiisssss, déjame
hablar, goño…se deja hablar a las minorías silenciosas.
-Lo siento, me voy a oponer con todas mis fuerzas a que la líes, Josep. Y tú ni eres minoría, ni tampoco eres silencioso.
-Yo biero hablar del Mileeenarismooo…
-No, aquí no, Josep. Y si lo que quieres es hablar del Milenarismo, ya lo hablaremos mañana joder!!
-Bero toda España está a fagor de que hablemos del Milenaaarismo guerido amibo.
-Sí pero yo soy extranjero. en España, me llaman polaco.
-Jajajajjajajajja,síiii, y yo soy de Marrueeecooos.
-Josep,
por favor, te vas a cargar las copas. Deja ya de moverte tanto. ¡Te vas a
hacer daño, coño! Y déjame decirte que hoy no se te entiende nada.
Estás borracho, así que siéntate ya y no hagas más el burro.
-Déjame hablar bor favor…el Mileeenaaarismo…el Miiilenaaarismo es escatológicamente y sentimentalmente…
-Siéntate bien en la silla que si no se vence y…
-No
no no…escuchaaame tú…estamos a mitag de gamino entre dos flechas …no,
flechas no…fechas traaascendeeentales de una tradición inmeeensaaa….
-Mira Josep, o te sientas bien, o dejo de sujetar la silla y te pegas un castañazo contra el suelo…
-Ton… yo hoy guiero hablar del Mileeenarismo…déjame hablar pog favog…el Mileeenariiiismo…
-Josep deja que te diga cariñosamente que hoy te estás repitiendo más que el ajo y no se te entiende nada…¡y deja ya de besarme coño!
En ese momento, cuando intentaba agarrar a Josep para que no se subiera encima de una de las mesas oí una voz tras de mí:
-Espera, deja que te ayude con tu amigo…¿ha bebido mucho, verdad?
Me
giré y la vi. Era la chica de antes. La frialdad de su rostro se había
desvanecido. Parecía como si se hubiese fundido una máscara de cera que
llevara aplicada a su pesar. Y ahora la veía todavía más deliciosa y
bonita. Su hermoso y brillante pelo negro reflejaba la belleza de su
rostro. Respiraba nerviosa, y a intervalos regulares se le tensaba la
ropa. Al mismo tiempo, tuve la sensación de que emanaba de toda ella un
olor a fricción, un olor limpio, acre, que parecía segregarse
distintamente del perfume que llevaba.
-Muchas gracias -dije yo fingiendo estar apurado- no sé qué hacer con este amigo mío. Se toma una copa y empieza a desvariar. Tiene muy mal beber, ¿sabes?
-Vamos a sentarlo allí-dijo ella señalando el lugar donde estaba sentada su amiga-.
-Sí, allí estará bien-repliqué yo con cara de supuesta preocupación-.
-He oído que tu amigo quería hablar del Milenarismo…
-Bueno, está borracho, ya lo has visto. No sabe ni lo que dice…
-Pues a mí es un tema que me fascina-interrumpió ella-. Mira recuerdo este pasaje de memoria:
“Entonces
vi tronos donde se sentaron los que recibieron autoridad para juzgar.
Vi también las almas de los que habían sido decapitados por causa del
testimonio de Jesús y por la palabra de Dios. No habían adorado a la
bestia ni a su imagen, ni se habían dejado poner su marca en la frente
ni en la mano. Volvieron a vivir y reinaron con Cristo mil años. Ésta es
la primera resurrección; los demás muertos no volvieron a vivir hasta
que se cumplieron los mil años. Dichosos y santos los que tienen parte
en la primera resurrección. La segunda muerte no tiene poder sobre
ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él
mil años”. Este es el texto del Apocalipsis con el que nace el
milenarismo en su sentido estricto.
-Vaya, no lo sabía. La verdad que no domino mucho el tema, y tampoco…
-Es
muy interesante –me interrumpió ella-. Según el Milenarismo, Cristo
volvería a la Tierra en un momento no precisado, resucitaría a los
mártires, aquéllos que habían sufrido persecución en su nombre, y
reinaría con ellos durante 1.000 años. Después, vendría el Juicio Final
propiamente dicho, en el que Cristo resucitaría a los demás y los
asignaría a sus nuevos destinos, el cielo o el infierno.
-Ajá... pues sí que es interesante. No pensaba yo que una chica tan guapa supiera sobre esto.
-Te
agradezco el cumplido. Sabes, no es el único texto profético en el que
se augura un reino terrenal de una duración determinada. En Esdras se
habla de 600 años, pero la cifra 1.000 es mucho más rotunda, y ésta fue
la que se impuso.
-Sí claro, el 1000 es más rotundo...mucho más rotunto, ya lo creo -contesté yo-. Y dime, ¿cómo te llamas?
-Montse, y mi amiga mireia.
-Mucho gusto, yo soy Tony, pero mis amigos me llaman Ton, bueno, la verdad que fué mi ex quien me lo puso, decía que Tony era demasiado largo...ah y ese borracho de aquí es Josep-repliqué yo.
-¿Sabes
Ton que algunos atribuyen el Apocalipsis al evangelista Juan, y otros, a
una denominada “comunidad juanina” integrada por autores que decían
escribir inspirados por el primero?
-No… no lo sabía…no…
-Pues
sí. Fue redactado a finales del siglo I d. C., en unos momentos
especialmente complicados tanto para judíos como para cristianos. En lo
que se refiere a los primeros, en el año 70 había tenido lugar la
destrucción del Templo de Jerusalén por parte de Tito. En cuanto a los
segundos, era en esta época cuando se habían desarrollado las violentas
persecuciones religiosas por parte de Domiciano. Por eso, el mensaje del
texto era el siguiente: no flaqueéis; el mundo está ahora gobernado por
un poder diabólico, pero todo es parte de un plan preestablecido; Dios
os está poniendo a prueba y los que la superen reinarán con él, tras
aniquilar a sus enemigos, en un mundo de abundancia. Este guión es
similar al empleado en la tradición apocalíptica judía.
-¡Caray,
si es que es interesante! Y dime Montse ¿Por qué eran tan importantes
esos 1.000 años cuando se estaba hablando de la eternidad? (Sí, lo sé,
no debería haber hecho esta pregunta).
-Quizás
porque se disfrutarían en este mundo, que ya era conocido, y no en el
celestial del que, a fin de cuentas, no se sabía nada. El caso es que,
muy pronto, entre los primeros cristianos hubo muchos que interpretaron
que la segunda venida de Cristo era inminente, que lo de los mártires
podía aplicarse a ellos puesto que lo estaban pasando mal, y que, por
consiguiente, estaban destinados a disfrutar del prometido reino de
1.000 años. A mí el “Milenarismo” me fascina, Ton. Los montanistas; los
tafures de la primera cruzada; los seguidores del Maestro de Hungría;
los flagelantes; los adeptos del Libre Espíritu; los taboritas de
Bohemia: los fieles de Thomas Müntzer; los anabaptistas de Jan de
Leyden. Cada una de estas historias contiene material muy interesante;
la de Jan de Leyden, es la que más. ¿Sabes que los movimientos
milenaristas suponían una enmienda a la totalidad?
-No, no lo sabía…pero Montse dime una cosa tú eres de…
-
Y también los milenarismos-me interrumpió- se nutrían de los más
desarraigados de la sociedad, aquéllos que carecían de lazos familiares,
comunitarios o gremiales, y que sentían que no tenían un lugar en el
mundo.
-Ah, ya…pero Montse, tú y tu amiga sois…
-Pero
junto al alejamiento de la realidad-de nuevo me interrumpió-, el
segundo componente clave del milenarismo es la ira. La combinación del
resentimiento, derivado de la frustración, con la convicción de ser los
elegidos hace que los adeptos se sitúen muy por encima de los ajenos al
grupo.
-¿Qué bárbaro, no?
-Efectivamente.
Por eso, en lugar de intentar desmontar las ideologías aparentes en las
que pretenden basarse los nuevos milenarismos, deberíamos entender este
sustrato emocional, porque, aunque la cobertura ideológica quedara
intelectualmente demolida, el milenarista, con su bagaje emocional
intacto, se limitaría a desplazarse a otra. Hace tiempo leí un libro de
Norman Cohn…¿Lo conoces?
-Norman Cohn…Norman Cohn, pues no, pero creo que…
-Pues
mira –nuevamente otra interrupción-, finaliza su libro con estas
palabras: “El antiguo idioma religioso ha sido sustituido por otro
secular, lo cual tiende a oscurecer lo que de otro modo sería obvio,
pues la verdad pura y simple es que , despojados de su original
justificación sobrenatural, el milenarismo revolucionario y el
anarquismo místico continúan presentes.”
-Vaya
vaya…tendré que leerlo. Oye, parece que mi amigo está muy mal y casi
mejor que lo lleve a casa, no sea que le dé algo malo aquí. Venga Josep,
vámonos que te veo realmente mal…muy mal.
-Pero Ton, si yo ya estoy mucho mej...
-Nada,
tú hazme caso a mí que por algo soy tu mejor amigo. Despídete de esas
dos encantadoras chicas, y vámonos ya a casa. Tú a dormir la mona, y yo a
leer un rato sobre eso del “Milenarismo”.
Y
eso queridos amigos y amigas fue lo que pasó, un poco exagerado, pero
no tanto como alguno pueda pensar. Finalmente quiero terminar el relato
con una frase deNoel Clarasó, más que nada para que no olviden lo pedante y petulante que puedo llegar a ser cuando quiero, o puedo:
Basta un poco de espíritu aventurero para estar siempre satisfechos,
pues en esta vida, gracias a dios, nada sucede como deseábamos, como
suponíamos, ni como teníamos previsto.
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