En
el transcurso de la historia el hombre se ha encontrado frente a nuevos
descubrimientos que han convulsionado
sus conocimientos. Durante miles de años todos estaban convencidos de
que la tierra era plana, es decir, que al llegar a un punto determinado los
objetos se caían. Además habría sido totalmente ilógico pensar que se podría
seguir caminando cabeza abajo. ¿Quien podría sostener algo tan absurdo como
eso? Otra cuestión absurda habría sido
pensar que en la tierra pudiese ser al mismo tiempo de día y de noche. Es
decir, que mientras algunos trabajaban
bajo el sol, para otros era de noche. Todavía era más absurda la idea que
pudiera existir un punto de la tierra que una vez cruzado, hiciera retroceder
un día. En cambio hoy sabemos que volando por ejemplo de Tokio a Honolulu se
cruza la línea de la fecha y se retrocede en el calendario. Naturalmente
sabemos que cuando en California es mediodía en Moscú es medianoche, y que los
australianos están cabeza abajo respeto a nosotros y nosotros respeto a ellos. En el pasado
todas estas cosas estaban fuera del alcanza de la experiencia humana y en
consecuencia parecían incomprensibles. Actualmente a nosotros también nos
parecen incomprensibles las paradojas del espacio y del tiempo derivadas de la
teoría de la relatividad precisamente porque están fuera de nuestra experiencia
cotidiana. Por ejemplo: ¿cómo es posible que cuando más cerca se está de la
velocidad de la luz más lentamente transcurre el tiempo? ¿Como entender que si un astronauta viaja
durante un tiempo a una velocidad cercana a la de la luz cuando regrese a la
tierra encontrara a su hermano gemelo
mucho más viejo que él? ¿Y como
es posible que a esta altísima velocidad
un objeto se contraiga aumentando su masa? El hecho es que estas paradojas nos
parecerían totalmente normales si formaran parte de nuestra experiencia
cotidiana, pero esto no sucede por una sencilla razón: estos fenómenos se hacen
evidentes únicamente al viajar a
velocidades cercana a la luz y estas velocidades están más allá de nuestra capacidad. Basta con
pensar que el objeto más veloz que ha
construido el hombre es una sonda interplanetaria que en el momento de
máxima velocidad puede alcanzar aproximadamente
los veinte kilómetros por segundos; pues bien,
la luz es 15 mil veces más veloz:
300 000 Km/ seg. Eso significa que un
vehículo interplanetario actual
comparado con la luz se encuentra en la
misma situación que una tortuga en relación con un avión a reacción de última
generación: es 15 mil veces más lento. Por esta razón nunca hemos podido entrar
en la zona mágica en la que tienen lugar estas paradojas. Pero ¿por qué suceden
únicamente cerca de la velocidad de la luz? En realidad se producen siempre,
incluso a baja velocidad, pero los
efectos son demasiado pequeños para que nos demos cuenta. De hecho su
crecimiento es muy rápido al aumentar la velocidad. Basta con un simple ejemplo
para entender este concepto. Cogemos un objeto de metal y lo acercamos poco a
poco a un imán; cuando está a un metro el efecto de atracción no se advierte,
aunque en teoría existe ligeramente, tampoco sucede nada a medio metro y tampoco a veinte centímetros, pero a medida que nos acercamos esta
atracción empieza a notarse y aumenta cada vez más, en el último centímetro se hace muy fuerte y
en el ultimo milímetro fortísima,
finalmente en la última centésima de milímetro se hace irresistible. Con
los efectos de la relatividad sucede algo parecido. Con la velocidad del
automóvil estamos como el objeto de metal a 1 metro del imán, no notamos nada,
con la del cohete interplanetario estamos a medio metro, es decir en un punto
en el que en teoría el efecto de la relatividad existe pero es inapreciable,
solo disponiendo de astronaves capaces de acercarse a la velocidad de la luz
entraríamos en el terreno de los efectos muy evidentes y bastaría cada vez , un
pequeño acercamiento, para multiplicar
este efecto y amplificar las consecuencias;
de hecho según una tabla aproximativa,
suponiendo que una astronave parta hoy y regrese dentro de mil años viajando
a 294 000 Km/seg, el tiempo relativo a
bordo seria de 200 años. Pero sería
suficiente con acelerar un poco, es decir,
llegar a 299 800 Km/seg, para reducir el tiempo a solo dos meses, después bastaría con acelerar muy poco solamente 4 centímetros más, para hacer descender el tiempo relativo a
bordo a solo 3 días. Partiendo de esta base podemos llegar a una consideración
que normalmente se olvida; hemos visto
que la velocidad de la luz es muy elevada 300 000 Km / seg, pero solo resulta
muy elevada si la comparamos con nuestra manera de vivir y de movernos, es
decir, si la comparamos con una bicicleta con un avión e incluso con un cohete;
contemplándola en el panorama general del universo, se trata en realidad de una velocidad bastante
modesta. ¿Por qué? Porque es cierto que
un fotón de luz emplea menos de un segundo y medio en ir de la tierra a la
luna, pero también es cierto que emplea
8 minutos para ir de la tierra al sol . Si nosotros pudiéramos estar en el
planeta Urano y viéramos viajar los destellos de luz de la tierra al sol nos
daríamos cuenta de que esta velocidad no es tan elevada , veríamos avanzar la
luz como un caracol, si después nos situáramos en una estrella fuera de nuestro sistema solar, y
observáramos los destellos de luz viajando entre la tierra y la estrella Próxima
Centauro (la más cercana a la tierra
después de nuestro Sol), veríamos como
realizan este trayecto en 4 años; y finalmente,
si nos situaremos fuera de nuestra galaxia y viéramos avanzar la luz de
un extremo a otro de la galaxia,
veríamos como realiza este trayecto en unos 100 000 años,
es decir, nos parecería casi completamente inmóvil. A partir de aquí
podemos ejercitar nuestra imaginación. Supongamos que la velocidad de la luz no
es de 300 000 Km/seg sino mucho menor,
solo de 100 km por hora, pues
bien, en ese caso nosotros podríamos
experimentar cotidianamente los efectos de la relatividad; por ejemplo podríamos ver como…(…pero esto es otra historia)
(Continuará…)
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