
Si bien al principio los síntomas me dejaron confuso enseguida pude reaccionar y, después de administrarle un preparado a base de bayas de Goji, muy veneradas en Asia central y China por su poder de recuperar el Chí o energía vital, le aconsejé que se fuera a tomar por el culo y que la próxima vez que tuviera un resfriado se fuera al médico del seguro, que lo mío era buscar tesoros y vestigios de civilizaciones perdidas o como mucho solucionar alguna incógnita relacionada con el origen de las especies.
-Por eso he venido-me dijo-.
-Ah, ¿no era por la gripe entonces?
-No hombre, para eso tomo Bisolgrip, lo que pasa es que no me ha dejado terminar de exponerle mi problema. ¿Sabe cuál es la respuesta al mayor problema de la vida, del universo y del todo?
-Si me da un par de minutos le contesto.
-Es usted irónico, y eso es signo de inteligencia. Verá. Mi marido es un paleontólogo muy famoso, el Dr. Alberto Alejandro José Hernán Cortés de Villanueva, lleva más de veinte años investigando al respeto y ha desaparecido mientras estudiaba las huellas del argentinosaurus en la Patagonia argentina.
-Argentinosaurus? Vaya, vaya… no me diga más… Eso es un dinosaurio, ¿verdad?
-Es usted asombrosamente perspicaz. Sí, el Argentinosaurus es un género representado por una única especie de dinosaurio saurópodo titanosauriano que vivió a mediados del período Cretácico, hace 95 millones de años, en el Cenomaniano. Es el animal terrestre más grande del que se tiene conocimiento actualmente, pudiendo llegar a medir 30 metros de largo y a pesar 60 toneladas. Sin embargo mi marido me escribió hace una semana diciéndome que había encontrado vestigios de un dinosaurio que podría ser aún más grande, el Amphicoelias fragillimus.
-Ya veo, ¿El Amphicoelias fragilimus dice usted?
-Sí, pero me dijo que los restos fósiles eran aún incompletos, y que me diría algo...que me llamaría.
-Y desde entonces no ha tenido noticias suyas, ¿es eso?
-Exactamente, veo que es usted muy sagaz, por eso he venido a verle. Necesito su ayuda. Quiero que vaya a la Patagonia y encuentre a mi marido, el profesor Alberto Alejandro José Hernán Cortés de Villanueva. Ah, y no se preocupe por el dinero, soy una mujer muy rica.
Decía Pascal que toda la desgracia de los hombres proviene de no saber estarse quietos en su casa, y Schopenhauer que en general, la gente suele llamar destino a sus propias tonterías. Cuanta razón llevaban esos dos desgraciados, sino lean esta nueva aventura en la que me acabo de tirar de cabeza y que tan solo acaba de empezar.
(Continuará…)
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