21 septiembre 2012
La isla misteriosa (Final)
Terminada la lectura de aquella fantástica historia, quedé paralizado por la emoción; pocas veces me había sentido así. El mar fue tragándose el sol mientras yo seguía sentado en la arena, en medio de aquella playa desierta, mirando el horizonte, pensando que todo lo que acababa de leer existía tan sólo en este viejo y marchito manuscrito, y ahora en mi memoria. Que si no lo hubiera encontrado, seguiría siendo una historia perdida, en un lugar y un tiempo que no nos pertenecía. Con un horizonte distinto, casi mágico e infinito, donde la imaginación no encuentra límites, donde lo real se confunde y transforma en algo parecido a un sueño.
Pero algo no encajaba y daba vueltas en mi aturdida mente. Unas preguntas no cesaban de rebotar contra las paredes de mi atribulada cabeza: ¿Qué había empujado al señor García a escribir el relato de lo sucedido en aquella desconocida isla, meterlo en una botella, y lanzarlo al mar? ¿Por qué esta historia no tenía final? ¿Es que nunca pudieron abandonar la isla? Todas preguntas sin respuestas.
Luego pensé: ¿Y si no lo escribió él, sino alguien interesado en despertar la curiosidad de otras posibles víctimas? Methmoon, por ejemplo. Nunca lo sabremos. Así que finalmente me levanté, me sacudí la arena del pantalón, guardé el manuscrito en el bolsillo de mi chaqueta, y me di un último gusto mientras las olas arrastraban sobre la playa guirnaldas de algas oscuras, y repasé mentalmente de vuelta a casa, esta fantástica aventura que el señor García, biólogo del barco Nuestra señora de los Dolores, mantuvo al otro lado del mar, hacía ya ochenta años, sin saber, o sin querer saber, cuál fue el definitivo motivo que le empujó a lanzar al océano una botella con una historia inacabada.
Fin.
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