05 agosto 2011

Las aventuras de Ton y Lola (Perdidos en el desierto capítulo XVIII)

…Si hay algo más árido y seco que el desierto del sahara, es el desierto oriental de Egipto. El lugar más caliente del planeta. Un terreno mortalmente baldío que el tiempo olvidó. Pero en este inhóspito paisaje se oculta un pasado turbulento.  La primera vez que llegué a este desierto fue de forma voluntaria, y me quedé impresionado porque era increíblemente estéril, era como si el color verde hubiera sido eliminado de la paleta., tan solo había grises y marones, no había ni vestigios de vida. Pero ahora…ahora era diferente. La avioneta que alquilamos el día anterior en Alejandría  para trasladarnos a Luxor,  tuvo una avería del único motor que tenía, y después de muchas maniobras para intentar mantenerla en el aire planeando, caímos por el maldito efecto de la gravedad en picado sobre una de las tantas dunas que poblaban este paraje poco nemoroso.

Llevábamos caminando cuatro horas bajo un sol de justicia, cuando Yazmina me dijo:

-Quería darte las gracias de nuevo, Tony. Nos haa salvado a Borja y a mí. Quiero que sepas que me enorgullece trabajar contigo.
-Lo comprendo-dije yo-,. A propósito quería decirte que sé lo mucho que me admiras, a mí y mi carrera. Conoces mi vida mi profesión sabes que siempre estoy en lucha contra la injusticia, los neoliberales y el gran capital…desgraciadamente esto tiene un precio. Yazmina voy a serte muy sincero…si alguna vez pasa algo entre nosotros…ya me entiendes…
-No, no te entiendo Tony.
-…verás, no puedo comprometerme con ninguna mujer. Conmigo las aventuras amorosas no duran mucho, suelen ser historias cortas, tormentosas, turbulentas, apasionadas…No sé vivir de otra manera.  Algunas personas tienen aventuras…yo soy una aventura. Era mi obligación advertirte-concluí con mi habitual seguridad-.

Yazmina me miró algo extrañada. Como cuando alguien mira un puzle muy difícil de montar.

-Está bien… has sido muy amable.

Luego la oí suspirar… como cuando una mujer suspira. El tipo de suspiro que quiere decir: “pero de que va este tío”. Finalmente me dijo:

-Gracias Tony, lo tendré en cuenta…si llega el caso- dijo al alejarse-.
-Eh espera  Yazmina-dije agarrando su brazo-.

Ella en un acto de extrañeza, apartó mi mano.

¿Qué te pasa ahora?
-Nada –contestó ella mirándome sorprendida-.
-¿No te gustan los hombres? –pregunté molesto-.
-Sí, claro que me gustan,  ¿por qué?
-Me has retirado la mano como si…
-Está bien Tony, escucha…
-¿Es porque no soy judío, es eso?-interrumpí yo-.
-¿Por qué dices esto?-preguntó ella.
-No se… tal vez, porque tu religión es tan…
-¿Tan qué?
-No sé, según tengo entendido es una religión que prohíbe los embutidos ¿No?
-¿Y?
-Pues nada… pero no es muy normal. Nada de embutidos, nada de alcohol, mujeres con velo…
-Tony, confundes los judíos y los musulmanes…
- Judíos, musulmanes…Es precisamente este tipo de actitud  la que más molesta a la gente. Esa actitud de: ¡Soy judía y lo sé todo!
-Siento si te he ofendido pero no pienso disculparme. Tus teorías sobre los judíos los negros y las mujeres mejor te las guarda para ti-contestó Yazmina, visiblemente enfadada-.
-Bien, pero que conste que eres tú la que se ha ofendido-repliqué-.

Al terminar la discusión, ascendimos por una majestuosa duna, y al llegar a la cima, Borja gritó:

-El Nilo, allí abajo está el Nilo.

Descendimos fatigosamente hasta la orilla, y nos detuvimos. A lo lejos, al otro lado del rio se divisaba Luxor.

-¿Crees que podemos cruzarlo? –preguntó Yazmina, mirándome-.
-Negativo es un rio lleno de cocodrilos. La otra orilla está demasiado lejos para ir nadando.
-No podemos dar la vuelta tenemos que cruzarlo-dijo ella-.
-Si,  pero por ahora estamos bloqueados. Todavía no podemos cruzarlo, y como no podemos evitar a los cocodrilos, nos quedaremos en la orilla para acampar. ¿Alguna objeción?
-No, ninguna-contestó enfadada-.
-Este sitio es chulo-dijo Borja.
-Pasaremos aquí la noche. Bueno, escuchadme, esto es lo que vamos a hacer. Yo iré a cazar algo para comer. Borja, te agradecería que cortases leña para hacer una hoguera; de noche en el desierto  hace frio. Y tú Yazmina, sé buena y prepáranos la mesa. Algo que sea agradable.

Yazmina, dejó escapar un suspiro de hartazgo, y me volvió a mirar nuevamente con esa mirada de rabia contenida. Pero no dijo nada. Entonces vi a Borja desnudarse por completo y dirigirse hacia el rio. Solo llevaba puesta su melena y sus dos collares formados por diez conchas marinas. Según él eran los collares del amor, la suerte, el bienestar y la espiritualidad.

-¿Que vas a hacer?-le pregunté-.
-Darme un chapuzón para lavarme-contestó el muy idiota-.
-¡Eso! -le dije- metete en el rio para quitarte todos los gérmenes, y si  un cocodrilo te ve, es casi seguro que él te los quitará todos de golpe.

Solo terminar de decir eso, un monstruo de seis metros de largo apareció de entre los juncos.

-Cuidado Borja un cocodrilo-grité, al mismo tiempo que disparaba mi revolver calibre 45 y agujereaba la cabeza del animal.
-Gracias Tony, me has salvado la vida, no lo olvidaré nunca.
-De nada Borja.
-Ahora somos amigos para toda la vida-me dijo, abrazándome con mucho cariño…hasta con demasiado cariño para mi gusto-.
-De acuerdo, pero otra vez que quieras quitarte los gérmenes, cuidado con los cocodrilos, jaja
-Tony, Puedes pedirme lo que quieras-añadió abrazándome nuevamente con fuerza-.
-Eh, eh, vale, vale… empieza por ponerte ropa interior, ¿de acuerdo?-dije yo, algo mosqueado-.
-Ah, si…claro,  muy bien.

Yazmina, sentada sobre la arena nos miraba. La verdad es que me fijé, y miraba el cuerpo desnudo y musculado en gimnasios de lujo, de Borja. Casi lo devoraba.  Entonces para llamar su atención, agarré al cocodrilo por la cola y lo arrastré hasta cerca de donde estaba ella.

-Mira Yazmina-dije sonriendo y mostrando el cocodrilo muerto- ¿Quien se ríe ahora?  Eh!..¿Sabe que podría hacer?
-¿Que se supone que tengo que hacer con eso?-me preguntó enojada-.
-Pues no lo sé, lo que sea, algo sencillo, croquetas… eres una mujer, ¿no?
-No pienso ni cocinar, ni preparar la mesa. ¿juzgas a las mujeres por si saben cocinar?
-Escucha Yazmina, yo he cumplido con mi parte. Os he salvado la vida a Borja y a ti, y he matado al cocodrilo… así que si lo que quieres es que trabajemos como iguales, empieza a trabajar… por lo menos podrías hacer la cena.
-Ella tiene razón, ¡como nos vamos a comer eso! –Exclamó Borja, ya vestido con su túnica de hippie-.
-Vaya, ella tiene razón, eh?-dije yo poniendo mis brazos en jarra-.
-No hay que hacer un drama de todo eso Tony-añadió Borja-.
- Así que esto es lo que tenemos…si que está cambiando rápido tu mundo Borjita.
-Yo me ocupare de la cena, Tony, me parece haber visto unas bayas por allí-replicó Borja mientras se alejaba-.
-Voy contigo- dijo Yazmina.
¡JA!, ¡cómo no!-pensé para mí-.

Cuando volvieron después de dos horas, yo ya estaba intentando cocinar el cocodrilo. Para eso me había preparado un asador giratorio con manivela, y todo hecho con bambú. Me costó un poco ensartar el animal de seis metros con el bambú pero después de ponerme perdido de sangre y de vísceras lo logré.

-Oye Tony, primero hay que limpiar el cocodrilo de vísceras y luego ensartarle para asarlo.
-Ya lo sé listilla, le dije.
-Oye, ¿seguro que no quieres fruta? Esta muy buena-dijo ella sonriendo.
-No, gracias…yo necesito vitaminas.
-Pero es ridículo, Tony, nunca conseguirás asar este animal monstruoso.
-Si, quizás tengas razón…pero nunca me he detenido ante las dificultades-contesté limpiándome el sudor  de la frente con el dorso de mi mano.

Una hora más tarde, y dos litros de sudor después…

-¡Mierda! No hay manera de cocer esta cosa ¿Y porque no se asará el puñetero?

Entonces vi a Yazmina acercarse nuevamente.

¿Que, se va asando?
-Poco a poco, a la piel del cocodrilo le cuesta asarse, pero no pasa nada. ¿Querías algo?
-Quería hacer las paces, Tony. Estamos todos muy cansados, y creo que es mejor que nos mantengamos unidos.
-Bien, y porque no se lo dices a Borjita, están tan cerca que no le importara mantenerse unido a ti.
-No comprendo porque te pones así.
-Puede que no me guste ver a un coronel del ejército israelí, flirteando con una nazi. Perdóname, tengo mis principios
-Eres  patético, y un celoso patológico-contestó tirando al suelo mi asador giratorio con manivela, todo hecho de bambú.
-Bravo-dijo aplaudiendo-  muy divertido… bravo.

Al día siguiente, llegamos a  Luxor- No entraré en los detalles, pero logramos atravesar el anchuroso Nilo lleno de cocodrilos.


-Por fin hemos llegado, gracias a dios que pudimos cruzar aquel rio lleno de cocodrilos y que suerte que Borja supiera construir barcas a pedales-dijo Yazmina-.

Borja por su parte estaba enfadado conmigo porque no le había permitido perder el tiempo rematando la proa de la barca con una cabeza de pato.

-Ya te he dicho Borja, que lamento lo de la cabeza de pato, pero es que te habría llevado mucho más tiempo hacer la barca-compréndeme-.
-No me habría llevado más tiempo, -replicó él sensiblemente cabreado-, la parte complicada es la de la barca, no la cabeza del pato. El pato es solo un pico y una cabeza.
-Está bien, lo siento…la próxima barca que hagas para cruzar el Nilo te dejaré que le pongas una cabeza de pato-concluí yo, dando una palmada sobre su hombro-. Venga, ahora tenemos que encontrar el hotel donde se aloja el ex socio de tu padre-añadí mirando a Yazmina-.

Entramos en Luxor.  La ciudad nueva era casi tan impresionante como la antigua. El  famoso paseo de los obeliscos, de cuatro kilómetros de largo, aparecía todo engalanado de banderas y gallardetes, y sobre esta avenida, la más larga de la ciudad, todavía seguían en pie los toldos de alegres colores, extendiéndose hasta la línea del Nilo. Los altavoces hacían vibrar el aire con una música estruendosa, interrumpida de cuando en cuando por la voz de un locutor para anunciar la hora de la oración. La ciudad estaba en fiesta, eso era evidente. A mi todo esto me producía, sin saber por qué, una profunda emoción. Este espectáculo me recordaba mi propia infancia casi hasta el punto de hacerme llorar. Los tenderetes de la avenida, con sus olores pegajosos y calientes, me producía la sensación acariciadora del terciopelo; aquellas tiendas engalanadas, con toda la artesanía expuesta y amontonada; la delicia de mirar y mirar sin descanso, como los delfines sobre las danzantes olas... y también recordaba mi enojo cuando mi madre me decía que ya era hora de volver a casa. Con un gesto de impaciencia, encendí un cigarrillo y arrojé estos recuerdos sentimentales al archivo de las cosas muertas y enterradas hacia ya mucho tiempo en mi memoria. Ahora ya era un hombre, con una experiencia de largos años llenos de peligros: Y si en aquel momento me hallaba en semejante lugar, era para encontrar al ex socio de un ex nazi llamado Johaan Van Graajal, alias Octavio Caraguapa. O, mejor dicho, para encontrarle y hacerle cantar por soleares.

(Continuará...)

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