… Lola me miraba con grandes ojos asustados. Noté que estaba a punto de llorar, pero logró contenerse hasta que le dije:
-¿Donde estoy, que ha pasado?
Entonces rompió en inconsolable llanto.
- Oh, mi amor, pensaba que ya no volvería a oír tu voz -exclamó entre sollozos-. Qué pesadilla, qué mal sueño me has hecho pasar.
Me estrechó entre sus brazos. Yo estaba confuso, solo recordaba secuencias inconexas, y sentía un gran dolor de cabeza.
- Estoy bien, Lola. No es nada, ya pasó todo, te lo aseguro.
Le acaricié el pelo y, con la yema de los dedos, le enjugué las lágrimas. Ella me cogió la mano y sonrió.
- Mira lo que has conseguido ¡Me has estropeado el maquillaje de los ojos!
-Estás guapa de cualquier forma-le dije-.
-Sabía que despertarías, cariño, por eso hoy me he arreglado con mucha ilusión y me he puesto especialmente guapa para ti.
Sacó un espejo del bolso y se limpió con cuidado las manchas de rímel.
-Cuando el doctor me dijo ayer que a las 48 horas, o despertabas o quedarías sumido en un coma irreversible, yo sabía que la segunda opción no era justa, y que no me dejarías, que volverías a mí. Hace un rato, el doctor ha estado aquí, preguntándome como habías pasado la noche. Le noté un no sé qué de misterioso y parecía muy preocupado... expresándose en unos términos tan... cautelosos, pero yo sabía con certeza que toda esta pesadilla tenía que acabar hoy. Sabía que saldrías de ese maldito coma, amor mío.
Se guardó el espejo en el bolso y me dijo:
-siento haber llorado de esta manera.
Entonces, su temperamento apasionado estalló en un arrebato de cólera.
- ¡Pero también eres idiota! Por lo visto, ni te se ha ocurrido pensar que tu vida o tu muerte puedan importarle a otra persona. Eso es ya... es ya... ¡egoísmo! Sí, ésa es la palabra.
Yo la miraba atónito, no comprendía nada. No recordaba nada, ni sabía porque estaba en aquella cama de hospital, ni porque Lola estaba ahora tan enfadada conmigo. Puse mi mano suavemente sobre la de ella, y se la apreté. No recordaba nada, no obstante, pensé que si Lola estaba furiosa, algo de culpa tendría yo. Normalmente, así era.
-Dime cariño, ¿porqué en vez de echarme la bronca no me explicas que hago en este hospital, y porque me duele tanto la cabeza? Estoy todavía un poco confuso y desorientado, ¿Sabes? solo recuerdo vagamente el Nilo, las dunas, Vilanova i la Geltrú, los nazis persiguiéndome por Luxor, Abdul, Carter, Borja, Boss Malone, el rey Farukh, Matt, Jenny y Yazmina, y…
-¿Quiénes son esas personas?-me interrumpió ella- ¿Quién es Yazmina y Jenny? Y ¿Qué tiene que ver Vilanova i la Geltrú en toda esta historia? ¡Nosotros nunca hemos estado en Vilanova i la Geltrú!
En ese momento se abrió la puerta de la habitación, y entró Carter con una bata blanca y un estetoscopio alrededor del cuello acompañado de Yazmina vestida de enfermera. Muy sexi, por cierto. Me sorprendí…o mejor dicho me entró pánico, no por Yazmina que era muy guapa, sino por Carter, e intenté levantarme de la cama, pero no pude. Estaba demasiado débil. Miraba a Lola, y no comprendía su actitud de tranquilidad absoluta.
-Hola doctor-dijo ella con una serenidad que me confundía todavía más.
-Hola señora-contestó él-. Veo que ya ha despertado su novio-añadió mientras se sentaba al borde de la cama para mirarme las pupilas de los ojos que por mis percepciones, debían estar dilatadas como platos-. Está ya fuera de peligro-continuó- no hay que preocuparse.Le llevaremos a hacer una R.M.N y si todo está correcto, dentro de unos días podrá salir de aquí. Enfermera-dijo mirándola- diga al camillero que pase para llevarle al servicio de resonancias magnéticas nucleares por favor.
La puerta se abrió nuevamente y vi aparecer una bata blanca acompañada de una sonrisa imbécil . De entrada no podía creérmelo, pero la realidad es muy terca y no me quedó más remedio que aceptarlo: el camillero era Abdul, el mejor sirviente de Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él. Esto era más de lo que mi mente convaleciente podía soportar y entender… y grité:
-¡Abdul! ¿Qué haces tú aquí?
Lola, Carter, Abdul y Yazmina me miraron sorprendidos. Y no había para menos. Entonces sentí un pinchazo y noté como todo mi cuerpo se relajaba y mi voluntad también. Yazmina me acababa de poner una inyección de algún tranquilizante genérico. Ahora me sentía como flotando, no podía articular palabras ni moverme, pero estaba despierto, y lo oía todo.
-Doctor-dijo Lola-Ton ha tenido una reacción muy extraña al despertar. Ha dicho cosas muy raras e incomprensibles. Ha hablado del Nilo, de los nazis, de los neoliberales y de personas que no conozco…
-No se preocupe-interrumpió él- es habitual en estos casos. Su novio ha estado dos días inconsciente, entre la vida y la muerte, debido al traumatismo craneal que ha sufrido al caerse desde lo alto del tejado de su casa al intentar arreglar la antena parabólica…
-Sí, doctor-interrumpió Lola- aquel día jugaba el FC Barcelona, y se perdió la señal. Yo le dije que llamara al técnico, pero él se negó, diciendo que un técnico tardaría horas, y que él esto lo arreglaba en un pliss plass...
-Ejem...sí, ya…Pues como le decía-continuó el doctor- en estos casos, algunas veces el afectado, aunque en coma parcial, no pierde la capacidad de soñar. El cerebro entra en un estado de reposo uniforme. En contraposición con el estado de vigilia -cuando el ser está despierto-, en este estado, el sueño se caracteriza por los bajos niveles de actividad fisiológica (presión sanguínea, respiración) y por una respuesta mayor ante estímulos externos. Lo que quiero decir, es que su novio, aunque en estado de coma parcial, ha pasado seguramente por fases de percepciones sensoriales, y las personas que han cuidado de él, o que han estado en esta habitación, han pasado a formar parte de sus sueños y se han fusionado dentro de la parte anterior de su hipotálamo. Resumiendo: Si su novio ha soñado con una aventura en Egipto, todos los personajes participantes en ese sueño, han sido seguramente personas muy cercanas a esta habitación, o que han desfilado por ella. Seguramente las enfermeras, el camillero su padre, su hermano y yo mismo. ¿Me entiende?
-Creo que sí, doctor-contestó Lola-.
-Pero no se preocupe usted, esto normalmente ocurre en el momento de despertar, pero no dura más de un par de horas-añadió él-.
-¡Gracias a Dios! –Exclamó Lola-.
Dos días después, ya en casa, estaba pensando en todo lo ocurrido. Nunca se me había pasado por la mente la idea de que otra persona pudiera sentirse angustiada por mí. Siempre había pensado que, cuando yo muriera, mis amigos moverían a lo sumo la cabeza con aire entristecido y en la crónica necrológica de La vanguardia se publicaría una nota anodina, unas breves líneas indiferentes que no dirían nada. Y tal vez unas cuantas chicas sentirían un ramalazo de pena, y a eso se reduciría todo. Pero ahora, tres días antes de mi boda con Lola, me daba cuenta de que ya nunca volvería a estar solo. Si hubiera muerto en aquella tonta caída, también habría muerto conmigo una parte de Lola, por decirlo así.
Seguía inmerso en mis pensamientos cuando oí la puerta abrirse. Levanté la mirada, y la vi entrar. Era Lola. Me levanté del sillón y avancé un paso hacia ella, la tomé en mis brazos garbosamente, acaricié sus caderas, luego introduje mis dedos en la melena rubia que le caí hasta los hombros, y la besé en la boca. En ese momento ella dejó caer el bolso y las llaves, y colgándose de mi cuello, sus labios se adhirieron todavía más a los míos. El beso fue tan bueno y dulce, que casi me puse triste de pura felicidad. Seguía usando el mismo perfume de siempre, “Agua del Nilo” de Chanel, y sus abrazos seguían siendo tan tiernos como su alma. Cuando separó sus labios de los míos, le dije:
- Lo siento de veras, Lola. Nunca más subiré al tejado lloviendo, ni nunca más dejaré que un partido de fútbol ponga en peligro nuestra relación, pero, comprende, era la final de la Champions… y contra el Real Madrid. Una vez empezado el partido, no podía dejarlo a medias. Te haces cargo, ¿verdad?
- Pues claro que sí. Es más: no te querría si no fueras un loco de atar y un incondicional del FC Barcelona. Creo que es algo que yo también llevo en la sangre. Sigue siendo así, tal como eres. No quiero de ninguna manera arrancarte los dientes y las uñas, como otras mujeres hacen con sus novios. Quiero vivir contigo, y con nadie más. Pero no me hagas caso si de vez en cuando lloriqueo un poco… o te llamo idiota. Al fin y al cabo voy a ser tu mujer...
FIN.
(Pues sí...tenía que terminar, ¿no?)
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