08 septiembre 2013

Madrid 2020...el ocaso de los visigodos.

Madre mía, madre mía. Todavía estoy en estado de shock, y eso que ya debería estar curado de espantos. ¿Cómo se puede ser tan tonto? Ah, ¿pero no sabéis de quien hablo? ¿Y de quien puedo hablar si hablo de tontos? Pues claro, del pendejo de Josep. Todos sabéis que las más pequeñas cosas pueden ser motivo para que se hable largamente sobre ellas. Por ejemplo, la no elección de Madrid 2020. Sí, ya sé que hay cosas más importantes pero es que ese capullo me acaba de llamar por teléfono muy disgustado por la no elección de Madrid como sede olímpica para el año 2020. No es que mi amigo Josep sea muy amigo de los meseteros, pero resulta que su actual novia es de Torrelodones, y ya sabéis que dos tetas tiran más que dos carretas. La cuestión es que me ha hablado de desgracia, de calamidad, de tragedia. Luego, para demostrar lo grave de la debacle de Madrid 2020, ha añadido fantastibulosos datos que parecían querer decir algo pero no lo hacían. Bueno, por si no me creen solo les diré que ha comparado las consecuencias del gran fiasco de Madrid 2020 con la tragedia de la empresa Orinamco en el año 1987, que invirtió en Pernambuco muchicientos dólares ecuatorianos para la producción de nuez moscada... aquello según él fue terrible ya que aquél año hubo un eclipse de sol que mató a cuatrocientos millones ochenta y siete mil cincuenta y nueve personas y un gatito marrón y nacieron niños con dos cabezas. Por mi parte he intentado calmarlo recordándole que en el mundo de la política todos quieren destacar por algo y ser recordados por la posteridad como autores especialmente implicados en obras faraónicas. Y esto conduce en ocasiones a la mentira. Que la diversión puede ser el postre de nuestras vidas, pero nunca su plato principal. Que la propaganda es una formidable vendedora de sueños, pero que Madrid nunca fue favorita, y que Ana Botella, la alcaldesa de la peineta, no era la persona más adecuada para representar la pujanza y dinanismo de la capital del reino de los visigodos. También le he dicho que las mariposas a veces tienden sus alas temblorosas y en alegría loca de luces y colores, ebrias de amor para expirar en tálamos de flores... Y que hay espectativas que se acaban como esas mariposas. Finalmente le he explicado la famosa anécdota del emperador romano Titus Flavios Domitianus, (Domiciano para los amigos) que fue un gran patrón de las artes y el instaurador de los denominados Juegos Capitolinos, que incluían como parte importante de los mismos diversos concursos literarios, y que además, fue un prolífico escritor de poesía. Sin embargo, le he dicho, quiso descollar también en el terreno científico con un tratado técnico sobre la caída del cabello, aspecto en el que pretendía ser una autoridad, y lamentablemente para su credibilidad, a los dos años de la aparición de esa obra, el emperador estaba ya totalmente calvo. Pero nada, mi irónico y cáustico sentido del humor no  ha hecho mella en él, y  ha seguido hablándome de complot, de conspiración judeomasónica, de envidias malsanas y de venganzas posteriores. Sí, la verdad es que Josep estaba bastante cabreado. Así que viendo que no entraba en razón, y percibiendo que la derrota de Madrid le había trastocado por completo, le he pedido que me presente a su nueva novia de Torrelodones, porque ahora más que nunca estoy convencido que esa chica tiene que ser una bomba sexual.

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