10 octubre 2012

En busca de las huellas del Argentinosaurus en la Patagonia argentina (III Parte)

Todos los niños conocen esta fábula: La liebre se confía y la tortuga gana la carrera. Yo no quería ser la liebre, sino la tortuga, y aunque pensara que esta loca rubia tetona parecía la mujer más normal y común con la que me había tropezado hoy, no me fiaba del todo de ella. Cuando su figura resplandeciente surgió de aquella cueva en medio de ese territorio estéril, con sus andares de gata salvaje, su belleza arrolladoramente celestial, sus cabellos rubios y dorados como la estrella Sirio, su piel clara como la luna, sus ojos del color de la llama, su voz dulce como la de una niña,  presentí que algo no iba bien. Pero yo soy un hombre y como todo hombre en una situación similar,  pensé ¡Qué demonios! La vida son momentos, oportunidades, quizás no habrá amor, pero seguro que habrá sexo. Si dijéramos que no es pecado comer lo que alimenta, pero sí lo que no alimenta, entonces esta rubia tetona estaba a punto de acercarme más  al infierno que una hamburguesa con patatas fritas. Además, en mi defensa diré que estar en la tierra de los patagones hace que se te hielen los cojo…las ideas,  y un poco de calor no venía mal. Así que como hombre acostumbrado a pieles pasionales, la abracé como quien abrazaría a una doncella inexperta y mirando en el abismo de sus ojos llameantes le pregunté:

-¿Quién eres, como te llamas?

-Me llamo Methe, hija adoptiva de Meláh, el jefe más valiente de los guerreros de la tribu Tehuelche. Vivo en la cueva de las Manos con mis hermanas: Chuppa , Tokha y Meneha.

Me quedé pensativo unos segundos, componiendo mentalmente esos nombres tan musicales . Luego rebusqué en mis bolsillos, pero no encontré ninguna aspira ni tan siquiera medio vaso de vino tinto para templar el sistema nervioso. Finalmente le dije:

-Así que tú eres Methe Meláh y tus hermanas son Chuppa Meláh y Tokha Meláh...

-Sí,  aunque mi nombre completo es Methe Meláh Sinkeré y mis hermanas,  que son de otra madre, se llaman Chuppa Meláh keriendòh y Tokha Meláh Keriendóh.

Al verme un poco aturdido me dijo:

-Te has quedado mudo, ¿no tienes nada que decir?

Yo miraba a aquella chica preciosa sonriéndome y me era imposible. ¡No podía acordarse de ninguna paradoja matemática que proponer para epatarla!  En cambio, me venían a la cabeza miles de maneras de darle un revolcón.

-Bueno, normalmente tengo respuestas para todo pero…pero…ejem…no sé…déjame pensar un poco…

-Está bien, pero entremos a la cueva estamos cerca del círculo antártico y aquí hace tanto frío que mis pezones podrían cortar el cristal -dijo con la impasibilidad de un Sol que asciende nuevamente a su trono del Tiempo-. Sabes -añadió mientras me guiaba agarrado de la cintura- no teníamos previstas visitas hasta dentro de varias semanas y no creo que nadie más aparezca por aquí.

El roce de su piel deslizándose entre mis deos, sentir su suavidad,  enervaba mis pasiones, y con lágrimas de felicidad en los bolsillos anduve el camino que me conducía a aquella misteriosa caverna, y, aunque no se lo crean, y sé que no me van a creer, me resigné a la posibilidad de que sus hermanas Chuppa, Toka y Meneha fueran como ella, y por consiguiente poder peregrinar por nuevas pieles. En cualquier caso, probar cosas nuevas es sano –pensé para mí-. De lo que depare el futuro me encargaré cuando llegue,  que esta noche el crepúsculo ha señalizado con una estrella mi particular odisea emocional.

Aunque no es tan fácil de explicar como parece, así fue mi primer encuentro con Methe Meláh Sinkeré, mi primer cara a cara, y créanme si les digo que lo que sigue es aún más increíble.

(Continuará…)

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