El deseo se muestra en el desvanecimiento de la forma a la que se ata...
cambia al mismo tiempo que lo que persigue, va a aprehender el objeto
en una forma distinta, y esa forma es entonces tan intima a ese
movimiento, que le trae la satisfacción de su propia ley: que no es la
de detenerse o dejar de expandirse, sino la del triunfo de uno mismo en
una gozo perpetuo.
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