30 enero 2013

Fracasar no es vergonzoso, lo vergonzoso es tener un amigo como Josep (Final)


 Madre mía, madre mía. El mundo es demasiado complicado para mí. Todavía estoy en estado de shock. Un torrente de pensamientos negros como la brea se amontonan y luchan en mi interior por ordenarse. No es la primera vez que algo así me ocurre, la verdad es que me ocurre casi siempre que salgo de copas con Josep. ¿Cómo he podido nuevamente confiar en que eso podía acabar bien? ¿Cómo he podido fiarme de que ese capullo sabría comportarse? ¿Cómo he podido presentarle a Marisa y Montse? ¿Cómo se puede ser tan tonto?
 En fin, en mi descarga diré que ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y, sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas.
Desde los tiempos más remotos, de los que, como son remotos, ya no nos acordamos, los más pequeños detalles han venido produciendo catástrofes. ¿Qué tipo de detalles se preguntaran ustedes? Creo que lo mejor es  ponerles dos ejemplos. Ejemplo número 1: olvidarse que has tenido un lio con la camarera del local al que llevas a tomar una copa a una amiga que te quieres llevar a la cama. Y ejemplo número 2: sacar el tema de la Pornografía, con nombres y ranking de actrices de ese género incluido.
De acuerdo, ya sé que dos detalles de esta índole no le pueden pasar desapercibidos a nadie con dos dedos de frente, pero no olviden ustedes que hablamos de mi amigo Josep.
Miren, les diré algo, salir de copas con Josep  es un deporte de riesgo, y  para que vean que no es que yo le tenga manía les diré un secreto: desde que se separó de su mujer, en su anterior barrio los precios se han doblado y en el que vive actualmente los camellos dejan publicidad en los buzones.
No, no me estoy liando, ni estoy mezclando cosas, todo tiene que ver. Si Josep participa, todo tiene que ver. Y lo cierto es que, si siguen leyendo el resto de la historia comprenderán lo que digo.

Una de la tarde, sábado. El calor del incienso prendía de aroma y color el salón, mientras de fondo sonaba Bob Seger. Estaba apoyado en la ventana, absorto, fumando un pitillo e intentando dar la espalda al  fatídico desenlace de la noche anterior. En la mano un vaso de leche, y en mi mente, la todavía imagen caliente de Marisa caminando hacia mí, con ese andar felino, con ese juego flexible y blando de sus caderas como un trasunto de fiera depredadora. Estaba recordando su sonrisa de niña traviesa,  de bruja tentadora, su mirada de águila de Patmos, cuando sonó el timbre de la puerta.
Me dirigí lentamente al vestíbulo y abrí. Sin darme tiempo a reaccionar un tipo vestido con un jersey multicolor me empujó, y gesticulando mientras se colaba en mi casa sin permiso me dijo:

-Sabes Ton, tengo que admitirlo, Montse es una mujer estupenda…ah, y Marisa también, eh!

Era Josep, exultante. Bueno, todos sabemos que las imbecilidades, si te las sirven con una sonrisa, pasan mejor, y eso debió pensar él. Cerré la puerta, fui al salón y allí estaba, sentado en el sofá como si la noche anterior no hubiera pasado nada extraño.


-Sí, Marisa es genial, y Montse estupenda…pero tengo una pequeña duda… ¿Te has golpeado la cabeza esta mañana y no recuerdas nada?

-Lo recuerdo casi todo, y no fue tan mal, ¿no?

(Este tío es idiota-pensé para mí-.)

-Vamos a ver capullo, si te refieres a que Montse y Marisa no te colgaron de los huevos, entonces sí, no fue tan mal.

-Vale, metí un poco la pata, pero no fue solo culpa mía…

-¿Un poco? -interrumpí- ¿Un poco, dices? ¿Te parece normal que aquella camarera te pusiera de sombrero la cubitera, cubitos incluidos, cuando te vio y te preguntó que por qué no la habías vuelto a llamar nunca más después acostarte con ella?

-Bueno, sí…jaja, te vas a reír…jaja…es una historia muy larga, luego te lo explico… 

-¿También me vas a explicar la aclaración que le hiciste  a Montse cuando te preguntó de qué la conocías?

-Vale no fui muy original, lo reconozco, pero…

-Espera, aún la recuerdo: “jajajaja, sí, ya sabes, la conocí en el coro de la iglesia”.

-Joder, es lo primero que pasó por mi cabeza.

-¿Y me puedes decir a quien te encomendaste para hablar de pornografía y de tu actriz favorita, Rebecca Linares?

-Eh, quieto, espera…fue ella quien empezó.

-¡Que fue ella! Montse, no hablaba de pornografía, sino del derecho constitucional y de lo importante que es articular bien en la exposición de un alegato. Por eso sacó la famosa anécdota de Demóstenes,  el orador griego, y recordó que se introducía guijarros en la boca para mejorar su dicción, ya que tenía tendencia a tartamudear y no podía pronunciar correctamente la letra ‘P’.

-Jaja, ya sé que no te lo vas a creer, Ton, pero es que eso me hizo pensar en cómo Rebecca Linares se mete en la boca la…

-Vale, vale, vale, no sigas…Pero dime, botarate, porque eres un botarate,  ¿hacía falta que le hablaras del top ten del porno, y que le dieras tu opinión sobre algunas posturas?

-Solo dije que alguna postura suele cortarte un poco el rollo y que…

En ese momento sonó el teléfono.

-Cállate, Josep…cállate…Hola…ah, eres tú Marisa, justamente estaba comentando con Josep lo bien que lo hemos pasado…sí…ya…lo sé….vale, lo siento…si, si, lo siento…claro…lo entiendo…sí…ya…

-¿Pregúntale si le gusto a Montse?-me murmuró Josep al oído-.

-Espera Marisa…espera un momento…

Tapé el micro del teléfono y le dije a Josep:

-¿Estas de coña?

-¿Qué?…Las chicas se lo explican todo, y más esas cosas.

Volví a ponerme el teléfono al oído.

-Eh, Marisa ¿podrías contarle a Josep lo que acabas de decirme?  Toma-dije tendiéndole el aparato-.

-Ey, hola  Marisa, como estás…sí dímelo, jajaja…sí…ajá…ajá…ya…pero es…sí…claro…ajá…bueno yo…está bien, gracias por la información….

Josep colgó el teléfono, me miró y dijo:

-Creo que a Montse no le gusto.

-¡No me digas!

-¡Pues no lo entiend! ¡Tampoco ha sido para tanto! ¿Sabes qué?, quiero otra cita con Montse.

-¿Qué?

-Tengo que verla otra vez, esto no puede acabar así.

-Acabar el qué…solo tomamos unas copas e hiciste el ridículo.

-No, no, no, fue más que eso, fue un examen con una gran pregunta: ¿Es Josep capaz de salir con mujeres de verdad?

(Oh no…ahora me tocará animarle-pensé para mí-.)

-Verás, Ton, estoy cansado de relaciones superficiales con jovencitas que podrían ser mis hijas.

-Mira por donde yo estoy cansado que me las cuentes…y Josep, tú no tienes ninguna hija.

-Sabes,  Montse, es lista, es sofistica es madura… La observé mientras  abría su lata de Heineken. Seguí observándola cuando se quitó el abrigo,  lo arrojó a una silla, y se sentó. Pero cuando sentí de verdad un extraño estremecimiento fue cuando su lengua asomó por entre sus labios escarlata y revoloteó entre la espuma de su cerveza. Tú ya me entiendes.

-¡Tío… Montse pasa de ti!

-Lo arreglaré, conseguiré gustarle. Tu dile a Marisa que le diga a Montse que me de otra oportunidad.

-Le pasaré una nota por Outlook.

-Eh, eh, eh… ¿Es que vas a reírte de mí? Que sepas que hoy estoy muy sensible.

-Pero bueno, ¿qué te pasa? No le gustas a una mujer sofisticada, inteligente, culta, créeme…eso pasa. Solo tienes que levantarte del suelo, quitarte el polvo y maldecir a Dios por haberte hecho como eres.

-Da igual no te necesito la llamaré yo mismo.

Arrugué los labios y mi mueca se hizo más burlona. Lo miré con una sonrisa que no le cedía en sarcasmo y sacudí la cabeza.

—Son cosas que sólo me pasan a mí —dije.

—¿Qué quieres decir?

—Nada.

Para bien o para mal, ya lo dijo Miguel de Cervantes Saavedra: En las desventuras comunes se reconcilian los ánimos y se estrechan las amistades.

FIN.

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