27 agosto 2011

Lola y Ton...La verdadera historia.(V)

…Hacía una espléndida mañana de Agosto y el sol atizaba lo justo como para que el cuerpo no discutiera con la ropa. Detuve el coche delante de la puerta de Lola. Bajé y miré el espléndido panorama. A lo lejos, la vasta planicie líquida se extendía refulgente como un pavimento de aljófares. Abrí la puerta de la verja que chirriaba como siempre y crucé el jardín en dirección a la entrada principal. Llamé, y Lola abrió. La recorrí con la mirada en una lenta declinación, saboreando su perfección sobre aquel lienzo iluminado. Mis ojos se detuvieron en la suave curva de sus senos, que el proteico escote dejaba casi al descubierto. Sus dorados pechos turgentes no cesaban de mirarme con descaro, y sus ojos color esmeraldas, muy brillantes,  y rodeados por oscuras y largas pestañas negras, me miraron con mayor fijeza si cabe. Era temprano,  y aquel borbollón de sensualidad que escapaba, apresuradamente y deliberadamente de sus labios húmedos y carnosos llegó casi a turbarme. Algunas mujeres, y Lola pertenecen a esa especie, no te miran, te irradian hasta quemarte la retina. Poseen ese fuego ardiente, que te abrasa lentamente, y se mueven, hablan y hasta respiran de forma tan sensual, que todos los hombres se mueren por ellas. Lo más loco de estas mujeres, es que la seducción que despiden muchas veces no tiene nada que ver con la perfección física, ni con el canon de belleza establecido, sino con esa aura invisible que te va calando los sentidos.

-Hola Lola, bonito día ¿verdad?
-¿Qué quieres?
-¿Por qué no eres más amable alguna vez?
-¡Ja! ¿Ya tienes un plan para salvar la agencia? ¿O debo cerrarla?
-¿Qué te pasa hoy, vuelves a estar agriada?
-Tienes un plan, ¿sí o no?-preguntó secamente-.
 -Lo único que sé es que debes confiar en mí.
-¿Confiar en ti? Confiar en ti. Ton, pero si hablas con la boca llena, y no señalas  antes de girar… y lo peor es que sé que ni siquiera tienes un plan.
-¿Has acabado?
-No no he acabado. Me gustaría saber cómo alguien como tú, alguien sin ninguna facilidad para el razonamiento lógico,  sin conocimientos sobre administración financiera,  un busca tesoros de pacotilla…
-Vas a empezar con eso-interrumpí yo-.
-...Ha podido a llegar a ser jefe de una agencia de investigadores de tesoros perdidos.
-Lola, cariño, ayer tuve una entrevista muy interesante con su eminencia el jeque Abu Abdullah Muhammad Sidebeh. Quiere que trabaje para él en un asunto muy lucrativo.

Lola se relajó y cambio de actitud.

-¿Entonces tienes  un plan?
-¡Yo… un plan!  Imposible todo el mundo sabe que no tengo facilidad para el razonamiento lógico, ni siquiera se andar y mascar chicle al mismo tiempo. El tonto de ton siempre va tropezando y dándose con las piedras… yo un plan…no.
-Lo siento, Ton.
-No lo sientas, ni siquiera sé si es una historia real, o solo una leyenda. Me estoy agarrando a un clavo ardiendo.
-Si ese jeque puede salvar la agencia, sigue agarrándote.
-Venga, arréglate y vámonos-le dije-.
-¿A dónde?
-Al museo de historia antigua.
-¿Por qué?
-Vamos a comparar este mapa -dije, señalando el documento que tenía en la mano-,con el mapa de la Atlántida de Platón que está en el museo de historia antigua- ….tenemos que conseguir que nos dejen cotejarlos.
-¡Qué! ¿Tú estás tonto? ¿No sabes que está guardado bajo dos centímetros y medio de cristal blindado  y que un ejército de sensores y detectores de calor  se disparan si alguien con fiebre alta se acerca demasiado? ¡Dios mío, Ton! Te has vuelto loco, sabía que tarde o temprano pasaría.
-Eh, que no vamos a robarlo, solo quiero que me lo presten un momento para compararlo con el que me ha entregado el jeque Abu Abdullah Muhammad Sidebeh

A las 12 en punto llegamos al museo.

-¿Me buscan a mi?
-¿La señorita Maite Matamoros?.pregunté amablemente desde lo alto de la escalinata-.
-¿Quien es usted?-replicó ella friamente-.
-Es ella-dije en voz bajo a Lola, mientras nos acercábamos -,  lección primera, conseguir que la gente se abra es complicado así que déjame a mi llevar este asunto...hola en información nos dijeron que la encontraríamos aquí soy…
-¡Oh, no me lo puedo creer! A usted la conozco,  salía en la TV-dijo señalando a Lola-.

Ella me miró con una sonrisita que se me clavó en lo más hondo de mi maltrecho ego.

-Hola,  soy Lola Hill i Sanllehí, y él es mi socio en la agencia. Sé que lo que le vamos a pedir no es muy habitual señorita  Maite, pero quisiéramos ver el famoso mapa de Platón  de la Antártida.
-Será un placer señorita Lola, qué guapa está usted, he visto todas sus películas, ¿sabe?

Después de revisar el mapa, gracias a que la señorita Maite Matamoros era una ferviente admiradora de Lola, y comprobar que los dos mapas eran exactos, salimos del museo, y subimos al coche. Me senté frente al volante, y después de mirar el retrovisor, me giré hacia Lola y dije:

-¿Si te pido que hagas algo lo harás sin preguntar por qué?
-¿Por qué?
-Retiro la pregunta. Salgamos del coche.
-¿Pero por qué?
-Vamos Lola, salgamos del coche, alquilaremos uno, cogeremos un taxi… tú sal del coche…
-No si no me dices el motivo…
-En realidad no es por nada importante, solo que…no quiero que mires…pero hay un hombre muerto en el asiento trasero-contesté sujetando fuertemente sus mejillas para evitar que girara la cara.
-Que hay un…que hay un -balbuceo asustada- …y como la sabes,  dímelo,  como sabes que está muerto-añadió temblorosa-.
-Pues o es eso, o  a ese tipo le gusta pintarse los labios de morado.

En ese momento Lola logró zafarse de la presión de mis manos, se giró, y gritó:

-¡Ton, hay un muerto en el coche!
-Te dije que no miraras. Tenemos que largarnos.
-¿Dejándole ahí? –Preguntó Lola-.
-Créeme, no se lo tomara a mal. Creo que es un aviso. Alguien quiere que sepamos que nos siguen.
-¿Quien?
-No sé quien.
-¡Ya está bien!, Se acabó Ton…
-Pero que dices…
.Digo que ya no quiero ser socia tuya en nada…en nada…
-Pero Lola, deja que…
-¡Se acabo!
 -Lola este puede ser  nuestro gran caso, podemos…
-¡Se acabo! Se acabo el  gran caso, se acabó todo…
- Piensa en lo que hemos descubierto hasta ahora. Estamos muy cerca de algo, lo sé…
-¡Cerca de morir! –gritó como una descosida.
-Venga, ven conmigo, necesitas un trago, no paras de gritar y eso es algo que me irrita... Lola te aconsejo que empieces a comportarte de un modo mas civilizado.
-Pero eso es un cadáver, Ton.
-Sí, eso parece. Mira, aquí hay un bar, vamos a tomar algo y así te tranquilizaras.

Entramos y pedí dos copas.

-¿Qué es?-me preguntó Lola acabando de un trago la suya-.
-Lo que tomaban los kamikazes antes de morir-contesté sentándome enfrente de ella-. Lola no comprendes que si logramos descubrir  esa isla misteriosa donde se esconde la segunda mitad del  medallón que está en posesión del jeque Abu Abdullah Muhammad Sidebeh, seremos ricos.
-Pues está bueno-contestó ella refiriendose al brebaje que acababa de tomarse-.
-Otro kamikaze para la señora-pedí al camarero-.
-¿Es que piensas emborracharme?

Sin hacer caso a su comentario, la miré dulcemente a los ojos y en una clásica y premeditada estrategia para intentar ablandarla, y queriendo aprovechar que justamente en ese preciso momento alguien acababa de poner música en la máquina Juke box, le dije:

-¿Quieres bailar?
-¿Qué?
-Bailar, ya sabes mover  el cuerpo. Tu,  yo,  los dos,  ahora…
-Pero aquí la gente…la gente no baila en un sitio como este…
-Anda ven -repliqué ciñendo su cintura suavemente atrayéndola hacia mí-.
 -No pienso cambiar de idea-me dijo apoyando su cabeza sobre mi hombro siguiendo el compás de la canción-.
-Ya lo sé, quiero solo bailar contigo.
-Esto es absurdo.
-Es posible-dije yo-, pero va a tener éxito, ya verás… muy pronto la gente bailara en cualquier sitio.
-No recuerdo haber bailado nunca en un sitio como este-replicó Lola muy emocionada-.
-Es igual que una discoteca, es algo normal.

Las mujeres saben que el erotismo es un estado mental, es una forma de moverse, sentirse, mostrarse, y Lola era la mejor aplicando el manual.

-¿Ton, puedo preguntarte una cosa?
-Claro, ya sabes que mi vida es un libro abierto. Pregúntame lo que quieras…pero nada de física cuántica, que en eso estoy pez.
-¿De verdad crees que soy fría?
-¿Yo he dicho eso?
-Dos veces.
-No, no he dicho eso…
-Si, ayer, me lo dijiste…
-Como iba a decirlo… fría tú… si estoy a punto de quemarme.

Entonces cogí su rostro entre mis manos y  la miré con deseo. Luego introduje mis dedos en su hermosa melena rubia que le caí hasta los hombros,  y la besé en la boca. En ese momento ella se colgó de  mi cuello, y sus labios se adhirieron todavía más a los míos. El beso fue tan bueno y dulce, que casi me puse triste de pura felicidad. Cuando separó sus labios de los míos, me miró  y me dijo:

-Ahora ocúpate del muerto, yo me marcho a casa en taxi.

No hice ningún comentario. Lola era así. Sus ojos expresaban tranquilidad; quizá suponía que yo sería capaz de solucionar el problema sin meterla a ella en él. No había duda de que Lola confiaba en mí. Entonces se separó de mi presión con toda calma, y se dirigió hacia la puerta de salida a pasos lentos. El suelo se estremeció, y yo también, al ver su tentador deambular.   
Estaba ya abriendo la puerta para salir, pero entonces giró sobre sí misma. Se mojó explícitamente el labio superior pasándole su rosada lengua, y me miró con sus enormes ojos verdes en silencio durante un segundo. De arriba a abajo. De abajo a arriba. Sonrió. Volvió a mirar. Volvió a sonreír. Con una mirada sensual, de deliberada complacencia, casi de pensamiento pecaminoso y me dijo:

-Hasta luego.

(Continuará…)

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