30 julio 2011

Las aventuras de Ton y Lola (Perdidos en el desierto capítulo XIII)

…Vilanova i la Geltrú, año2011. Embajada británica, diez de la mañana del mismo año. La noche pasada había sido intensamente sorprendente. Mi charla con Carter de lo más entretenida e interesante. La información inesperada e inaudita que me había pasado sobre Lola era más de lo que mi mente abierta y pseudoprogresista podía soportar. Pero lo soporté. Hicieron falta dos botellas de Rioja Viña esmeralda cosecha del 82, dos whiskys de malta de  15 años, con sabor potente y de mucho carácter, y unos cuantos  chupitos de tequila, es verdad… pero lo soporté. Y ahora, duchado y afeitado, limpito como un bebé recién lavado con jabón nenuco, estaba aquí, sentado en un sillón vintage orejero de piel de camello, esperando las últimas instrucciones de Jimmy Carter.

-Buenos días Tony, me alegro de verte, ¿Después de lo de ayer te puedo tutear, no?
-Ya lo has hecho, Carter.
- Bien, tengo ya el plan de la misión para ti. Mira, dijo encendiendo su ordenador portátil Packard Bell, y girándolo hacia mí. Este hombre es Johann Van Graajal, un ex mandatario del FMI. Actualmente se hace llamar Octavio Caraguapa y organiza combates de lucha de escopiones por todo Egipto. Será tu contacto allí.
-Ya, muy hábil.
-Sí, y ha decidido traicionar sus principios neoliberales dándonos información sobre la localización de Palmira, a cambio de un abono anual para ver torear a José Tomás.
-¿Es  que no se ha enterado que en Vilanova i la Geltrú ya no hay toros?  Los nacionalistas lo prohibieron el verano pasado…
-Bueno en todo caso debes ir a Alejandría y comprarle la información. Aquí tienes el abono anual para ver a José Tomás que debes entregarle.
-¿Y por qué yo? Para eso se podría haber enviado a un mensajero de MRW, o DHL, o…
-Lo sé Tony, pero Octavio Caraguapa no se fía de ellos, dice que no siempre son puntuales, y que a veces pierden cosas.
-Comprendo. Tratándose de un abono anual para ver torear a José Tomas, es natural.
-Además, Octavio Caraguapa quiere entregar la información directamente,  al mejor. Y tú eres el mejor. Tus documentos- dijo dándome una cartera de piel-. Para entrar en Alejandría serás el reportero de la revista de punto de cruz “Penélope”, y te llamarás Joan Puntdecreu.
-Joan Puntdecreu?
-Sí.
-¿Quien demonios escoge estos nombres?
-Normalmente el comandante de la división de infiltrados: Winston Marlboro. Venga Tony... míralo por el lado bueno, Alejandría es un lugar precioso. Alejandría  fue en su época una  de las ciudades más maravillosa del mundo antiguo. Durante muchos siglos, fue el centro del saber y la cultura. La fundó Alejandro magno en el siglo IV antes de nuestra era. Cuando Marco Antonio y Cleopatra fueron a vivir allí en el año 41 antes de Cristo, en la ciudad había más de 4000 palacios y 400 teatros…
-Ejem, sí, ya-le interrumpí sacando mi cajetilla de Marlboro Light del bolsillo de mi chaqueta.
-…Tony, allí  las mujeres son bellísimas y podrás tomarte una vacaciones cuando todo acabe-remató Carter-.
-Carter, ¿por qué dejas siempre lo esencial para el final?
-Bueno, porque voy conociéndote poco a poco.
-Bien Carter, ahora que todo está claro entre nosotros, debo pedirte algo.
-Lo que sea, Tony. Lo que sea.
-Abdul vendrá conmigo-dije mirando a los ojos de Carter-.
-Abdul? ¿El camarero de ayer noche? ¿El que me tiró la cazuelita de arenques con patatas al aceite sobre mi traje de tela de cabra de angora que me costó 1200 euros?
-Pelillos a la mar Carter, o Abdul viene conmigo o tendrás que enviar a un mensajero de MRW para contactar con Octavio Caraguapa.
-No puedes meter a Abdul en esta misión. No estaría a la altura.
- Es el mejor Tuareg desde el desierto de Nubia, hasta la desembocadura de rio Nilo. Abdul me acompañará en esta misión, y punto.
-Está bien. Tú sabrás lo que haces-contestó Carter.
-Le enviaré como avanzadilla -dije yo-  para que me prepare el terreno. Abdul tiene amigos en todos los pueblos y ciudades de Egipto y Sudan. Conoce sus costumbres, habla una docena de dialectos árabes, se mezcla con el pueblo y conoce el desierto como la palma de su mano. Me será de gran ayuda.
-Bueno, pues en marcha-concluyó Carter estrechando mi mano.

Dos días más tarde, en una pequeña aldea de un lugar remoto y perdido de Egipto, Abdul,  a quien había enviado de avanzadilla,  ya estaba haciendo de las suyas. Perdido y desubicado, se encontraba en un mercado berebere intentando comunicarse verbalmente y con gestos, con los nativos.

-¿No hay nadie aquí que hable mi dialecto? ¿Ni siquiera árabe mashrequí?... No no, gracias no quiero comprar nada…. ¿Hay alguien aquí que hable mi dialecto hannasiyya?... No no gracias, no quiero de verdad, no quiero ni gallinas ni huevos, que soy vegetariano….Por Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él, no entienden ni una palabra de lo que estoy diciendo…Tony Pashá me matará cuando llegue a Alejandría y vea que no estoy.

Sun Tzu un reconocido maestro Zen dijo hace ya mucho tiempo…Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla.

Y Sun Tzu escribió esto sin conocer a Abdul. He de reconocer que tiene mucho mérito.

(Continuará…)


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