28 julio 2011

Las aventuras de Ton y Lola (Perdidos en el desierto capítulo III)

… Pedí una cuerda a Abdul para bajar a la cueva.
-Debes de ser muy valiente o muy insensato para bajar allí solo- me dijo Abdul-.
-Será porque soy un infiel y no le temo al diablo- contesté.
- Es un placer acompañar un hombre que no teme al diablo. Yo le respeto Tony pashá.

- Dime Abdul, ¿porque me has ayudado desde que me encontraste?
- Yo soy un pobre hombre del desierto, pero el profeta Mahoma, la bendición y la paz sean con él me ha dado el mandato de ayudarle.
-No soy un sentimental Abdul pero lo que has hecho por mí no lo olvidaré nunca. Entiendes, nunca. Ahora ancla la cuerda a esta roca y sujétela fuerte. Voy a descender.
Abajo, lo que en principio me pareció una cueva era un hermoso templo funerario hecho con piedra volcánica y revestido de mármol. Creía que ya había visto todo lo que tenía que ver en la vida. Pero no. Alrededor de lo que parecía un sarcófago de pulida piedra negra, había oro, joyas, piedras preciosas y colmillos de marfil. Nunca se había visto nada igual. En uno de los muro reconocí tallado en la piedra al dios de la fertilidad Minh. Lo reconocí por el tamaño del pene. Minh siempre se representaba con un enorme pene. Eso lo recordaba de mi época de estudiante. La tapa superior del sarcófago estaba esculpida y pintada con llamativos colores. Parecía representar a una reina de piel oscura. Por un momento vacilé. No, no puede ser pensé. Llamé a Abdul para hacerle unas preguntas.
– ¿Abdul, es esta una ruta conocida y antigua?
-Es la ruta de las caravanas que va desde Chalhi Mali y confluye con la ruta que sale del mar rojo. Es muy antigua. Es la ruta que siguió la reina de Saba en su viaje a Jerusalén, me contestó, mientras miraba admirado el oro y las joyas.
Mi cuerpo se estremeció por completo. Ya no había duda. Mi sensación se confirmaba. Había encontrado la tumba de la mítica reina de Saba. Abdul siguió explicándome la historia
-Siglos antes los egipcios y los hebreos habían comerciado con el cuerno de áfrica y la reina de Saba había enviado siete grandes naves a través del mar rojo. Su misión era traer incienso de la península arábiga. El incienso sería quemado en los altares de sus dioses para complacerlos. Pero en aquella época de la historia, el gran rey Salomón era el dueño y señor de aquellas tierras y le dijo a la reina de Saba que solo le dejaría comerciar con arabia si ella iba a su palacio de Jerusalén para conocerlo. La reina de saba era bella exótica, sabia y misteriosa y Salomón tenía fama de gran amante de las mujeres. Sus concubinas y esposas eran muy numerosas y amó a muchas mujeres extranjeras. Después de pensarlo, ella accedió a visitarle y a quedarse en su palacio solo si prometía no tocarla. Entonces Salomón le hizo prometer que no tocara nada de él. Pero salomón era astuto. Una noche organizó un magnífico banquete con los manjares más especiales para que ella se consumiera de sed después. Pensando que estaba dormido entró en la cámara de salomón y tomó un vaso de agua. Pero estaba despierto y la cogió de un brazo: -Has roto tu promesa le dijo y ahora debo tocar algo tuyo. La llevo a su cama e hicieron el amor. Y esa noche, cuenta la leyenda que la reina soñó que una luz se movía por el cielo desde Israel hasta Etiopía. Cuando después de un tiempo la reina de saba volvió a etiopia trajo dos regalos especiales. El primero fue un anillo de oro y piedras preciosas regalado por Salomón como muestra de su amor. Pero el segundo era más valioso aún. Una criatura en su vientre; el hijo de salomón, Mehmet. Cuenta la leyenda que cuando murió la reina de Saba, su hijo Mehmet le construyó un templo funerario escondido en el desierto a medio camino entre el reino de Saba y el reino de Israel. Y ahí permanece aún con su manto real con siete estrellas refulgentes.
-Pues la hemos encontrado Abdul. Hemos encontrado la tumba perdida de la reina de saba- le dije. Somos ricos amigo mío.
- ¿somos?
- Claro… Tú y yo. Nunca lo hubiera encontrado sin tu generosidad ni tu ayuda, Abdul. Todas estas riquezas son nuestras.
- No Tony pashá, yo no quiero nada.
- Qué dices Abdul…eres mi amigo, y este tesoro es de los dos.
-No Tony Pashá. Yo solo quiero orar en la mezquita del Cairo y en la meca. No busco riquezas, únicamente un islam unido en la pureza de los mandatos del profeta Mahoma, la bendición y la paz sean con él. Así debe ser y así será.
- Ejem… lo que tu digas Abdul. Y yo te ayudaré en tu mandato.
- Es el mandato de Mahoma, la bendición y la paz sean con él, Tony pashá.
- Sí, ya….claro. Bueno Abdul ahora pensemos como sacar todo esto de aquí. ¿Crees que el profeta Mahoma, la bendición y la paz sean con, podría echarnos una última manita?
- Tony Pashá, el profeta Mahoma, las bendiciones y la paz sean con él, es bueno, pero creo que tendremos que pensar en otra cosa.
- Ejem… ya me parecía a mi también, Abdul. Lo mejor será que vayas a buscar ayuda. Yo te esperaré aquí.
- Y no podría ser al revés Tony pashá… Ir tú, y esperar yo aquí?
- No Abdul, la idea ha sido mía, y he sido el primero en hablar.
- Sí pero el profeta Mahoma, las bendiciones y la paz…
- Abdul!! Deja ya al profeta, súbete al camello y ves a buscar ayuda, coño!

(Continuará…)

No hay comentarios:

Publicar un comentario