22 septiembre 2011

Lola y Ton...La verdadera historia. (XIX)

…Lentamente, con lentitud indecible,  Tawe,  la del cuerpo de fuego, rebosante de vida, y al mismo tiempo suave como el terciopelo,  deslizó los finos tirantes del negligé, que se escurrió por  sus curvas, con ese roce susurrante peculiar de la seda. Resbaló hasta el suelo, formando un rollo en torno a sus tobillos. Los pies sortearon la prenda con toda la gracia con que hubiera podido salvar un pequeño obstáculo. Afín de impresionarme con toda la sensualidad de la maniobra, la concluyó sirviéndose, tan solo, de la punta del pie, y lanzando el finísimo trapo hacia mí.  Yo la miré.  Ahora estaba completamente desnuda, semejante a una diosa de piel bronceada por el sol en trance de entregarse a su amante.  La verdad es que yo no acertaba a desviar los ojos de sus piernas. Eran preciosas,  graciosas y torneadas... ¡Piernas soberbias!  Piernas todo curvas y fuerza. Piernas tan bellamente trigueñas que ninguna media hubiera podido prestarles realce. Bellísimas piernas que, naciendo en un vientre plano y terso, se dilataban en muslos levemente redondeados que evocaban    una utopía.  Sus senos… ¡bellísimos! Firmes y turgentes; llenos de fortaleza y de suavidad a un tiempo. Tawe estaba tan bella, tan vivaz… ¡Tan provocativa!  
Sacudió la cabeza y sus cabellos cayeron en negra cascada sobre los hombros. Entonces, dio un paso hacia mí, tendiendo los brazos, inflamada de pasión la boca. El olor de su cuerpo era el más turbador de los perfumes. Se inclino ante mí, rodeándome el cuello.  

- ¡Anda, pídeme lo que más te guste!

Me di cuenta de que me costaba trabajo mantener el control sobre mí mismo. El efecto que Tawe tenía en mí era electrificante. Me sentía hambriento de ella.
Un segundo más tarde la tumbé con cuidado sobre los cojines del  sofá  y me coloqué encima de ella. Nuestros labios se encontraron cuando nuestro abrazo se hizo más íntimo. La pasión hacia palpitar sus senos. La abracé tan fuertemente como pude. Lanzó un gemido al tiempo que se estremecía cada vez que palpaba su cuerpo. La bese en los hombros y el temblor inicial se torno contorsión. Cuando levanté la cabeza para mirarla, vi que sus ojos expresaban ansia y ardor.  Llego a morderme clavándome los dientes en el cuello. La estreché aun más contra mí, y entonces tuve la impresión  de que ella perdía el aliento. Se restregaba furiosamente contra mí, en un intento de avivar el fuego que consumía su interior. Y es que ¡Santo dios!, lo hacía de maravilla.
En un acto instintivo y natural, alargué la mano para bajar la intensidad de la  lámpara y las sombras nos envolvieron.

—Oh, Ton…

En labios de Tawe, mi nombre no era más que un dulce murmullo en la oscuridad. Un murmullo que me provocó oleadas de pasión.
Bajé la mano suavemente y le acaricié los muslos. Ella suspiró al notar la suave calidez de mi mano entre sus piernas.  Cuando la oí gemir con suavidad, empecé a explorarla más detenidamente.
Volví a acariciarla y noté la humedad caliente de ella en mis dedos. La besé.

— ¿Te gusta esto, Tawe?
—Sí. Oh, sí. Por favor, Ton

Respiré profundamente para controlar mi propio deseo y volví a acariciarla. Ella arqueó el cuerpo contra mi mano., y sentí como se estremecía.

—Estás muy excitada —dije, maravillado.
—Oh, Ton…Yo… Yo nunca había sentido tanto. ¿Qué me estás haciendo?

Percibí la excitación en su tono de voz y me quedé admirado al comprender que Tawe estaba a punto de tener un orgasmo. Seguí acariciándola con alevosía y finalmente me metí muy dentro de ella…un momento después percibí los efusivos y rabiosos temblores que emanaban de su cuerpo.

—Ton…

Me di cuenta de que iba a gritar y le cubrí la boca con la mía. La abracé y sentí tanto placer con el orgasmo de ella como con el mío.
Tawe se quedó inmóvil al fin y, durante largo rato, me contenté con yacer a su lado saboreando su perfume y su proximidad.
Al fin, ella se movió ligeramente.

— ¿Ton?
— ¿Sí?
—Eso ha sido… maravilloso.

Le sonreí en la oscuridad.

—Sí lo ha sido. Nunca había visto nada igual.

Tawe se echó a reír.

—Te estás burlando de mí.
—No, hablo en serio. Ha sido estupendo.
— ¡Oh, Dios mío! —murmuró ella—. Quiero más…

Entonces acerqué mis labios a los suyos para besarla, pero algo me lo impidió. Un ligero sonido procedente de algún lugar de la casa. Un sonido que no era normal.

— ¿Ton? ¿Qué ocurre? ¿Ocurre algo?
—Calla.

Le puse los dedos en los labios en señal de advertencia y para obligarla a callar. Luego me senté lentamente en el sofá.
El sonido, un pequeño ruido metálico, parecía proceder del vestíbulo. Tawe se sentó también y se tapó con un cojín... La  toqué en el hombro y le murmuré al oído:

—Quédate aquí. No te muevas.

Ella asintió y luego acercó sus labios a mi oreja.

— ¿Llamo a la policía?
—No. Todavía no. Pero debes estar preparada.

Me puse en pie y avancé hasta la puerta del salón. Escuché un momento hasta que percibió el débil sonido metálico y supe con certeza que provenía del vestíbulo.
Avancé con precaución, mis pies descalzos no producían ningún sonido sobre la alfombra. Cuando llegué a la puerta que se abría al vestíbulo vacilé una vez más.
Abrí la puerta. Los goznes crujieron ligeramente. El pasillo que conducía al vestíbulo estaba completamente a oscuras. Si había alguien allí, debía tener ojos de gato.
Pero mi instinto me decía que algo raro pasaba. Esperé un momento más y luego decidí encender la luz. Me apoyé contra la pared y me agaché. Si había alguien oculto allí, no quería presentar un blanco fácil. Extendí el brazo y apreté el interruptor.
Se encendió la luz y…

(Continuará…)

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