15 septiembre 2011

Lola y Ton...La verdadera historia. (XIV)

…Al ver alejarse el barquero, el cimborrio de nubes bajaba insensiblemente, y la oscuridad se hacía profunda. Aquella negra bóveda se condensaba alrededor de nosotros como si intentara aplastarnos. De repente un relámpago brillante, rápido, incisivo, rasgo las tinieblas, y no estaba aun cerrada la herida que abrió en ellas, cuando un espantoso trueno rodo por las profundidades del cielo. El silencio se establecía poco a poco bajo la influencia de la tempestad. Parecía que el aire condensado era impropio para transmitir los sonidos: la atmosfera estaba como acolchada y perdía toda sonoridad lo mismo que una sala enteramente cubierta de gruesos tapices. Luego, un segundo relámpago desgarro las nubes, y otros muchos le sucedieron instantáneamente. Cruzaban el cielo centellas eléctricas que parecían aburujarse bajo las gordas gotas de la lluvia. El cielo se convirtió materialmente en una inmensa fragua y los truenos se sucedieron sin interrupción. En aquella atmosfera abrasada se desencadenaba el viento con una violencia aterradora, y retorcía las nubes candentes, como si el soplo de un ventilador inmenso activase toda aquella inmensa hoguera.
Frente a nosotros el Templo incrustado en aquel  tenebroso bosque de sicómoros  parecía reclamarnos. De repente la tierra se abrió en dos, una mano invisible ascendió desde las tinieblas e intentó  arrastrar a Lola hacia el inframundo. Supuse que Sedah rey de los muertos había elegido su reina. De un salto, la agarré fuertemente, y cogiéndole el brazo, la arrastré hacia mí, y la alejé del peligro, llevándola a buen recaudo, bajo el pórtico principal del templo. Finalmente la terrible garra desapareció y la tierra se cerró.

-¿Has visto esto?-Balbució Lola entre asustada y encolerizada-.

Temí que fuera a desmayarse. Primero palideció  intensamente, luego su mirada se hizo más dura y apretó los labios. Comprendí que iba a explotar. Se llevó las manos a la cabeza, y pensé que iba a aullar.

-¿Pareces enfadada? –le dije irónicamente-.
-¡Enfadada! –exclamó sublevada-.
-Sí ¿Por qué estas enfada conmigo?-dije yo-.
-¿Que por que estoy enfadada? Aaarg!!
-¡Si a ti siempre te han gustado las emociones fuertes! Además, ¿quien te ha salvado, eh?
-¡Santo cielos, Ton, estás loco de atar! ¡Ya no aguanto más!  ¿Que no has visto lo que acaba de salir de las entrañas de la tierra? –dijo gritando como una posesa-. ¿Sabes qué? Se acabó, he cometido un error...creer  en tus mentiras y seguirte hasta aquí, todo eso ha sido un error. Voy a llamar a Jordi, mi abogado, y voy a hacer todo lo posible para que  te pudras en el infierno.

- ¿Sabes que cuando te enfadas te pones muy guapa?

Lola obvio mi comentario, cogió su teléfono móvil, y empezó a marcar.

Se lo cogí de la mano.

-Devuélvemelo-aulló ella-.
-No-dije yo sonriendo-.
-¡Vamos Ton!  No me conoces todavía-gritó cogiendo una piedra del suelo, y amenazándome  con ella-.
-No hagas esto Lola… No puedo devolvértelo cuando estoy a punto de encontrar la otra mitad del medallón…Y no permitiré que estropees nuestro futuro por una rabieta.
-¡Ja! ¿Nuestro futuro?… ¡No existe nuestro futuro!  Esta mi futuro… y tu funeral si no me sacas de aquí, y me llevas de regreso a mi casa  ahora mismo.
-Vamos cariño deja esto,-dije señalando el pedrusco-,  sabes que eres incapaz de tirármelo a la cabeza.

Lola, a quien siempre le gustó llevarme la contraria, me lanzó la piedra. Por suerte, la pude esquivar…por suerte, y porque una de las características fundamentales de los seres vivos es su capacidad de respuesta ante los más variados estímulos, lo que permite que se relacionen de una forma afectiva con el mundo exterior y que tengan una percepción, más o menos rudimentaria según su grado de evolución, de su organismo y medio interno. Parte importante de dicha capacidad de respuesta viene dada por los reflejos….eso fue lo que me salvó.

-¡Vaya tu puntería no ha mejorado!…y menos mal-dije irónicamente-.

Lola cogió otro pedrusco…este,  un poco más grande.

-¡No te agaches!-gritó excitada-.
-Vale vale vale-le dije levantando las manos en señal de paz-. Escúchame,  tengo algo que decirte.  Lo primero es que no estás siendo justa...
-Y tú nunca has sido sincero –interrumpió ella-.  Mira Ton, estoy en la absoluta ruina, debería haber vendido la agencia y los coches, y…
-Espera,  escúchame…  estamos muy cerca de resolver el  caso.
-¿Si?-Preguntó con sorna-.
-Sí, créeme, ¿te lo diría si no fuera cierto?

Lola me miró… (Bueno, la verdad es que me fulminó)

-Me prometiste que este caso sería pan comido, y que ganaríamos mucho dinero muy fácilmente…
-Yo no te hice ninguna promesa-contesté irritado-.
-¡Claro que sí! Aquella noche en tu despacho… ¿o ya no te acuerdas?
-Aquello no fue una promesa.
-Sí que lo fue, claro que sí…síiiiii-gritó nuevamente-.
 -¿Una promesa?  No no no, y no…una promesa es lo que le haces a tu madre cuando te obliga a llevar ropa de abrigo porque hace frio… una promesa es lo que le haces por la noche a una chica guapa que sabes que nunca volverás a ver, para conseguir lo que quieres…una promesa es lo que le haces al dentista cuando te da la próxima cita…sé muy bien qué es una promesa,  y yo no he hecho ninguna. Venga Lola-dije acercándome a ella-, dame una oportunidad,  esto va a funcionar, de veras.
-Oh, Ton… no podemos seguir juntos ni en esto, ni en nada. No pensamos igual…no estamos de acuerdo en nada…
-Pero que dices-la interrumpí yo-,  estamos de acuerdo en muchas cosas. ¿Te gustan los espaguetis con carne, no?... Y a mí-le dije abriendo los brazos-.  ¿Y los libros?...Hablemos de libros. Yo los leo de izquierda a derecha… ¿Y tú?

Lola sonrió tímidamente.

-¡Lo ves! ¿Es eso una coincidencia, o qué? –Inquirí guiñándole el ojo-.  Está bien –proseguí-, ¿quieres que lleguemos al fondo?...Hablemos pues de sexo… quién lo diría, también a mí me gusta el sexo. ¿A que es espeluznante todo lo que tenemos en común,  Eh?
-Ton,  dime una cosa…
-Claro cariño, lo que quieras…
-¿De verdad sabes cómo llegar hasta la otra mitad del medallón?
 - La pregunta me ofende, Lola. Claro que sé cómo llegar a él.
-Ah… ¿Sí?
-Verás, la respuesta está en el documento que me entregó el jeque.

Parecía que Lola se estaba calmando. Y yo debía aprovechar el momento.

-Escúchame bien… cuando intenté descifrar el documento, no me importa decírtelo ahora,  me sentí deprimido, exhausto…me derrumbé en el sillón de mi casa, empecé a babear de rabia…no entendía nada, donde estará la otra mitad del medallón grité para mí. Entonces recordé algo que me dijo el jeque Abu Abdullah Muhammad Sidebeh…dijo: “tiene que encontrarlo antes que la casa de Betsaneeth la encuentre”… ¿no lo coges? –pregunté mirándola fijamente-.
-No… no entiendo nada-contestó secamente-.
-¡Por dios Lola! ¡La casa de Betsaneeth! –exclamé yo-.
-Totalmente perdida.

Tawe que seguía la conversación intervino.

-La casa de Betsaneeth, era una de las doce tribus primitivas de Israel y su patriarca  Sesanam antes de morir dijo: si ustedes no son mas rectos que los doctores de la ley no entraran al tercer nivel del reino de Sedah.
-Exactamente-interrumpí yo-.  Ese es el nivel que tenemos que encontrar.
-Sí, pero,  ¿qué quiso decir con eso de: “si ustedes no son mas rectos que los doctores de la ley”?-preguntó Lola-.
-Así, así es como me imaginaba tener un socio… dos personas trabajando hombro con hombro, estando siempre de acuerdo.... belleza y cerebro juntos…bien bien-repliqué sonriendo-.
-Ton, no empieces, y respóndeme la pregunta.
-Bueno, eso es justamente lo que me falta averiguar, pero…
-Lo sabía…no tienes ni idea de cómo llegar al tercer nivel del reino de Sedah-remató Lola-.
-Pero esta tan  cerca que puedo olerlo…

De repente Tawe me cogió del brazo.

-Mira-me dijo señalando el pórtico de templo.
-¡Letras! –Exclamé-.

En efecto, aparecían cuatro letras grabadas con toda claridad en la roca. Se leía perfectamente: SIII
No se trataba, no, de una pista trivial. ¿En qué consistía exactamente?  ¿Estaría allí la respuesta? La sensación se hacía cada vez mas turbadora. Las examiné…pero la solución seguía sin manifestarse. Todas las cosas tienen su por qué.  ¿Cómo desvelarlo?  En eso estaba cuando, un pálido resplandor de un rayo de luna que se filtró como un relámpago entre las nubes me permitió ver al otro extremo del peristilo, ciertas formas vagas, como un grupo de individuos con apariencia de cinocéfalos que se agitaban en la sombra, y  que se deslizaban hacia otro de los pórticos.  

-Chiiiiis! –Dije a todos llevándome el dedo a la boca-.

Todos permanecieron algunos instantes silenciosos y reflexivos…Lola la que más…me miraba con cara de  ansiedad, sobreexcitada por aquella situación de peligro evidente.

-¿Hay algo?-me preguntó Lola-.
-Si…y nada bueno-repliqué yo-.
-Tengo miedo, Ton.
-Recuerdo que Frank Herbert dijo en cierta ocasión que no había que conocer el miedo… que mataba la mente. Que es el pequeño mal que conduce a la destrucción total. Hay que afrontarlo decía él… permitirle que pase sobre nosotros, y a través de nosotros, y cuando haya pasado, escrutar su camino, porque según él, allí por donde haya pasado, ya no quedará nada, solo estaremos nosotros.
-¡Ay Ton! No cambiarás nunca…
-¿Por qué lo dices cariño?-interrumpí yo-.
-Porque hasta en las situaciones más comprometidas, no puedes dejar de ser un pedante presumido-respondió ella-.


(Continuará…)

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